Cap XLVI: Secuestro

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La cabeza me da vueltas, siento el estómago revuelto. Mi habitación da vueltas igual que ese rato juego de la feria, tengo que volver a cerrar los ojos y apretarlos para calmarme; ahora esta todo en su sitio, nada gira a excepción de las manecillas del reloj sobre mi buró.

Una manta cubre mi cuerpo, aún tengo puesto el traje. Me pregunto cómo rayos llegué hasta aquí hasta que recuerdo el incidente de hace... ¿cuánto estuve inconsciente? Ay, no, me perdí la telenovela.

Jamás pensé llegar a maldecir a un niño, pero espero que esa niña le vaya mal. Cambio mi traje por algo más cómodo para poder ir a buscar a los chicos.

No me siento bien para bajar los peldaños hasta la cocina, así que tomo el ascensor.

—¿A dónde se fueron? —digo lo que pienso.

El laboratorio. Ahí es donde deben estar. Desciendo hasta allá y efectivamente, alli están todos. Todos los pares de ojos se dirigen a mi, la angustia los abandona para darle paso a unas sonrisas, devuelvo el gesto.

—¿Estas bien? ¿qué fue lo qué pasó? —Steve viene hacia mi, me estrecha entre sus brazos—. Tony me llamo y dijo que estabas mal. Creí que te había pasado algo y...

—Steve, tranquilo, relájate ¿si? —lo miro a los ojos sin separarme de su abrazo—. Estoy bien, ¿que no me ves? Estoy bien.

Suspira. Planta un dulce beso en mis labios y nos reunimos con los demás alrededor de la mesa.

—En verdad tienes suerte, Maravilla. La dosis de sedante que usaron apenas logró hacer cosquillas en tu sistema, y eso que la dosis era la adecuada para dormir a un elefante. —informa Stark. Una so risita de alivio se asomó en su rostro—. Creímos que dejarías solito al Capipaleta.

—¿Sólo a él?

—Ok, a todos nos ibas a dejar. Pero que conste, a mi me gusta molestarles y si no estás ya no va ser divertido molestar nada más a la humana —reconoce.

—También te quiero, Tony.

—Dinos exactamente lo qué pasó —dice Nat.

—Luego de detener el auto, quise hacer algo bueno por la niñita que me aviso del ladron aue escapaba... me ofrecí a llevarla a su escuela de baile y la muy maldita me clavo una jeringa en la pierna. ¿Pueden creerlo? Estas generaciones de hoy en día son muy irrespetuosas.

—¿La niña te clavó una jeringa? ¿Que no tu piel es impenetrable? —Clint revisa algo en la computadora.

—¡Si! —Afirmo—. Era una de esas viejas de cristal.

—Duelen mucho —comenta Steve.

Esas agujas usaban en los tiempos de Steve. El pobre era puro hueso, imagino lo mucho que había de dolerle.

—Lo sorpréndete es que la dosis apenas te durmió unas horas, para una persona normal es un coma seguro. Necesitarían triplicarla para poder dejarte inconsciente en ése instante —habla Bruce.

Entonces el sedante fue como una pequeña caricia para mi. Nunca se sintió como eso.

—¡La encontré! —anuncia Tony. Todos miramos al filántropo con curiosidad, él y Barrón están frente al computador mirando fotografías—. En Twitter hay un video de Dianne hablando con La Niña, es tendencia, admiran su humildad; incluso hay un hashtag: I want to be a WW. Eres famosa, maravilla. Jarvis hizo un reconocimiento facial y pudimos dar con la madre, de la pequeña no encuentro ni siquiera el hospital en donde nació, parece que es una niña fantasma.

—Tiene suerte de que no golpeó niñitas —masculló.

—Pero de su supuesta madre sí encontramos información. —agrega Clint—. Su nombre es Doris Zuel, según esto, murió hace unos años por una enfermedad severa en la sangre. Era una doctora... y científica.

Tal Para Cual || Legends #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora