Cap XXXIX: Buenas Noticias

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—Dianne, dime algo por favor —pide, abrazándome un poco más fuerte. Su voz deja ver que no le gusta mi estado de ánimo, lo odia.

Limpio mis mejillas, sorbo por la nariz intentando mantener recobrar la compostura. Es uno de los días más felices de toda mi vida, el primer mejor día. El que yo creía el mejor fue cuando encontré doscientos billetes en una de mis chamarras. Llevo quince minutos llorando sobre el hombro de Steve, ¿de dónde saco tantas lagrimas? no lo sé, quiero creer que son todas las que estuve guardando durante estos dos años.

—¿El poco hombre de Matt volvió a venir? —inquiere. Hace por levantarse e irse detrás de alguien que no tiene vela en este entierro.

—¡No! —tomo su mano para hacer que se quede sentado. Observa nuestras manos, sujeta mi mano entre las suyas y deposita un beso sobre mis nudillos—. Lo que pasa es que... ¡Dios estoy tan feliz!

Eso hizo que su rostro se relajara, dejo de fruncir el ceño. La felicidad es tanta que me lanzo a sus brazos de nuevo.

—¡Wow! —exclama.

—¡Lo recuerdo todo! —digo eufórica, mi sonrisa hace que los ojos se me achinen—. ¡Por fin recuerdo quien soy, Steve!

—Oye, éso es una gran noticia.

—¡Es una excelente! —corrijo.

Me aparto de él y tomo una almohada para amortiguar el grito revienta tímpanos que estoy apunto de soltar. Escucho su leve risa al escucharme. Voy por la computadora, volteo la pantalla en su dirección para que vea los archivos. En lo que los inspecciona me dedico a saltar por la habitación, doy vueltas, salto, bailo, si fuera posible abriría la ventana para gritarle al mundo que perdí la amnesia.

—¿Dianne... tú? —las palabras se agotan en su garganta. Debe estar mirando la foto, la confusión es clara.

—Sí, lo sé es increíble ¿no? —cierro la computadora. Pongo el artefacto en algún lugar de la amplia cama—. Estuve en la primer guerra mundial. Tengo muchos más años de los que pasan por tu mente. ¿Thor a vuelto ya?

—Aún no —responde, atónito por la noticia—. Quiere decir que todavía no nacía cuando tú estabas entrenando para batallas en...

—Themyscira —aclaro. Hace un gesto con la mano señalando que a éso se refería—. Al parecer me gustan los hombres más chicos que yo. Soy una asalta cunas.

Baja el rostro ocultando una sonrisa... y el rubor de sus mejillas. Mi pasatiempo favorito será sonrojar a Rogers. Con agilidad rodea mi cintura tirando de mi cuerpo para que quede de nuevo acostada, por la sorpresa sólo acató a aferrarme a sus hombros. No se sube arriba de mí, se queda entre sentado y acostado a un lado mío pero eso si, su rostro a escasos centímetros del mío.

—En ese caso a mí me vuelven loco las mujeres mayores —de alguna forma su sonrisa logra ponerme nerviosa, volteo el rostro en un fallido intento de que no vea el color rosa que comienza a pintar mis mejillas—. Me gustas mucho, Dianne.

Le gusto. Mi mente queda totalmente en blanco ante sus palabras, Steve Rogers acaba de decir que le gusto, quizá no sea una novedad pero el escucharlo decirlo me hace sentir como una adolescente enamorada. Puede que suene cursi o cliché, pero en este momento siento un millón de mariposas en el estómago.

Busco el valor para poder mirarlo a la cara sin hacer que el color rosa se vuelva del mismo tono que el cabello de Nat.

—Sobre lo que dije anoche —argumento. Sus ojos me observan atentamente con cierto temor—, lo de que no quería que aceptes cervezas de nadie y la tal Zuly, bueno me refiero a todo lo paso.

Tal Para Cual || Legends #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora