|Capítulo dos|
Pronto estarás dentro de un ataúd.-Dije mirando la imagen de mi querido amigo Jerry.
Lo llevaba espiando casi toda la semana y de lo único que me pude dar cuenta es que era un estúpido.
Camine hacia mi maleta y saqué el pequeño maletín lo coloqué en la mesita de centro de la sala y me senté a ver el televisor un rato. Comencé a sentir los ojos pesados y me termine quedando dormida.
(…)
La alarma de mi móvil comenzó a sonar así que tuve que despertar. Me froté los ojos, me estiré un poco y me di cuenta que estaba adolorida por haber pasado toda la noche en el sillón. Apagué la tv y subí a darme una ducha.
Solo unos diez minutos, me coloqué una polera gris, una chaqueta de mezclilla arriba, unos jeans y unas zapatillas negras, me hice una trenza y salí. Bajé rápidamente las escaleras, tomé el maletín y mi móvil. Entre al auto y lo eche a andar.
—Veamos Jerry. —Dije tomando sus papeles y mirando la hora. — Debes de estar en el museo de historia a las diez treinta. —Sonreí y conduje hacia allá
Cuando llegué aparqué el auto en el estacionamiento del edificio de enfrente, me coloqué unas gafas negras, tomé el maletín y me dispuse a entrar al edificio. Entré al elevador y presione el último piso, el techo.
Al detenerse mire hacia todos los lados en busca de una cámara y cuando no vi señal de alguna, camine hacia la orilla del edificio y me di cuenta que había algunas ventanas, busqué una cerca del museo y cuando tuve una, saqué las cosas del maletín.
La pistola estaba en el centro, coloqué mi ojo en el pequeño lente y utilice el zoom, comencé a buscarlo por todas partes pero solo encontraba: señoras, niños, estudiantes un chico rubio pero se veía que era castaño, más hombres, él chico rubio caminaba y su cabello me llamaba la atención.
¿Cómo se llamaría? Era muy guapo. ¡Mierda __________ concéntrate!
Sacudí mi cabeza y miré el reloj 10:30, seguí buscándolo y entonces lo vi pasando a lado del sensual chico rubio mal teñido.
—Bingo —Dije sonriendo.
Moví el arma hacia Jerry y cuando se quedó observando una pintura, el chico rubio paso y comenzó a cerrar las ventas.
—¿Qué mierda haces? —Susurré enojada.
Hice un poco más de zoom y cuando estaba apunto de jalar del gatillo el pendejo del rubio cerro la ventana. Minutos después se comenzaron a escuchar disparos y muchos gritos, personas corriendo, y otras muriendo.
¡Oh Genial! Ahora tendría que ir yo misma a matarlo. Guarde todo de nuevo, pero solo tome una pequeña arma y la escondí dentro de mis jeans, tomé él maletín y fui hasta el elevador, al llegar al estacionamiento tomé el auto y lo aparque cerca del museo.
Salí de allí y mientras todas las personas corrían yo caminaba con prisa, al llegar al museo, entre con cautela y noté que todas las pinturas ya no estaban, pasaba por los cuerpos de las personas muertas.
—No te muevas pequeña—-Advirtió y coloqué mi mano en mis jeans.
Me giré y me encontré con el rubio mal teñido.
—Bonito lugar para guardar un arma. —Dijo mirando mis jeans.
Lo fulmine con la mirada.
—¿Qué hace un rubio mal teñido robando pinturas? — Pregunté divertida.
-¿Qué hace una pequeña aquí con un arma dentro de sus jeans?-Preguntó y deje de sonreír.
—¿Has visto a un agente al señor que estaba a tu lado? — Dije y él se cruzo de brazos.
—Lo maté. —Aseguró riendo.
Las patrullas y ambulancias comenzaron a sonar. Miré a los ojos al rubio.
—¡Salgan con las manos en alto! —Gritaron desde afuera.
¡M I E R D A!