-Entonces la raíz cuadrada de...-Amaia se detuvo en el umbral de la habitación de Isabel y los vio mientras Alfred le explicaba la tarea. Puso los ojos en blanco cuando vio la cara de ella. Estaba completamente embobada con él. Sonreía asintiendo con la cabeza mientras él explicaba cosas que ella ni siquiera estaba escuchando. Rió divertida cuando Alfred levantó la vista y sus ojos se cruzaron con los de ella, sabía que Alfred había estado escuchando los pensamientos de Isabel. Y ella aunque no los escuchara podía imaginarse perfectamente cuales eran.
-Perdón que interrumpa.-Dijo riendo.-Pero la cena está servida. No se si a los ángeles os gusta el pescado.-Alfred le sonrió con cariño.
-Está perfecto.-Amaia sintió cierto hormigueo en el cuerpo al ver aquella reluciente sonrisa. Si todos los ángeles eran así ella quería irse directo al paraíso...lo vio carcajear.
-¿Has escuchado eso?.-Dijo riendo avergonzada.-Lo siento.- Él seguía sonriendo.
-No te preocupes, he escuchado otras cosas peores...-Dijo mirando a Isabel de reojo. Ella que había estado mirándolo con una mano debajo del mentón reaccionó irguiéndose y carraspeando.
-Bueno, venga vamos a cenar.-Isabel pasó al lado de su madre con las mejillas rojas, se había olvidado por completo que Alfred podía escuchar lo que pensaban. Y ahora se moría de la vergüenza. Amaia miró a Alfred divertida.-¿Fueron peores que mis pensamientos?.- Él se levantó acercándose a ella.
-Oh si.-Rió. Amaia lo miró durante unos segundos y no pudo evitar perderse una vez más en esos hechizantes ojos. Su rostro era hermoso, igual que su piel, pero sus ojos definitivamente no eran de este mundo. Bueno, claro que no, era un ángel. -¿Vamos?.-Amaia reaccionó asintiendo y se giró para caminar hacia el comedor, pero Alfred riendo se colocó a su lado tomándola por la cintura.
De pronto aparecieron en el comedor y Amaia sentía que el corazón se le saldría del pecho.
-¡Joder!.-Exclamó casi blanca.-No vuelvas a hacer eso...- Él carcajeó al ver su cara.
-Los humanos sois muy dramáticos.-Dijo divertido sentándose en la mesa.
-Y los ángeles sois tan coñazos...- Él sonrió como un niño de siete años.
-Por algo soy Serafín Mayor.-Dijo orgulloso.
-Vas a tener que contarme un poco sobre ese sistema...
Vieron acercarse a Isabel quien aún no miraba a Alfred, se sentó al lado de su madre mirándose las manos. Estaba muy avergonzada aún, pero de pronto sintió que una presencia aparecía en la silla de al lado y la miraba sonriente.
-No te preocupes.-Le dijo él divertido guiñándole un ojo. Ella sonrió a medias pero luego bajó la vista de nuevo.
-Bueno comamos que tengo muchísima hambre...-Anunció Amaia.
-Eso es por no comer nada en la mañana.-Dijo Alfred.
-Si, yo siempre le digo que tiene que comer. -Asintió Isa. Amaia se metió su primer bocado mirándolos con sorna.
-Mira que bonito, bicho, si tienes un nuevo amiguito para tocarme las narices...-Alfred e Isabel rieron.
-Es que mamá tienes que comer algo en las mañanas...
-Y levantarte más temprano...
-Y vosotros deberíais dejarme comer mi pescado en paz.-Les dijo sacándole la lengua.
Mientras terminaban de cenar y Alfred le explicaba a Isabel como es que había conseguido ser Serafín Mayor, el miraba de vez en cuando a Amaia, solo podía saber lo que estaba pensando alguna que otra vez, porque cuando habían mas de una persona cerca de él, podía escuchar solo un pensamiento con claridad, los otros eran murmullos, y tenía que concentrarse para escuchar los pensamientos de Amaia alejando los de Isabel que era la que le estaba hablando bastante emocionada. Amaia miraba a su hija con tanto amor, que a Alfred se le hacía imposible pensar que solo se había enamorado una vez, que solo había amado a una sola persona en su vida...eso tendría que averiguarlo, y lo haría esa noche. Se dio cuenta que la sonrisa de Amaia le encantaba, no solía sonreír muy a menudo, pero cuando lo hacía le recordaba a una coral de ángeles cuando las puertas del cielo se abrían para recibir a algún alma pura aceptada por su jefe. Era así de hermosa. Se estaba preguntando si aquello no era consecuencia de estar en la tierra y tener que sentir como siente un humano, pero no, realmente Amaia era especial.