Alfred suspiró un poco ofuscado. Tenía sueño, se sentía cansado y quería dormir por horas. Pero no podía. "Si esto era un castigo lo lograste". Pensó mirando el techo. Sabía que su jefe lo estaba escuchando y seguro se estaría divirtiendo de lo lindo. Sintió el calor del cuerpo de Amaia a su lado y vio como su cara parecía "angelical" mientras dormía. Eso lo hizo reír, recordó entonces lo ocurrido esa tarde.
-¿Tengo que hacerlo?.-Amaia apretó los labios para sonreír cuando escuchó la voz de Alfred desde el baño.
-Venga, soy tu misión aún ¿no?, tienes que hacerlo porque yo lo digo.-Recordaba que Isa le había dicho eso, y lo usaría a su favor, oh si. Él suspiró y salió acercándose en calzoncillos hasta la habitación.
-Me siento observado.-Dijo sin mirarla. Ella rió levantándose de la cama y caminando a su alrededor como si estuviera evaluando cada lado, y vaya que lo estaba evaluando. Por el amor a dios, este ángel, o bueno ahora humano, era perfecto por donde se le mirase. Alfred se sobresaltó al sentir la mano de Amaia sobre su trasero.-¡Hey!.-Exclamó haciéndola reír.
-Eh, no te muevas...estoy inspeccionando.-Su mano se deslizó hasta la pierna de él, haciendo que su espalda se erizara.
-¿Qué tienes que inspeccionar?.-Dijo frunciendo el ceño.-Me parece que esto es...-Abrió los ojos cuando la mano de Amaia tocó justamente en esa zona que últimamente no podía controlar demasiado de reacciones humanas.
Ella le sonrió con picardía adentrando la mano dentro de los calzoncillos.
-Tengo que inspeccionar si no son demasiado grandes para ti...pero me parece que mas bien son muy pequeños.- Él se sonrojó sintiendo que su cuerpo se estremecía. Miró a Amaia a los ojos y la vio sonriendo divertida.
-Creo que es mejor que saques...la mano...-Carraspeó. Ella rió entre dientes.
-¿Estás temblando, Alfred?.
-No...-Dijo ahogado. Ella rió y se acercó besándole el cuello.
-¿Sabes que?, me gusta que seas humano.-Rió.-¿A ti no?.
-En absoluto.
-Te gustará...ya lo verás.-Dijo divertida saliendo de la habitación y dejando a Alfred con miles de sensaciones en el cuerpo.
Alfred sintió que su entrepierna reaccionaba al recordar como la mano de Amaia lo tocó horas antes y se levantó enseguida de la cama. Demonios, demonios. Tenía que hacer algo rápido para averiguar que pasaba con sus poderes...¿pero que...?. Oh si, eso podía ser. Era humano pero quizás Gabriel podría...caminó hasta el salón, toda la casa estaba silenciosa. Se paró en medio concentrándose y cerrando los ojos con fuerza. Sintió un viento frio y al abrir los ojos sonrió al ver a su amigo quien frunció el ceño.
-¿Alfred?.-Dijo confundido.-¿Me has llamado?.
-Cielos, si. Estoy en problemas, Gabriel...
-¿Tú?, ¿el mejor serafín mayor?.
-Pues si...
-¿Qué pasa?.-Alfred lo miró con cara de sufrimiento.
-No tengo mis poderes, tío...soy humano.-Gabriel abrió los ojos como platos.
-¡¿Qué dices?!.
-Necesito que me ayudes...
-Pero...¿Cómo pasó?.
-Besé a mi mortal...
-¿Qué?.
-Es una larga historia...pero necesito que vayas allá y averigües por que ha pasado esto, si es una prueba, un castigo o que...-Gabriel lo miraba confundido.