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2016

–Donna Hi! –saludó Becca haciéndola entrar a casa–. Gracias por traerme a las pequeñas, ya la extrañaba –dijo abrazando a las niñas.
–Yeah, Montserrat está trabajando y no quería dejarlas solas en casa con las niñeras –dijo Donna acomodándose en el salón.
–Sí sabes que para eso están, ¿verdad? –bromeó Becca desde la cocina. Estaba buscando otra copa de vino para que Donna se uniera a ella y unas golosinas que siempre guardaba para darle a las gemelas cuando iba a verlas.
–Becca me llamó Nashen Moodley –dijo Donna mientras Becca volvía al salón―. En junio como todos los años realizará el Festival de Cine de Sydney y necesita la confirmación de tu participación.
–¿Por qué si yo nunca voy? –cuestionó sentando a Viví en su regazo.
–Es que te van a hacer un homenaje este año y entregarte el premio especial del festival y sería desagradable que actuaras como Katharine Hepburn o Woody Allen y no asistieras. Además ellos podían permitírselo, tenían mucha reputación y fama y tú por la industria precisamente no eres la más adorada de las estrellas.
–Pero si yo ni soy australiana –continuó poniendo pegas mientras revisaba si había recibido algún nuevo mensaje.
–Aparentemente no importa, tus películas han tenido gran éxito en Australia y ya que la crítica te ha reconocido tanto en estos años, ellos quieren sumarse.  Mira, sabes que nunca te obligo a nada pero de verdad creo que es una gran oportunidad y que deberías aceptarla. No tienes que estar los 12 días allí pero al menos el día de tu reconocimiento y un par más. Así tienes ocasión de conocer a Andy también, yo buscaré su dirección, pero ve.
Rebecca suspiró con malestar pesadamente, no estaba convencida de aquello, no quería invadir la vida de Andy espiándole de nuevo y rastreándola y aquel tipo de eventos tan falsos solo le causaban náuseas. En ese momento se dio cuenta que probablemente Élise estaría allí porque nunca perdía la oportunidad de presentarse en cualquier evento de cine, incluso si no era invitada ella buscaba la manera de asistir y esta no sería la excepción. La sola idea de verla y tener que mantener las formas, actuar como si nada hubiera pasado, como si ella estuviese perfectamente, le provocaba un inmenso rechazo.
–Donna, no iré. Diles que estoy complicada con mi agenda y yo ya grabaré un video de agradecimiento para que lo pongan y te envío a recoger el premio a ti o alguien de por allí, no sé.
–Creo que conseguirán que Air Supply se presente el mismo día del homenaje –continuaba Donna tratando de convencerla.
–Uff, no, ni por ellos. De verdad que no puedo, no estoy preparada –respondió agobiándose y le dio un largo trago a la copa.
–Bueno, no diré que no, diré que harás lo posible pero que no es seguro, aun te quedan un par meses para pensártelo con calma.
Donna perseguía a Viví que insistía en tocar todos los objetos del lugar y podría dañarse. Bromeó con Becca sobre cuánto parecía aquel sitio el túnel del terror pero ella le devolvió la broma diciendo que no sabía que una mujer soltera tenía que poner la casa a prueba de niños, lo cual le parecía una estupidez innecesaria y moderna porque hasta la fecha todos habían crecido sin problemas en casas que no estaban llenas de rejillas en las escaleras ni cajones con truco ni esquineros engomados y habían salido bien, y las dos rieron. Se levantó como ordenó Donna para mantener en control a Fernanda que estaba abriendo la puerta de la terraza y se dio cuenta de aquello que llamaban instinto materno, que lo percibía constantemente en su amiga.
Siempre que hablaban se veía que no estaba en paz, que estaba inquieta mirando todo lo que hacían sus hijas, vigilando y cuidándolas desde la distancia y cómo inmediatamente podría salirse de cualquier conversación para “salvarlas de los peligros que la rodeaban”. Ella sentía que nunca podría ser así aunque quería, era demasiado despistada. Donna aseguró que es algo que surgía junto con la maternidad, algo que se desarrollaba por su cuenta sin que lo notara, que el día que tuviera hijos lo sentiría ella también. Pero no estaba segura, sin dudas su madre no tenía ningún tipo de instinto maternal, jamás la abrazó, le dijo te quiero, estoy orgullosa de ti, solo le daba órdenes y le gritaba si no las cumplía. Tal vez habían madres sin instinto maternal porque a la suya le bastó escuchar que le gustaban las mujeres para prácticamente matarla a golpes y echarla a su suerte a la calle en plena adolescencia. Tal vez por eso ella venía atrofiada y por más que quisiera hijos no sabría protegerlos nunca, quizás por eso necesitaba constantemente que la cuidaran a ella, quizás no aprendería a valerse por sí misma y quizás solo era una egoísta inmadura que quería creerse grande. Que tenía 34 años solo porque lo decía el certificado de nacimiento, pero mentalmente no tenía más que 10 todavía… No sabía cómo Andy era tan madura, tan fuerte, tan sacrificada y autosuficiente para enfrentar semejante situación de aquella manera…
–¿Y qué tal todo con Andy? –preguntó Donna cuando ya parecía tener bajo control a las gemelas que dibujaban en el suelo, y Becca sintió que le había leído el pensamiento.
–Bien supongo, aunque hoy no ha escrito mucho. Tal vez no se siente bien… No sé, es que empieza la semana que viene otra ronda de quimioterapias y bueno, no creo que esté muy bien ella –dijo y suspiró con amargura deseando poderla acompañar en el proceso.
Desde que empezaron a hablar había eliminado de su vida un poco aquella locura en la que vivía destrozándose ella y a todos a su alrededor. Intentaba estar más centrada y ayudar a Andy. Se dio cuenta que era una egoísta quejándose todo el tiempo porque su ex la había abandonado sin pararse a pensar todas las personas que estaban en una situación muchísimo peor que la suya y una de esas era Andy. Ahora en su vida Becca no tenía lugar ni para amigos, ni fiestas, ni amor... Ahora todo lo que tenía era a ella...
–Donna, ¿cómo hiciste tú para soportar ver que Montserrat grabara diariamente escenas románticas con esa ex que era como que el amor de su vida? Es que yo no me veo capaz, sabiendo todo lo que pasa detrás de cámaras, todo lo que uno siente a pesar de estar trabajando, las bromeas y los tonteos en las entrevistas que siempre terminan en algo más, no sé si podría ver eso…
–Bueno, no fue fácil, yo soy bastante celosa igual que tú pero confío mucho en ella. Me ha demostrado que no le interesa nada que no sea yo y que claramente no quiere estropear esto que fue tan difícil de tener.
–Sí, esa es la versión para el público, ahora dime de verdad –se burló Becca.
–Tienes razón, fue un infierno –confirmó mirándole a los ojos―. Yo tenía miedo de que confundiera los sentimientos, que renaciera lo que sintieron antes y desde el primer día hasta hoy verla en pantalla con alguien más me mata de celos, pero es su trabajo. Además es como si ella continuara molestándose por lo que escribo pensando que hablo de otras mujeres o pienso en ellas. Todo eso está superado de momento porque en mi caso estar presente en los rodajes, el que me haya hecho parte de ese lado de su vida, ver que no es algo tan íntimo o romántico como parecen en la televisión, alivia un poco –aseguró Donna sin convencer a su amiga que había encontrado más que románticas aquellas escenas con la rubia y pensó que tal vez se debía al hecho de que cuando uno está enamorado el lugar y el cómo deja de tener importancia, se borra el mundo y sola aparece la magia, al menos eso sintió ella.
Yo la conozco perfectamente –continuó Donna sacándola del ensimismamiento― y sé cuando está actuando y cuando está sintiendo, por eso las primeras veces tuvimos unas discusiones monumentales porque yo veía que sentía algo raro por esa mujer y temía mucho perder a mi familia –dijo besando la cabecita de Fernanda–. Pero uno no puede evitar el destino ni los caminos por los que nos va a llevar así que dejé de castigarme y esperé a que nunca se fuera, que estuviera conmigo por elección y que actuara consciente de lo que tenía y podía perder, y hasta el momento ha dado resultado. Aquí seguimos desde hace más de seis años.
–Es que yo… no sé. Siento un poco de celos creo… con Andy, no sé, como una punzada en el estómago. Sé que es distinto y que yo la conocí enamorada de otra pero ahora la leo diferente. Como si deseara que estuviera escribiéndome a mí y que no encontrara ya a esa chica –dijo entregándole un suspiro al atardecer–. Siempre estoy en la estúpida espera de que diga que ya no puede escribir de ella, que eso sería engañarme a mí y que comience a dirigirme sus cartas pero supongo que eso es una estupidez.
–Lo dijiste tú, que conste –bromeó Donna–. Becca tienes que darte cuenta que si Andy hace eso perdería todo su encanto, ese amor que tanto admiras se quedará sin significado si ella deja de sentirlo solo por escribirle a una extraña durante un par de semanas. Justo le quieres por amar tan bonito… No te crees ilusiones en vano que te van a romper más de lo que ya lo estás.
–Puede que tengas razón, como siempre –concluyó mientras volvía a mirar el móvil.

Habían pasado varios meses desde que se comunicaban frecuentemente por mensajes. Y aunque no había dicho el porqué, Andy le había agradecido a la trigueña el aparecer en su vida justo en el momento que lo hizo y aquello le bastó a sus mariposas de papel para emprender el vuelo a pesar de los consejos que Donna continuaba dándole al verla cada día más involucrada. Estaba feliz por haber dejado de verla tan triste y desordenada, lo apreciaba, pero también veía que iba acelerando camino a estrellarse contra el próximo muro, pero ella no podía evitarlo si Rebecca decidía hacerlo.

Probablemente no me creas pero antes de ti jamás le contesté a ningún lector. Bueno, te habrás fijado en la sección de comentarios que están sin responder. Tampoco es que me lean demasiadas personas, pero con las pocas que me han escrito nunca he sentido interés en hablarles, no le veía sentido.
Recibido 8:09pm

Claro que te creo. Yo tampoco pensé nunca que estaría mensajeándome con una bloguera jajá. ¿Y por qué a mí sí me escribiste?
Enviado 8:11pm

La verdad no lo sé… Es difícil de explicar. Quizás fue el hecho de que averiguaras hasta mi correo personal para poder hablarme, pero sentí una fuerte urgencia por contestarte, por conocer a la persona detrás de esa locura. Y ahora no me arrepiento de haberlo hecho, tu presencia ha cambiado el color de esta pesadilla. Hace que todo esto sea un poco menos amargo, gracias por aparecer.
Recibido 8:17pm

Rebecca se emocionó mucho con aquel mensaje, el cuerpo, la casa, New York le venían pequeños para la enorme sensación de felicidad que se expandía dentro de ella. Lo más bonito, de hecho lo único bonito que tenía era Andy, y saber que para ella tampoco era cualquier persona era increíblemente satisfactorio. Le encantaba poder hablar con alguien con tanta franqueza y claridad, sin trabas, sin muros, sin defensas, aquello era demasiado agotador. Que ambas se hubieran escrito por algún tipo de energía universal que las impulsaba a hacerlo le pareció el comienzo idílico de la más bonita historia de amor. Que Andy estuviera casada con un tipo y enamorada de otra, ya no tanto. Pensó en la suerte de esa chica. Tenía claro que sus ganas de estar con Andy eran mayormente ganas de poder ser amada del modo tan especial en que ella lo hacía…
Rebecca magnificó sus emociones por inercia, porque ella era así. No le importaba estar creando expectativas en vano sobre un libro del que desconocía la portada, ella lo hacía a conciencia, aunque al resto le pareciera enajenada. Y era la primera persona que había conseguido hacerla... sentir después de Élise... No sabía qué, pero con recuperar la simple capacidad de la que la rubia la había amputado, estaba suficientemente complacida.

Tras bastidores | Completa | Temática LésbicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora