Terry tenía la mirada fija en el dosel de la cama. —Sentía como si un desfile de caballos le retumbara en la cabeza y la boca le sabía tan asquerosa como el suelo que los caballos dejaban a su paso. —la noche anterior había traspasado su límite con el alcohol.
Cerró los ojos, pero sólo consiguió que los caballos aceleraran el paso, se puso de pie con dificultad y agarro el frasco de pastillas, estaba a punto de ingerir una, cuando recordó las palabras de su amigo Walter..—apretó los ojos, sacudió su castaña melena y caminó de regreso a su cama, tendría que soportar el dolor de cabeza producido por la resaca.
La cabeza le daba vuelta y se preguntaba ¿Por qué había aceptado ir con Candy a casa de Beatrice? Debía haber sospechado que se trataba de una trampa. —Había notado cómo, desde que se casaron, la mujer lo vigilaba con los anteojos en todas las reuniones de los burgueses en donde los miembros de la compañía Stratford eran invitados.
Tendría que haber huido en el mismo momento en el que cruzó el umbral de su puerta y vio que no habían más invitados.
Un recuerdo intentaba colarse en su consciencia pero lo reprimió.
¿De qué habían estado hablando las mujeres justo después de cenar? Beatrice lo había visto extrañamente cuando Candy y él se marcharon. —lo miraba con mucha intención; estaba demasiado borracho para haber notado cualquier cosa.
El inquietante recuerdo intentaba emerger a la superficie nuevamente. —No le hizo caso.
Candy se pasó todo el camino a casa en el coche lanzándole miradas. —Miradas ebrias. Ella también había bebido demasiado. —La pobre debía sentirse probablemente peor que él.—Con suerte no estaría vomitando en la habitación.
¿De qué habrían estado hablando Beatrice y Candy? Sonrió... El recuerdo que con tanta perseverancia había estado ignorando bramaba en su consciencia. —Se dio la vuelta y sepultó la cabeza bajo la almohada. —Lo había hecho. —Le había contado a George su secreto. —Estaba más borracho que una cuba y habló más que una loro.
¿Qué diablos iba a hacer ahora?
—¿Terry?
—Márchate, Mark.
—Pero...
—Mark, si quieres mantener el empleo, te irás ahora.
—Pero...
—Ahora.
—Muy bien. —Mark Inhaló profundamente—. Aquí tengo una botella para ti.
La han traído de casa de la señora Beatrice y el señor Johnson. ¿Dónde quieres que la ponga?—En el escritorio. ..Terry sonrió en tono grave con la cara tapada por la almohada cuando oyó la puerta cerrarse. ¡Gracias a Dios! —No podría soportar que Mark lo hubiese visto..—No podría soportar que nadie le viera. ¿Guardaría George su secreto? —George sabía lo desagradable que eran los burgueses.
En realidad, contar la historia de Terry también dañaría a Candy y eso a Beatrice no le gustaría para nada, la mujer quien era una de las socias de los Ardley, le tenia mucha estima a la joven rubia.
Con toda seguridad, George, no mencionaría ni una palabra de su humillante secreto. Excepto a su esposa Beatrice.
—Por Dios! George le había dicho que podría ayudarlo. —Valdría la pena llegar a una humillación extrema si se curara de su aflicción, las cuatro semanas ya se habían cumplido y la Poción Mágica seria el estimulante que necesitaba para tener el valor de intentarlo...— ¿Sería esa botella el licor milagroso?, se puso de pie para verlo con sus propios ojos.
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Locura de Amor
FanfictionDespués de la separación con Terry, Candy se refugió en su trabajo para no volverse loca de dolor al haber renunciado al hombre que amaba con toda su alma. Años mas tarde, al enterarse a travez de Annie que el compromiso entre Terry y Susana había s...