Sólo cuando Erza y Laxus se marcharon a dar informe de la misión y Sting junto a Rogue se marcharon a Sabertooh pude suspirar en paz. Me dolía a horrores la cabeza y sentía que en cualquier momento podía colapsar, tenía tantas preguntas y sabía que sólo ciertas personas podrían darme las respuestas, también sabía que podía ir en cualquier momento a buscarlas, pero me aterraba, me asustaban las respuestas qué me darían. Además me preguntaba a quién de los cuatro podría sacarle más información.
Zeus le daría muchas vueltas al asunto, Hades se haría el desentendido, Daian sólo me dejaría con más intriga y Dioniso, bueno él sería el único directo pero buscaría algo a cambio. Suspiré por décima vez en el día.
Me levanté del mueble en el que me hallaba acostada desde que los demás se fueron, y marché al gremio no sin antes tomar un poco de chocolate frío que Rogue había preparado, quizás un poco de ruido me haría bien. Reí para mis adentros, nunca pensaría que podría unirme a un gremio, aunque este fuese mi sueño desde pequeña, las circunstancia del destino me lo habían impedido.
—¿Vas a algún lado, rubia? —rodé los ojos al reconocer la fastidiosa voz detrás de mí.
—Voy al gremio Laxus, ¿qué quieres?
—Pues el maestro me ha mandando a comprar cosas para el gremio cómo castigo. —su voz sonó molesta y yo reí en mis adentros nuevamente. Vaya, al parecer hoy estaba muy de risitas.
—Seguramente has tenido otra pelea con Natsu.
—Sí, cómo digas, ¿vienes o no? —lo pensé, no tenía nada qué perder en decir qué sí. Asentí sin decir más. Ambos nos dirigimos en completo silencio hacia el mercado de la ciudad, cada uno metido en sus propios pensamientos—. Ahora que lo pienso te sienta bien el rubio, mucho mejor qué el gris.
Pude evitar mostrar alguna reacción a ese comentario, pero dentro de mí algo se removió, era la primera persona qué decía eso.
—Gracias, eres la primera persona en decirme eso —sonreí de lado, optando por ser sincera—. ¿Cómo te sientes al saber quién era tu mamá?
—Pues... quisiera sentirme de alguna manera particular, digo me siento honrado de ser su hijo, pero de cierta forma ella nunca se interesó en buscarme o saber de mí.
—Quizás tuvo sus razones.
—Ninguna razón es suficiente para dejar abandonado a su hijo, Lucy —siseó rabioso. Yo lo observé de reojo, se notaba qué le dolía hablar del tema, sin embargo, su orgullo le impedía ver más allá. Decidí dar el tema por zanjado.
—¿Hablaron con el maestro de la misión? —pregunté mientras entrabamos a una tienda.
—Sí, nos pidió qué no hablásemos de eso con nadie —informó mientras tomaba unas cuantas cosas. Asentí de acuerdo—. Con los demás quedamos en tomar una misión la próxima semana, ¿te apuntas?
—No, pienso partir a una misión personal en unos días.
—¿Puedo saber de qué se trata? —indagó curioso Laxus.
—¿Te han dicho qué eres demasiado curioso, Laxus?
—Algo así.
Cuando terminamos de hacer las compras y él pagó nos dirigimos nuevamente en silencio hacia el gremio. Cada uno -de nuevo- iba metido en sus pensamientos, por un lado me encontraba sorprendida de qué un lado de mí quería qué el corto paseo durara más; la compañía de Laxus había resultado ser mejor de lo que pensaba en un principio.
Miré hacia el cielo, buscando una respuesta a la pregunta qué siquiera lograba formular.
Había pasado alrededor de 7 meses desde qué me había unido a Fairy Tail, y de ser la chica solitaria había pasado a estar rodeada de molestas personas la mayoría del tiempo. Había descubierto tener a mi hermano vivo y otras cosas qué ignoraba hasta entonces, sin embargo sentía qué me faltaban piezas del rompe-cabezas. Al cabo de unos minutos llegamos al gremio, dónde por alguna razón festejaban, me dirigí hacia la barra donde Mirajane me recibió con una sonrisa.
—¿Cómo estas, Lucy? —preguntó mientras me tendía un trozo de pastel de fresa con chispas de chocolate.
—Bien, gracias —contesté mientras empezaba a comer—. ¿Qué festejan?
—Al parecer celebran que cumplieron la misión y el consejo tendrá que cumplir con su parte del trato.
—Eso significa destrozos gratis para Natsu, ¿cierto? —sonreí con algo de pena, recibiendo un asentimiento de parte de la albina.
—Oye Lucy, ¿puedo hacerte una pregunta algo personal? —preguntó, extrañándome por la repentina seriedad, asentí—, ¿Pasa algo entre Laxus y tú? Hay rumores de que están empezando algo más enserio.
Me tensé de forma inmediata, y siquiera sabía la razón. ¿Algo entre ese rubio y yo? No. Sin embargo, entendía la pregunta de Mirajane, su actitud cuando Laxus respondió que no gustaba de ella, y las miradas a escondidas, eran más que obvias para mi. Pero por alguna curiosa razón el saber eso y el tenerlo confirmado ahora enfrente de mi me molestaba, hecho que no di a notar.
—Sólo somos amigos, Mirajane —fue mi respuesta, dando por finalizado el tema y sintiéndome repentinamente harta, dejando el postre de lado. Me levanté de mi asiento hacia las puertas, dándome cuenta de qué mi pelo volvía a ser de aquel gris ocupado al cual me acostumbré, al igual que mis ojos.
Me di cuenta de algunas miradas posadas en mi, sin embargo, las ignoré, iría de misión antes de lo previsto. Alcé mi mano en señal de saludo.
—¿Dónde vas, Lucy? —preguntó el maestro provocando el silencio en todo el gremio.
—Iré a una misión, volveré dentro de unos meses —anuncié mientras paraba de caminar y volteaba a a verlo.
—No puedes irte así sin más —fruncí el ceño—. Soy el maestro y debo autorizarte.
—Makarov —pronuncié su nombre de forma fría, sorprendiendo a varios. Extrañaba esta parte de mí—. Soy parte de Fairy Tail, pero eso va no por encima de mi posición cómo maga santa, no olvides tu lugar, sexto.
Fue mi última respuestas antes de desaparecer.
—
Sí, actualización un año después. Amo esta historia, la importancia que tiene para mí es única y espero este año actualizarla, de hecho espero también retomar las actualizaciones seguidas. Gracias a las personas que siguen leyendo esta obra.
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Truth Hurt.
Fanfiction❝Si la verdad duele, y la mentira es bonita, ¿con qué derecho rompes mi mentira?❞ Lucy Heartfilia es aquello que el consejo mágico se empeñaba en ocultar hasta hace poco más de 11 meses, cuando aquella peligris de ojos salvajes se presentó inesperad...