Pasión.
La mayoría de las personas lo relacionan con el amor. Y sí, la pasión es un sentimiento tan intenso que roza con el amor y el dolor, todo a la vez. Nubla la razón y domina la voluntad, ese es su poder. Aunque el tipo de pasión de la que hablo no es sobre una persona, sino sobre algo.
Dicen que lo descubres cuando te haces mayor; cuando has hecho y experimentado tantas cosas que todo es tan claro como el agua y tiene sentido. Cuando eres joven, según la mayoría de los padres, solo juegas o tienes pasatiempos; nada es lo suficientemente importante para llamarlo de esa forma.
Bueno, yo creo que esas son un montón de chorradas.
Ellos hablan con la razón, pero lo que no entienden es que, la pasión, así como el amor, no es un sentimiento racional. No se decide cuándo o cómo sucede, simplemente pasa. Te escoge. Por muy cursi que suene, es algo así como el destino, puede que en el camino te de pequeñas pistas que sin querer ignoras, pero al final te encuentra.
¿Cómo lo sé? Veamos...
Todo comenzó cuando era una nena irritante cuyo llanto era inaguantable. Ni sillas mecedoras ni canciones infantiles lograban apaciguarlo, y puedo imaginar que incluso los monstruos de debajo de la cama se espantaban por semejantes gritos. Pero Mozart fue mi anestesia, por así decirlo. Era acción de gracias, y mi abuelo Louis tocaba "Little Star" cuando llegamos a su casa para celebrar la festividad. Automáticamente mi llanto se detuvo, mi madre incluso dijo que me reí y aplaudí, por lo que desde ese entonces usaron la música para calmarme. Claro que en ese momento no lo supe por una obvia razón: era un bebé, duh. Sin embargo, ocho años después y tras haber fallado en todos y cada uno de los deportes existentes, supe que debía intentar otra cosa: La música.
Inicié con el canto y como no hice que los tímpanos de quienes me escucharan explotaran, continué practicando hasta volverme lo suficientemente buena. Tuvo sentido aprender a tocar un instrumento, aunque el proceso no fue nada simple. De hecho, fue un dolor en el trasero.
¡Fui pésima para la percusión! Rompí unos cuantos tambores así que descartemos ese.
Los instrumentos de viento me daban náuseas y nunca contuve el aire suficiente como para que una trompeta no sonara como un elefante con indigestión. Y si se preguntan, ¿Cómo suena un elefante con indigestión? ¡Ni idea! Pero mi interpretación con la trompeta debe acercársele bastante.
La guitarra no se me dio tan mal, si bien nunca sentí que fuera realmente lo mío.
Al final descubrí mi pasión donde todo inició, en casa de mis abuelos paternos. Mi hermano Sean y yo jugábamos a las escondidas, él contaba y yo tenía que esconderme, así que ocultarme en la habitación más alejada de la casa era el plan. Fue allí donde vi ese hermoso piano color caoba, iluminado únicamente con la luz de la luna que entraba a través de la ventana, y olvidé por completo el juego. Mientras lo admiraba me fui acercando, al llegar a él con mi dedo índice toqué una tecla y fue entonces cuando lo sentí. Debido al ruido del piano a Sean se le hizo sencillo encontrarme, pero a cambio también había encontrado algo que amaría hacer por el resto de mi vida.
Poco tiempo después el abuelo me enseñó a tocar, y al ver mi potencial comenzamos a tener una práctica cada fin de semana. Siempre fuimos unidos, pero compartir una pasión afirmó nuestro lazo. Era el pianista más apasionado que tuve el placer de conocer. Murió hace tres años y lo extraño todos días, pero en mi recuerdo siempre quedará grabada cada lección que me dio. En especial la última:
«Pequeña Sam, escucha muy atentamente mis palabras, ¿vale? Ama con todo tu corazón y vive la vida de la manera en quieras vivirla. Nunca te rindas. Nunca dejes de cantar con el alma y tocar con pasión. No dejes de soñar en grande. Nunca digas que no puedes ni permitas que otros te convenzan de ello, porque puedes. Puedes alcanzar cualquier objetivo, puedes volar... hasta las estrellas»
Lástima que no me advirtió a cerca de caer.
Esalección tuve que aprenderla por mi cuenta.
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I Hate Loving You©
Novela Juvenil[EN EDICIÓN] Las primeras impresiones no siempre son las correctas... ¿o sí? Samantha Ryan no tiene tiempo para distracciones del futuro que su padre tiene planeado para ella. Mucho menos si viene en un paquete de ojos azules, hoyuelos, y quien pued...