|Capítulo cuarenta y cinco|
A Michael y a mí nos mandaron a organizar los archivos que se ubicaban en el sótano. Eran bastantes y al parecer nunca terminaríamos.
—¿Cuánto tiempo tendrán sin acomodar?—Preguntó mientras colocaba unos documentos en el estante.—Pediré un pago extra por esto…—Comencé a reír.
—Es tú culpa así que no te quejes.—Dije mientras le sacaba la lengua.
—Ya te dije que lo siento, además no planee que me dispararán.—Contestó haciendo una cara triste y yo sonreí.
—Lo sé…
…
Cuando terminamos de acomodar todo y terminar más que llenos de polvo cada quien regreso a su oficina.
Tenía que arreglar mi oficina ya que había muchos archivos por todas partes y muchas otras cosas, pero es que casi no tenía tiempo de arreglarlas. Coloqué a mi banda favorita en el computador y mientras esta sonaba a un volumen bastante alto comencé a recoger cosa por cosa.
—¡________!—Gritaron detrás de mí, di un saltito provocando que todos los papeles volaron por todas las direcciones.
Sin darme la vuelta, trate de controlar mi respiración ya que sentía mi corazón latir muy rápido por el susto. Luego me di vuelta y me encontré con el rubio mal teñido sonriéndome socarrón.
—Hola, pequeña.—Saludó entre risas.
—No es nada gracioso.—Comenté mientras le sacaba la lengua.
Paré la música y me puse a recoger los papeles.
—Lo siento…—Dijo Niall ayudándome a recogerlos.
Le sonreí, él dejó los papeles en el piso y se acercó a mí. Tomó los papeles que tenía en la mano y los dejó quien sabe dónde, me tomó de la cintura y en un rápido desliz termine debajo de él. Me miró directamente a los ojos.
—Me encantas, ¿Lo sabes?—Preguntó mientras me daba un pequeño beso en la nariz y luego en la frente, en ambas mejillas para terminar por último en mis labios.
Enredé mis brazos alrededor del cuello de Niall y lo acerqué más a mí, su lengua jugaba con la mía, mordió levemente mi labio inferior y solté un gruñido. Metió su mano dentro de mi blusa y comenzó a acariciar mi vientre.
—La puerta…—Musité entre besos.
—La cerré con seguro.—Respondió y me sacó la blusa.
Sus labios atacaron mi cuello y solté un enorme suspiro. Se sentía tan bien tenerlo tan cerca.
—¡Niall, sé que estás ahí dentro!—Gritaron desde el otro lado.
Niall se detuvo en seco y me miró a los ojos.
Era Annabeth.
