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2015

Su móvil sonaba y en la pantalla alumbraba el nombre de Elizabeth, la joven rodeó los ojos y activó el modo avión del teléfono. No quería hablar con ella, no deseaba volver a lo mismo de siempre: ir hasta su casa, beberse unos whiskys, escuchar que lo que le sucede con ella es solo con ella pero que no le gustan las mujeres, acostarse con ella para demostrarle todo lo contrario y después arrepentirse al verla en el rodaje. No sabe ni cómo empezó todo, ni cómo fue tan tonta de liarse con la directora de la película, es que ni siquiera le gusta el whiskey o la idea de una relación tan pronto. No quería pensar en eso ahora así que se colocó los audífonos decidida a perderse en las hojas caídas que adornaban Central Park. ...I can see the pain living in your eyes... (puedo ver el dolor viviendo en tus ojos) ...And I know how hard you try... (y sé cuánto lo intentas) ...You deserve to have so much more... (tú mereces tener mucho más) Era la milésima vez en el día que reproducía la misma canción, y escucharla paradójicamente la hacía feliz. ¿Masoquismo? Quizás, pero no podía sentir otra cosa ante la demostración de que hay amores tan grandes, y eso era para ella esta canción… Bueno, también era algo más, mejor dicho: alguien. Al oír estos temas el delgado y empalidecido cuerpo de Rebecca dejaba de contener su alma y ocupaba la de ese alguien. Eso le gustaba, le gustaba sentirse Andy y buscar entre extraños quién podría ser la posible mujer secreta de él. ¿Obsesión? Probablemente. La verdad es que cualquiera podría diagnosticarlo.
Ambas opciones: la canción y la nueva ruta a casa, fueron elegidas por el mismo motivo desde hacía cuatro meses. Pero nunca vivió de opiniones ajenas, sino por lo que le hacía bien. Sabía encontrar colores en cualquier tarde gris y Andy era una tarde ideal de tormenta. No reconocía su nueva afición por la lectura porque nunca le había dedicado demasiado tiempo, pero más que su obsesión, la volvió su rutina. Supuso que se debía a que realmente no amas la literatura hasta tropezarte con el autor indicado y eso parecía ser Andy, aquel que al igual que ella amaba en silencio. Ser testigo de esa historia era un descanso de su miseria. Por eso, sin nada que ofrecerle a su máxima expresión de amor platónico o romance poético, ella se descubrió un día enamorada de su forma intensa de amar. Tal vez porque pensaba él que era todo lo que le faltó a Élise: intensidad, realidad, amor.
Había saludado al portero que la había hecho entrar y había tomado el ascensor hasta el penthouse en la última planta del enorme edificio. Entró ansiosa desvistiéndose como siempre y quedándose en solo una camiseta negra, se llevó a la terraza el portátil cuando recibía una notificación de que el blog de Andy había sido actualizado. Así que preparó una copa de vino, apagó la luz de su habitación, prendió las velas aromáticas, reprodujo la misma canción y tomó asiento en el escritorio frente a su ventana, a leerlo tranquilamente. ...You deserve the chance at the kind of love... (te mereces la oportunidad de un tipo de amor) ...I'm not sure I'm worthy of... (del que no estoy seguro de ser digno)

My Dearest:

Dicen que en esos últimos segundos vemos los fotogramas de nuestros momentos más felices. Bueno, si me pidieran un título para ese filme, definitivamente sería tu nombre. Porque cierro los ojos una y otra vez y en cada secuencia aparece tu dulce sonrisa. He concluido, entonces, que mi paso por la tierra se resume a ti... Y no podría estar más feliz por eso. De nada me valen las horas prestadas, no te tengo conmigo y los días perdieron su sabor. Tal vez por eso muchos creerían que pasar esta etapa a tu lado sería lo más oportuno, pero no lo es. Sospecho cómo tu imagen de mí se hará cada vez más rota y cómo me dolerá asomarme a los cristales de tus retinas –cuando siempre lo he amado–, porque seré el único motivo de tu tristeza, arruinaré tu vida y tu pasión por ella. Y no quiero ser eso para ti, no quiero romperte, no quiero seguir haciéndote sufrir si todo lo que me has dado han sido alegrías. Esto es mi culpa y de nadie más, merezco padecerlo a solas y lo haré feliz desde la conciencia de que estoy salvando tus lágrimas. Mis palabras siempre han sido sinceras, como la entrega de mi alma, quien, tras mi partida, seguirá estando en casa, contigo... Pero ni eso sabrás, como tantas otras cosas... Porque ojalá pudiera pedirte que me esperes, que nunca olvides que te amo pero ¿para qué hacértelo difícil con esperanzas en blanco? Me marché, no formo parte de tus días para evitarte un angustioso recuerdo, prefiero el odio que puedas sentir ahora, a tu dolor incesante. Soy incapaz de negarle la vida a quien me enseñó cómo vivirla. Tú no te preocupes por nada amor, ese no es tu trabajo. Vive, tú que puedes...
                                  
                                   Always, yours.

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