Vio con horror como se acercaba a aquel hombre y le decía algo con una mirada poco propia de un ángel. El hombre lo miró desconcertado y luego trató de empujarlo colocándole la mano en el pecho pero Alfred ni se movió. El hombre se quedó alucinado al ver que su pecho parecía hecho de granito. Alfred le dijo otra cosa de forma calmada pero aquel hombre estaba fuera de si. Tomó al niño bruscamente por el brazo llevándoselo del lugar. Pero Alfred lo siguió colocándose frente a él impidiéndole el paso.
-No es tu problema...-Pudo escuchar Amaia al acercarse mas a ellos.
-No es justo tratar así a un niño, son seres inocentes que no tienen la culpa de nada.
-Este de inocente no tiene nada. Y ya te dije que no era tu problema.
-Lo es, cuando se trata de un ser tan inocente es mi problema.- Él hombre lo miró enfadado.
-Mira tío, si no quieres terminar esto de mala manera es mejor que nos dejes en paz...
-Señor, lo ultimo que querría sería terminar esto de mala manera, pero tiene que entender que no puede tratar a su hijo de esa manera, va en contra de las reglas de Dios...
-¿Qué eres cura?.
-No, pero...
-Déjanos en paz.-Se giró para irse con el niño aún tomado del brazo pero Alfred lo detuvo.
-Espere...-El hombre reaccionó lanzándole un gancho directo a la mandíbula. Un gancho que no le hizo ni cosquillas a el enorme ángel. El hombre y todos en el lugar lo miraron incrédulos.
-Mierda...-Exclamó el señor adolorido sacudiendo la mano.
Amaia se acercó corriendo para evitar una tragedia.
-Alfred, ¿Por qué desapareces así, amor?.-Le dijo tomándolo del brazo.-¿Qué es lo que pasa?.
-Le estoy diciendo al señor que no puede...
-Oh, no. Te he dicho que no puedes ir por ahí dándole ordenes a la gente.-Miró al señor.-Es que es militar y cree y que puede ir dando ordenes por ahí, ya sabe la costumbre.-Sonrió-Espero que no haya causado muchas molestias. No era su intención ¿verdad, cariño?.-Alfred frunció el ceño al ver aquella actuación de Amaia.-Bueno, venga, vámonos ya que nos esperan.-Lo cogió del brazo sacándolo del lugar.
Alfred la miró aún con el ceño fruncido.
-¿Por qué no me dejaste terminar?, ese hombre tiene que saber que...
-¡Ese hombre te iba a dar una paliza!.-Alfred rió.
-¿Qué?, pero si nada puede dañarme.-Dijo divertido.-Solo quería aconsejarlo...
-Mira, no sé como es el sistema allá arriba, pero aquí en la tierra no puedes estarte metiendo en la vida de los demás, ni en los problemas de todos, hay gente que no suele agradecértelo muy bien.
-Vosotros sois unos egoístas...
-Ya, que novedad.-Dijo ella irónica.-Ahora si no te molesta me gustaría ir a mi entrevista porque necesito curro urgente.-Se frenó.-¿No podrías hacer algo para que me lo den?.-Él rió divertido.
-Eso sería hacer trampas, no está bien.-Amaia puso los ojos en blanco.
-Lo que no está bien es que yo tenga que estar buscando trabajo cada mes.
-Si no fueses tan vaga y te levantaras a tiempo...
-Y comenzamos con el sermón...-Ella se adelantó para no escucharlo y Alfred siguió su paso riendo.
Era su quinta entrevista y estaba comenzando a padecer los síntomas que según Alfred eran muy humanos "cansancio, hambre y fatiga", así que luego de visitar varias tiendas por departamento y un restaurante y un café, se dijo que continuaría el día siguiente. Alfred caminaba a su lado y la miraba de reojo, como si quisiera decirle algo.