Amaia agradeció el gesto de Mariano al rodar la silla para que ella se sentara. Tenía la sensación de que aquel restaurante era bastante caro y que quizás ella no estuviese vestida acorde a la ocasión. Cuando él se sentó frente a ella le sonrió a medias y se inclinó para susurrarle.
-¿Crees que voy demasiado informal?.-Le preguntó refiriéndose a su vestidito semi-informal. Era un vestido rojo que resaltaba su tez y que se adhería a sus curvas. Él sonrió.
-Para nada. No te preocupes por eso, estás preciosa.-Amaia se acomodó en la silla y un mesero llegó con el menú. Amaia frunció el ceño cuando vio aquellos nombres. Vaya nombres más raro para una comida. Pensó.
-Puedo elegir por ti, si quieres.-Le dijo divertido su acompañante al ver su ceño fruncido.
-Te lo agradecería.-Él sonrió.
Luego de pedir los platos el mesero se acercó con algo de champan, Amaia dejó que Mariano le sirviera una copa mientras ella detallaba que aquel hombre era completamente educado y pulcro. No se conseguían muchos así últimamente.
-Entonces, Amaia...-Le dijo mirándola.-Me dijiste que tenías una hija...¿Qué edad tiene?.
-Tiene dieciséis.
-Vaya...pero si eres muy joven...
-La tuve joven también.-Mariano asintió una vez.-Pero yo te hablé sobre mi todo el camino de venida, háblame de ti...¿Estudias o trabajas?.-Bromeó haciéndolo reír sonoramente.
-Trabajo en realidad. Soy director de marketing en una empresa aquí en la ciudad.
-Que interesante...
-Te aseguro que no es más interesante que tú, Amaia. Desde que te vi en la tienda yo...es que me has flechado.-Dijo en tono encantador y de pronto Amaia vio como la vela se apagaba. Frunció el ceño. Había sentido esa brisa fría antes...cuando...oh no. Casi carcajea al pensar que Alfred estaba allí. Pero sacó aquello de sus pensamientos para que él no la escuchara.
-¿Si?, tampoco será para tanto...-Dijo divertida.
-Oh si. Por favor créeme, no te creas que suelo decirle esto a todas...-Acercó su mano a la de Amaia por encima de la mesa y la acarició. Amaia estuvo a punto de apartarla pero la copa de champan que se derramo sobre la mano de él, hizo que él mismo la apartara. Amaia se sobresaltó mirando a su derecha. Estaba ahí. Rió entre dientes. Mariano se limpió con la servilleta y luego le sonrió a Amaia.-Vaya cosas raras pasan...
-Si, muy raro.-Dijo riendo.
-¿En que estábamos?. Ah si, te decía que yo no suelo decirle esto a todas, pero de verdad es que me has flechado y entiendo si aún no soy correspondido pero me gustaría que me dieras una oportunidad.- Sonrió.-¿Qué dices?.
-Por eso estoy aquí ¿no?.-Bebió de su copa de forma sensual y eso hizo que Mariano tragara hondo pensando en que se sentiría que esa boca que estaba al borde de la copa, estuviera junto a la suya en esos momentos. Entonces esta vez la botella de champan completa cayó al suelo haciendo un horroroso estruendo. Marino se sobresaltó, y cuando levantó la vista vio a Amaia riendo por lo bajo.
-Parece que el champan se ha revelado hoy...no quiere que lo bebamos.
-Si...-Le sonrió.-Parece que el champan es un poco celoso...-Murmuró para si.
-¿Qué dices?.
-No, nada.-Al instante se acercó un chico a la mesa para limpiar el desastre, Mariano le pidió por favor otra botella.
-A ver si esta se deja.
Cuando trajeron la comida, Amaia trató de concentrase en la charla con Mariano. Pero le parecía tan divertido que Alfred estuviese rondando por ahí. Estaba pensando en hacerlo sufrir un poco. Se inclinó en la mesa para acercarse a su acompañante y él sin perder tiempo hizo lo mismo, estaban hablando bastante cerca. Tanto que sabía que en cualquier momento el se acercaría para...la silla de Marian cayó de repente echándolo atrás. Amaia abrió los ojos y se tapó la boca para reír.