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Pequeño gran vacio

Tamara

— Y, ¿Cómo es a tu manera? —Pregunté sin poder evitarlo, realmente era curiosa.

— Ya lo vas ver. —El bicho contestó tirándose unos aires de misterioso, haciéndome reír, se me hacia raro estar en una situación así con él.

Hasta que un foquito de luz se prendió en mi cabeza, haciéndome entrar en razón. ¿Dónde estaba mi madre? Mierda, que suerte que no llego mientras yo estaba distraída. Caminé en dirección a la mesita de luz, sintiendo como el bicho no dejaba de mirarme, parecía que cada uno de mis movimientos estaba siendo analizado.

Agarre mi celular y mandé un mensaje al grupo de "Las Clinton's" luego de prenderlo.

«Las Clinton's»

«¿Dónde estás mamá?»
1:18 Pm

Gfesita
«Estoy en la casa de la abuela, ella
necesita que la cuidemos. Te quiero cariño, vuelvo pronto, besos.»
1:20 Pm

Clavé el visto sorprendida, estaba al tanto sobre el preocupante estado de mi abuela ya que recientemente la habían operado y necesitaba de muchos cuidados, pero no me espere que todos se vayan.

Bueno, mi hermana se fue de viaje con su novio y mi hermano estaba con mi padre, así que tenía la casa para mí cuando mamá no estaba.

Salí de mis pensamientos para decirle al bicho mi plan, pero acabe sorprendiéndome al sentir una cálida respiración chocar con mi oreja.

Alcé fugazmente la vista al espejo que se estaba frente a mí para verlo, encontrándome con la criatura leyendo mis mensajes recién enviados.

— ¿Qué haces? —Murmuré ofendida pero sin moverme, con su lento pero constante aire impactando sobre mí, logrando que me estremeciera— Bicho chusma. —Dije aún más bajo, mientras sentía mis mejillas arder y miraba al suelo, lo que provocó que él riera exagerando la situación y acariciando el pelo de mi nuca, haciendo que vuelva a temblar.

— ¿Te pongo nerviosa? —Inquirió juguetón, lo que es raro sabiendo que él nunca se portó así conmigo. Genial, considerando que no estoy segura de quien es ni de donde viene, 'Yei' pensé agotada.

— No. —Murmuré ya algo incómoda.

Me removí de entre su cabeza y su
cuerpo pegado al mío para retroceder contra el espejo— Ya basta. —Quise retroceder al ver cómo volvía a acercarse, pero caí sentada sobre la mesita de luz.

Este es el karma escupiendome en la cara.

La luz del sol de la tarde golpeó mis ojos con ganas, encegueciendome.

Con desesperación comencé a parpadear, intentando ver mientras sentía a la criatura cerca de mí, pero a su vez a una distancia normal.

Me relajé al notar que no se iba a acercar más.

— ¿Falta mucho para que me cuentes? —Hice un puchero evitando hablar del sin duda, momento turbio que acaba de pasar.

El bicho sólo se limitó a murmurar un confuso 'si' en respuesta, dejando de lado al igual que yo, lo que acababa de ocurrir.

A Través Del CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora