Capítulo 22

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El profesor gritaba, parecía que era para lo único que sirve además de dar ordenes. Pero, aún con sus palabras de advertencia, mis ganas de mover mis cortas piernas al mismo ritmo que las demás se iban a cada respiración que daba.

A mi alrededor, muchachas sudorosas y con la respiración entrecortada, se animaban a seguir intentando mantenerse de pié por miedo a que el señor con silbato las ponga a hacer flexiones.

Pero mi vida dependía de tirarme al piso como si me hubieran dado una bala en la espalda.

El frío piso me recibe mientras yo, como toda una dramática, hago que todo mi cuerpo sufra por un pequeño dolor por la caída fuerte. Algunas de mis compañeras que habían visto todo el espectáculo se reían, pero sabía que ella querían hacer exactamente lo mismo que yo.

Pasaron segundos en los que yo seguía en la misma posición sin algún regaño del mayor, por lo que me pareció extraño y giré mi cabeza para el otro lado, se había puesto a hablar con la profesora de lo varones.

Sí, raro que no nos hayan puesto a las chicas a la mujer y a los varones al hombre. No entendía por que nos pusieron a él, ¿acaso teníamos cara de ser hombres?

Al darme cuenta que mi nota del trimestre dependía de mover mis piernas, suspire intentando ahogar mi llanto y me pongo de pié con un poder sobrehumano justo cuando el hombre se da vuelta y hace zonar el objeto naranja que colgaba de su cuello indicando que el sufrimiento paró sin saber que yo no había hecho casi nada.

Varias de las chicas presentes al escuchar tal sonido quedaron aturdidas pero felices. El hombre nos hacía correr demaciado.

Como verán, mi debilidad era el deporte. ¿Caminar? No tengo problema, pero más de eso, es la muerte para mí. Tal vez sea por que solo salgo de mi casa para venir a la escuela o ir a comprar, pero era obligada a ir. No era que odiaba el mundo exterior, bah, bueno; sí, pero tampoco tenía las ganas ni los por qué; mis amistades podía contarlas con una sola mano y hasta me sobrarian dedos, por no decir lo cinco.

Aunque estos últimos días he estado mejorando mis habilidades con la materia, por suerte he recibido apoyo y ayuda.

Pero justo hoy no pude dormir, un trabajo práctico fue lo que me mantuvo despierta hasta las cuatro de la mañana, me sentí la cosa más tonta. ¿Olvidarme de un trabajo? ¿Desde cuándo?

Desde que Park Jisung me había besado, otra vez.

¿El por qué de la emoción? Fácil, este beso había sido más apasionado; según yo, muy sensual de su parte. Aunque, en sí, ese chico ya era sensual, un beso así no sería extraño.

Pasé todo el día pensando en ése suceso. Aún sigo sintiendo el toque de sus labios y cuando me acuerdo de todo me muerdo el labio inferior; como ahora.

— Bueno, chicas —Habló el entrenador con una pelota de basquetbol en sus manos—. Partido de básquet, hagan dos equipos y el ganador tendrá el privilegio de hacer lo que quieran en la otra cancha, el perdedor se dividirá en dos y volverán a jugar hasta que termine la clase.

— ¿Y si empatamos? —Consultó una compañera con el brazo hacia arriba.

— El primer equipo que anote 5, gana.

Algunas, mientras explicaba, se quejaban, algunas querían jugar vóley y otras directamente no hacer nada con la excusa de que ya habíamos hecho mucho.

Y yo estaba apoyando a las que no querían hacer nada, pero en silencio.

⌜Chico malo⌝ Park Jisung  ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora