Amaia rió entre dientes al verlo comer. Parecía no haber comido en años. Él no la miraba mientras devoraba el desayuno con ganas. Isa ya se había ido a clases y Amaia estaba por irse a trabajar, estaba pensando en que hacer con ese ángel, ahora humano. Tendría que quedarse en casa, no podía andar por ahí con él ahora que no podía hacerse invisible.
-Te juro...que nunca...había sentido tanta hambre en mi vida...-Amaia rio mirándolo con cariño.
-No me había dado cuenta, ¿A dónde se fue la comida que te has comido estas semanas?.
-No lo sé. No entiendo porque me siento así...-Amaia suspiró.
-Voy a tener que comprarte algo de ropa...-Dijo al verle las piernas desnudas. Solo tenía los calzoncillos y una camiseta que era de ella. Él seguía absorto en la comida. En ese momento comenzó a toser y Amaia se acerco dándole un par de golpes en la espalda riendo.-Creo que estaría bien que masticaras ¿eh?.-Le dijo sin dejar de reír.
-Lo siento...-La miró con cara de sufrimiento y ella le sonrió con cariño.-¿Puedo ir contigo a trabajar?.
-Claro, y cuando Teresa me pregunte que hace un enorme hombre con rizos allí conmigo yo le digo que es mi ángel que se ha vuelto humano y no quiere estar solo por miedica...
-¡No soy miedica!.-Dijo ofendido.
-Pues entonces espérame aquí hasta que regrese...
-¿Pero que haré?, ser humano es muy aburrido.-Dijo quejándose como un niño de cinco años.
-Pues no sé, mira televisión, duerme una siesta, saca al perro...
-¿Tienes perro?.-Ella rió.
-Es un ejemplo, tontín.-Le sacó la lengua.-Puedes hacer lo que quieras...menos salir de aquí. Como te vea la vecina en calzoncillos se muere de un infarto.-Alfred carcajeó.-No te rías que es verdad ¿eh?, a mi me tienes con palpitaciones.- Él se sonrojo apartando la vista.
-Pues nada, ya veré que hago. Creo que voy a dormir igual, tengo sueño...-Amaia levantó las cejas.
-¿Ahora ves lo que sentía yo todas las mañanas, pedazo de coñazo?.-Los dos rieron. Alfred se cogió la cabeza.-¿Te sientes mal?.
-No, no te preocupes.- Sacudió la cabeza.-Supongo que sentir tan intensamente llega a agotarme...pero ya me acostumbraré.
-¿Seguro?, puedo quedarme si quieres...
-Que no. Vete tranquila, ya veré yo lo que hago para pasar el día.-Amaia puso los ojos en blanco.
-Bueno, nos vemos en un rato. No hagas mucho desorden ¿vale?.
-Lo intentare.-Ella le sonrió de forma dulce y Alfred no lo soportó más.
Se levantó de la mesa atrayéndola a su cuerpo y abriéndole la boca con un beso que le quitó el aliento. Sintió su lengua moviéndose de forma sensual y como su vientre se incendiaba al instante. Lo empujó riendo y él la miró con media sonrisa.
-Sobre eso...luego hablamos.-Dijo aún riendo.
-Lo siento.-Dijo él algo apenado.
-No, pero que va. No lo sientas.-Dijo divertida.-Te aseguro que no me molesta en absoluto. Pero tenemos que hablar sobre esto.- Él asintió y Amaia caminó aún riendo hasta salir de allí. Como siguiera besándola de esa forma ella iba a terminar muriendo infartada antes que la vecina.
Alfred suspiró sintiendo que el desayuno no lo había saciado demasiado. Frunció el ceño recogiendo el plato y llevándolo hasta la cocina.
Miró a su alrededor.