Amaia se puso nerviosa al ver entrar a Mariano mientras cerraban la tienda. Alfred estaba en el deposito cargando cajas y como viera a Mariano allí. Oh dios. Miró su reloj. Seguro la habría ido a buscarla para salir. ¿Qué se suponía que iba a hacer con el ángel, ahora humano, que tenia allá atrás?.
-Hola, guapa.-Dijo Mariano sonriendo.
-Hola.-Amaia sonrió a medias.
-¿Estás lista?, mira que estoy impaciente...
-Si, sobre eso...quería decirte que...
-No aceptaré un no por respuesta ¿eh?, mira que ya tengo todo preparado.
-Pero mira las fachas en las que estoy...
-Que va, si estás preciosa. Además, a donde vamos no necesitas vestido.-Dijo divertido.-Venga, te espero afuera. –Le guiñó un ojo y Amaia puso una mueca cuando él salió.
Mierda. Suspiró, ¿pero de que tenía miedo?, Alfred no iba a decirle lo que tenía que hacer.
Entró en el depósito y lo vio concentrado escribiendo con rotulador.
-Alfred...-Él levanto la vista y sonrió.
-Voy a empezar a cobrar también ¿eh?.
-Tú fuiste el que quiso venir, como te vea Teresa...
-No creo que se moleste, estoy ayudando sin pago.-Amaia puso los ojos en blanco.
-Venía a decirte que...-Carraspeó.-Te regreses solo a casa.
-¿Qué?.-Se levantó del suelo.-¿Tú a donde vas?.
-Mariano está aquí...-Amaia vio como el rostro de él se contrajo y tuvo que colocarse delante de él para controlarlo.-Y tú no vas a hacer nada ¿me escuchaste?.
-Amaia quítate del medio, a ese tío yo lo voy a...
-A nada.-Dijo ella firme.- Quédate quieto ¿vale?.
-Amaia por lo que más quieras, no vayas...
-Ya te dije que será la ultima vez, luego no lo veré, te lo prometo.-Alfred suspiró.
-Puede que sea la ultima vez...pero para ti.-Dijo él. No había querido decirle nada para no asustarla, pero al parecer no había manera de hacerla entender. Amaia sintió que el móvil vibraba en su bolsillo y vio el nombre de Mariano en la pantalla.
-¿Si...?-Dijo contestando sin dejar de mirar a Alfred.-Si, voy en un minuto.-Suspiró y miró a Alfred. -Espérame en casa ¿si?, no tardaré.-Tomó el rostro de ese hermoso ser entre sus manos y le dio un beso fugaz.-No me pasará nada, y cuando llegue podemos repetir lo de ayer en la noche...-Le guiñó un ojo y salió. Pero aunque esa oferta hubiese hecho sonreír a quien sea, con Alfred no funcionó. Él sabía que algo pasaría con ese tipo, y por supuesto que no iba a quedarse así, protegería a Amaia a como diera lugar.
Amaia aún pensaba en lo que le había dicho Alfred, había estado muy raro. Quizás tenía razón y Mariano...miró a Mariano de reojo y sonrió para si misma. Alfred estaba celoso, eso era todo. Mientras conducía el comenzó a hacerle preguntas un poco extrañas, acerca de su infancia, y como Amaia era tan cerrada con esa etapa de su vida no le contestó demasiado. Se dio cuenta que comenzaban a subir a lo que parecía un risco y frunció el ceño.
-¿A dónde vamos?.
-Oh es una sorpresa.-Dijo encantador. Amaia sonrió a medias pero se sentía un poco nerviosa.
Mariano detuvo su flamante auto y le abrió la puerta a Amaia. A lo lejos se podía ver una mesa adornada con velas y una botella de vino. El sol casi no se veía ya en el horizonte y toda la escena parecía bastante romántica, pero Amaia seguía bastante nerviosa.