Parte 7: Entregas

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7-Entregas

**Haruka**

Voy por la tercera planta regando y veo que esto no tiene fin. Suelto la regadera y estiro mis brazos hacia arriba resoplando por lo cansado que estoy. Esto no es lo mío. Regar plantas, limpiar el tatami, obedecer a rajatabla a mi padre....dioses, necesito algo de acción en mi vida. No siempre se tienen quince años.

-¡Sen-nii!- corro hacia mi hermano al ver que va con la bolsa que suele llevar cuando Bya-nii le manda a algún recado al mercado. -¿puedo ir yo al mercado? Por favor...-

-Claro, vente conmigo, así aprenderás-

-Puedo hacerlo solo, soy mayorcito. Tensa va solo por todo el hanamachi y no le pasa nada-

-Mm...pero ese muchacho no es un bello Kuchiki como nosotros- aunque me lo diga en tono de broma, cada vez que menciono a mi amigo Tensa, a mi hermano Sen se le ensombrece la mirada. Mejor no mencionarle más, no me gusta disgustar a ninguno de mis hermanos.

-Te prometo que tardaré poco. Soy muy rápido y puedo moverme mejor entre el gentío. Si vas con ese kimono tan caro, te lo destrozarán, Sen-nii-

-En eso tienes razón, además el kimono es de Soujun y no me gustaría tener que darle una mala noticia. En fin...ten cuidado y compra lo que Byakuya ha apuntado en esta lista-

Agradezco con una reverencia la paciencia y confianza de mi hermano y cojo la bolsa para salir corriendo fuera del hanamachi. No me supone ningún peligro salir de nuestra zona de seguridad y miro con atención lo que hay en los puestos del mercado de la capital en cuanto llego. Uau...hay muchas cosas, seguramente han traído cosas de países extranjeros y eso para mí es una debilidad. Pese a lo que opine mi familia, yo no estoy en contra de que los extranjeros vengan a nuestro país, es más, admiro a los grupos rebeldes que están enfrentándose al emperador, porque al menos ellos quieren modernizar nuestro antiguo país.

Me detengo y dejo paso a unos guardias del shinsengumi que van vigilando toda la zona de un lado a otro. Sigo mi camino ignorándoles hasta que veo como en un callejón está el líder de los rebeldes de Kyoto, la mole, Zaraki Kenpachi. Por lo serio y vigilante que está, imagino que se ha escondido para que los del shinsegumi no le vean, así que me acerco suscitando su curiosidad y le hago una señal para que salga.

-No hay peligro, ya se han ido- Zaraki sale de entre la oscuridad intimidándome un poco con su estatura ya que apenas mi cabeza le llega a la cintura y precisamente no quiero mirar el bulto que le asoma bajo los pantalones rotos que lleva.

-Es la primera vez que una mujer me ayuda a librarme de esos cabrones-

-¡no soy una mujer!! ¿Por quién me has tomado? Tsk! que desagradecido...- Zaraki abre su ojo sano de par en par y se inclina hacia mí para mirarme como si fuera un bicho raro. Me sonrojo molesto por tener tan cerca su rostro, aparte que me impresiona ver la cicatriz que le recorre la mitad de la cara. Es espeluznante. Me pregunto cómo se hizo esa herida, porque ha participado en muchas batallas a lo largo de su vida.

-Pero qué.....- me quedo boquiabierto cuando sus enormes manos me aprietan el pecho como buscando algo y en cuanto me doy cuenta, le doy un manotazo haciéndole reír con sorna.

-Efectivamente eres un niño. Que decepción....-

-Ignoraré esa falta de respeto porque hay algo que quiero pedirte-

-Ja? ¿El qué? No te debo nada solo por haberme avisado de que puedo salir sin que me vean-

-Déjame unirme a tu grupo de rebeldes. Quiero salir de la capital, tener aventuras ¡manejar la espada como un auténtico samurái!!-

"Kimono abierto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora