Cap XXXVII: Sólo yo

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¿Cómo sabes cuando ya es hora de irte de una fiesta?

Cuando Anthony Stark comienza hacer el ridículo. Y la mitad de tu equipo está ebrio.

¿Cómo emborracharse si ningún alcohol sobre la tierra puede si quiera hacer algo con tu sistema?

Acepta licor añejado durante mil años de un Asgardiano.

Sip. Thor me dio un pequeño -¡TODO EL PUTO VASO!- trago de su bebida. Ahora mismo estoy en la etapa de que si alguien dice: perro. Me rio tan fuerte como la vez que Tony se fue de cara contra el piso cuando lo derribe en uno de los entrenamientos.

Definiendo mi estado de ebriedad en una escala del 1 al 10, yo diría que 1000. Pedí una ronda de chupitos para todos, Stark va a pagarlos obviamente. Baile la Macarena de una forma para nada decente; canta Rata de Dos patas y hasta imite el sonido del clarinete y el acordeón.

Tony, Clint y Nat están igual de ebrios que yo. Por otro lado; Pepper esta lo suficientemente sobria para cuidar del inmaduro de su novio, Bruce casi no bebe, Steve no puede y no quiere emborracharse, y Thor no veo que se despeine al llevar más de quince tarros de cerveza.

—Lo voy a llamar, ya está... decidido —comienzo a hipar. Saco mi teléfono buscando el número de aquél insecto repulsivo al que una vez amé. 

—¡Estas loca! —Nat me arrebata el celular. Se lo piensa un segundo—. No mejor si llámalo y dile que digo yo que voy a buscarlo y a quitarle los pocos huevos que tiene.

—Sí —agarro el artefacto—. Recuérdame agregar que lo tiene chiqui... to. Que tiene chiquito el cerebro, porque su nivel de IQ es el mismo que un microorganismo. Y el hijo de su santa madre no merecía todo lo que le di. Osea le entregue lo más preciado que tenía ¡y le valió un huevo!

—Hombres como ése deberías estar cremados —dice mi amiga.

Su voz cuando está ebria muy chistosa. Es ahora cuando estoy en ese momento de la borrachera que todo me recuerda a él. Lloriqueos patéticos salen de entre mis labios.

—Le entregue a mi tortuguita Conchita, ¡era como hija! Lo más preciado que tenía en esta vida —si sobria hago muchos gestos, borracha hago el doble. Me desespera el olvidar lo que diré después, tenía que ver con Conchita—. Le voy a marcar a ese hijo de su...

—¡Dianne! —Steve interrumpe mi insulto.

De una forma brusca dejo la botella de Ron sobre la mesa. Enfrentó a Rogers, quizás mañana me arrepienta pero en este momento me siento todopoderosa.

—A ver, por una vez en mi jodida vida déjame decir groserías Stevie. Deja de cuidarme tanto chingao, no soy una ñiña... bueno científicamente lo soy, una mujer mejor dicho —me tambaleo como si en cualquier momento fuese a irme contra el suelo. Mi dedo acusador jamás desaparece, señaló su rostro, precioso su bien trabajado pecho—. Voy a maldecir todo lo que se me dé mi puta gana, ¿oiste? Y...

Steve comienza a duplicarse frente a mí. Su ceño fruncido se duplica, lo postura de manda más, su mirada de padre decepcionado me mira dos veces. Volteó a mirar a Nat en busca de que me explique el porqué veo a dos sexys Steve.

—¿Por qué nunca me dijiste que tenías un gemelo el doble de sexy? —demando. Busco acomodarme a un lado de la mesa para parecer sensual-. Hola, guapo.

—Es todo nos vamos —ordena. Tira de mi brazo intentando sacarme del local. Al igual que un árbol me planto firme, de aquí no me sacan y a punta de pistola.

Al hacer esto mi cuerpo se inclina lentamente para atrás. Grito: fuera abajo, al tiempo que espero chocar contra el piso. La mano de Rogers se cierra sobre mi muñeca, mis párpados pesan tanto que siento que las pestañas me estorban para mantenerlos abiertos. Las piernas me flaquean, hubiera caído de no ser porque Steve se echa como saco de papas en su hombro. Sacandome de allí de una buena vez.

Tal Para Cual || Legends #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora