Cap XL: Detalles

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El irritante e insistente sonido de un celular logra sacarme de mi bello sueño donde estoy a una frase de convertirme oficialmente en la Señora Rogers. El celular de Steve se quedo aquí anoche, la insistencia es de Fury. Lo más malhumorada que puedo estarlo tomo el aparato y atiendo la llamada, porque al parecer Steve Grant Rogers no lo escucha. 

—Espero sea importante como para despertarme a las seis de la mañana, Nicholas Fury —bostezo. 

—¿Prince? ¿qué haces con el teléfono de Rogers? —su tono de voz me dice que se esta imaginando cosas que no son. 

—No es lo que piensas —aclaro, mi voz suena ronca—. Steve olvido su celular aquí. ¿Qué necesitas?

—Dile que lo necesito en la base en cuanto lo veas. Necesito que haga una misión. 

—¿Sólo a él? —inquiero. Es raro pues aquí vivimos seis personas y nada más necesita a una. 

—Si, Prince, sólo a él. ¿Podrás darle el recado?

—A sus ordenes, jefe —cuelgo la llamada para seguir durmiendo al menos una hora más. 

Steve sale a correr todas las mañanas antes de las cinco como todo soldado. Conozco esa información porque rara vez suelo subir hasta la cima de la torre para ver el amanecer y desde allí lo veo correr por toda la ciudad hasta que son casi las nueve regresa. No es acoso, aclaro. 

Coloco el celular en el mismo lugar de donde lo tome. Anoche miramos la Sirenita 1 y 2, más aparte las películas de Asesino en casa, Cuando un extraño llama. Steve creyó que con estas dos ultimas me daría miedo y, como todo cliché, estaría acurrucada en sus brazos por el miedo; no fue así. Admito que me acurruque en sus brazos pero es por el frió que cala hasta los huesos. Lo ultimo que recuerdo es que nos quedamos ambos dormidos en los créditos de la ultima película. 

Agarro la almohada en la que ese hombre de metro ochenta apoyo su cabeza toda la noche, inhalo su aroma y la abrazo como si fuera él. No asimilo el hecho de que somos novios, y pensar que me caía mal por ser un mandon, machista, anticuado y el maldito hombre perfecto de mis sueños. 

Algo sobre el colchón capta mi atención. Éso no estaba allí. Una rosa color azul, que casualmente es mi color favorito, reposa sobre la sabana al lado de un papel doblado a la mitad. Huelo la rosa, y con una estúpida sonrisa desdoblo el papel; con una linda caligrafía en letra cursiva dice:

"Seré breve:

Ten un lindo día".

Repito: es un anticuado, romántico. ¿Por qué diablos tiene todo lo que me gusta? ¿por qué lo quiero y a la vez lo odio a veces? Sin duda seremos un lindo desastre los dos. Del otro lado del papel hay escrito otra cosa: el nombre de una canción. No tardo en encender mi computadora y buscarla. subo el volumen en lo que busco algo de ropa para irme a entrenar. 

Steve tiene buen gusto para las canciones debo admitirlo. Esta es ahora la canción que le pondré para cuando él me llamé. 

Tatareo la letra en lo que termino de arreglar la melena de león a la que llamo cabello. La tonta sonrisa continua conmigo al cepillar mis dientes; al tender la cama; recoger el desastre de quejamos anoche con Steve; al ir a la cocina por un tazón con cereal y un poco de fruta picada. Me siento en un nube, los nervios se apoderan de mi al pensar que dentro de poco lo veré de nuevo, me hormiguean los dedos. ¡¡Estoy eufórica!! 

Apenas soy consciente de cuando llego al gimnasio y comienzo a calentar. Tengo una lista de reproducción especial para cuando entreno; sin embargo ahora, por alguna razón, decidí buscar una con canciones cursis que lo único que están logrando es hacerme suspirar y recordar a Steve. 

Tal Para Cual || Legends #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora