Alfred frunció el ceño cuando escuchó la carcajada de Amaia desde la habitación. Ya en la tierra era un poco tarde, las horas en el cielo y en la tierra pasaban de forma distinta, y mientras él no estuvo ni una hora esperando a que Paula lo atendiera y luego ni siquiera estuvo veinte minutos hablando con ella, ya en la tierra habían transcurrido muchas horas. Se acercó caminando y se asomó en la puerta. Isaías estaba sentado en la cama frente a Amaia y parecían estar jugando a las cartas. Alfred frunció el ceño. Había mandando al ángel soldado menos experto para que terminara perdiendo la paciencia con Amaia, porque pensaba que ella lo extrañaría y no se lo pondría fácil al soldado, pero ahora los veía tan sonrientes y con tanta confianza que otro sentimiento muy humano lo invadió. Sintió ganas de pegarle a aquel ángel y de llevarse a AMaia de ahí muy lejos. De hecho sintió mucho más celos que cuando Amaia estaba con el Mariano ese...
-Puedes pasar, Alfred.-Amaia ni siquiera levantó la vista. Alfred se sorprendió, ¿estaba comenzando a leer la mente también?.-Estamos jugando una partidita de póquer...¿juegas?.
-No sabía que su humana era tan divertida, Mayor.-Dijo el ángel sonriendo. Alfred se acercó a ellos con los brazos cruzados sobre el pecho.
-Y yo no sabía que tu eras tan confianzudo.-Dijo frunciendo el ceño.
-Oh no, es que ella insistió y...
-Fuera...-Dijo Alfred.
-Pero aún no terminamos el...
-Fuera...
.Pero, Mayor...
-¿Quieres que te quite esa única ala que tienes ahí?.-Lo amenazo. El ángel lo miró con horror y simplemente desapareció dejando a Amaia riendo entre dientes.
-Vaya, si que te respetan.-Comentó. Alfred la miró aún con el ceño fruncido pero su gesto se ablandó al ver los preciosos ojos de Amaia, y terminó sonriendo.-¿Dónde estabas?.-Preguntó recogiendo las cartas y levantándose de la cama.
-Resolviendo unos asuntos...
-Ya, eso me dijo tu pupilo...¿pero que asuntos?.
-Cosas de ángeles.-Amaia apretó los labios para no reír, ya se imaginaba que "cosas de ángeles" fue a resolver, y estaba segura que se relacionaba con aquel sueño.
-Ya...-Lo miró. Entonces escucharon que la puerta sonaba. La cara de Alfred se contrajo y Amaia frunció el ceño cuando vio que parecía cabreado.
-¡No abras!.-Dijo apareciendo delante de ella cuando Amaia caminaba hacia la puerta.
-¿Qué?...¿por que?.
-Porque...porque es un vendedor.-Amaia carcajeó.
-Los ángeles no sabéis mentir ¿eh?.-Lo hizo a un lado y caminó hacia la puerta. Alfred puso los ojos en blanco volviéndose invisible.
Escuchó la voz de sorpresa de Amaia al recibir a su visitante, quien venía con flores incluidas y se acercó a la puerta. Sabía que Amaia podía sentirlo por ahí.
-Ya que no me llamaste pensé en pasar por aquí...espero no ser muy inoportuno.
-No, no. Por favor, faltaría más. Pasa, pasa.-Dijo Amaia con un entusiasmo casi fingido. Cualquier cosas para picar a Alfred. Mariano entró en el pequeño piso.-Ponte cómodo mientras pongo esto en agua ¿vale?.-Marino sonrió encantadoramente asintiendo mientras Amaia caminaba hacia la cocina. Alfred lo siguió sentándose a su lado cuando Marino se sentó en el sofá.
"Creo que ella es la indicada...es perfecta para hacerlo, tiene el corazón vacío, sin mucho amor y con mucho rencor...es perfecta". Una sonrisa curvó sus labios y Alfred frunció el ceño. ¿De que estaba hablando este? ¿y como sabía que Amaia tenía el corazón sin...?, Amaia entró haciendo que Alfred apartara la vista de Mariano y la mirara a ella.