Hacía dos días ya que habían salido de las montañas donde se celebró su boda, dos días en los que había sometido a su caballo y a el mismo a una forzada marcha, sus fuerzas estaban aminorando, pero dos cosas lo mantenían aun a lomos de su semental: La primera era pensar en su clan y no saber si encontraría aun con vida a su hermana, su amigo, a su gente y la otra, y la que interiormente mas le avergonzaba, era ver a su flamante esposa cabalgando a su lado, sometida a la misma intensidad del viaje, sin embargo, estaba tan fresca y rozagante como si en lugar de venir cabalgando como si una plaga los siguiera, ella viniera sobre una nube, y su semental estaba en igual condición, mientras su garañón resoplaba por el esfuerzo, la yegua que montaba ella corría sin esforzarse, incluso a veces se adelantaba y se daba el lujo de esperar a que ellos les alcanzaran.
Sin duda su ahora mujercita era una hermosa caja de sorpresas, ya que era una experta jinete. Quien diría que aquella callada muchacha poseía tantos talentos? Ja!! Que tonto!! Sin duda pensar en ella le embotaba la mente, acaso no fue ella quien lo noqueo de un buen golpe? Y el poder de dominar el agua, si se lo hubieran contado a el, jamás lo hubiera creído, sin duda, en estos pocos días, el había visto mas cosas que sus mismos antepasados, aun no sabia que les diría a su gente con respecto a ella y a su don, tendría que meditar y escoger muy bien sus palabras.
Algo que no podía obviar tampoco era el hecho de que ella le atraía de una manera que jamás creyó posible, aunque callada, ella era una criatura sumamente bella, ese cabello sin duda era del mismo color del fuego que llevaba dentro, sus piernas dos columnas esbeltas y preciosas, oh! Sus pechos!! Desde que los vio a través de sus ropas mojadas no podía sacarlos de su cabeza… que se sentiría degustarlos, ver como esos bellos pezones rosas se levantan ante el como los picos pidiendo ser atendidos.
Eachann sacudió su cabeza, por los dioses!! Si sentía que su entrepierna estaba incomoda entre sus ropas… debía hacer algo, y urgente, porque no le atraía la idea de caminar todo el tiempo con el pene como roca a su alrededor.
Y todo era culpa de su selkie y su devastadora belleza, debería sentirse el hombre mas afortunado de Escocia, pero le embargaba un desasosiego al saber que solamente la tendría un año con el, un maldito año en que no podría tocarla o hacerla suya, porque había dado su palabra, y entre highlanders eso era suficiente.
Pero estaba la venia de que si ella accedía podía gozarla, y solo la idea de verla anhelando sus caricias le provocaban una emoción indescriptible, si, podía hacerlo, podrían ponerse de acuerdo en ese sentido, el la haría gozar y despertar su pasión en el lecho, a cambio de quitarse esta obsesión de ella de la cabeza.
Se lo propondría, si, al llegar al castillo trataría de hablar con ella de ese hecho, con la esperanza de que no se hiciera ideas amor, seria solamente un intercambio.
Amor… una palabra que no cabía en su mente, se alegraba muchísimo cuando alguien que conocía encontraba al amor de su vida, debe ser el culmen de la vida, pero un Laird no tiene esa suerte, a ellos no les es permitido pensar en ello, ellos eran criados para ser un día el jefe de su clan, defender a su gente hasta con la vida si es necesario, y celebrar alianzas por medio de matrimonios concertados para luego tener descendencia y perpetrar su nombre a través de ellos.
Sus padres fueron el mas claro ejemplo de ello, se casaron para sellar una alianza con un clan venido a poco, de ahí provenía su madre, los comprometieron para asegurar con ello la protección del clan Mackenzie.
Padre nos había hablado acerca de ello, eran dos personas completamente extrañas que debían comenzar una vida en común sin conocerse siquiera.
Con el tiempo, aunque no se amaban, lograron encontrar el equilibrio en sus vidas, se llegaron a estimar muchísimo, se respetaban de igual manera, pero no había amor, solamente había una costumbre.
Su madre fue una excelente madre, sin duda y su padre se dedico a su clan y a forjarlo a el como futuro Laird, enseñándole todo lo que sabia.
Grande fue la sorpresa de enterarnos que mi hermana Sheena estaba comprometida con el hijo del Laird McLeod, nos hablo del motivo, un troth que había sido honrado por generaciones, mi hermana se negó rotundamente… ahora que lo pienso… seguramente desde ese tiempo ella albergaba sentimientos por Caelen, pero padre fue inflexible, advirtiéndole que la única forma de no cumplirlo es si ella moría, cosa que no iba hacer.
Ahora que el era el Laird, recaía en el cumplir ese juramento con ambos clanes, pero hoy que sabia que su hermana estaba enamorada de su mejor amigo, apelaría ante Duncan para que la relevara, pero así como el era de cabezota, no lo creía posible, al menos, ellos ganaron un año de tiempo, en ese lapso podían pasar muchas cosas.
Sin duda el amor lo complicaba todo, por ello era mejor mantenerse alejado, pero muy alejado de ese sentimiento, las uniones se hacían por deber, nada mas, así ambos ganaban, las mujeres, porque su marido les brindaba la protección, el sustento y como sea, el respeto de ante la sociedad, y el beneficio del marido, un lecho caliente, hijos que perpetrarían su apellido, y así era la complementación en un matrimonio, los sentimientos… pues si nacían que bien, pero en la mayoría solo había un sano respeto, una acomodada costumbre y al menos para el, era suficiente.
El asunto era… como hacerle saber a su esposa todo lo anterior para que le permitiera disfrutar de las mieles del matrimonio?
Esperaba que Moira no fuera sentimental o que esperara que naciera un amor entre ellos, porque era imposible, al cabo de un año ella se marcharía, y no se explicaba porque sentía ese ardor en el pecho al pensar en ella partiendo de su lado.
Por que todo tenia que ser tan complicado? En que pararía su situación?
Moira cabalgaba al ritmo que había impuesto su ahora marido, no estaba cansada, ya que toda su vida lo había pasado a lomos de un caballo, solamente cuando estaba en el castillo de Morrigan no montaba, pero eran raros los momentos, pues su madre siempre las llevaba consigo a donde quiera que ella fuera.
Una sonrisa curvo sus labios al recordar lo protectora que su madre es, y deseaba fervientemente que las cosas entre ella y su padre recién encontrado se arreglaran, ya que aun había amor ahí, aunque ella no lo reconociera, amaba a Nuada, quizás su amor era tan singular que solamente podría darse entre ellos, bueno, como sea, esperaba que las cosas tomaran un mejor rumbo y mas ahora cuando tenían tres hijas en común.
De reojo observaba a Eachann, sabia que debía estar cansado y su semental igual, habían cabalgado dos días sin casi parar mas que a las cosas básicas, su aseo personal o a satisfacer alguna demanda de sus cuerpos, pero enseguida retomaban la marcha, ella suponía que su premura era porque quería estar de nuevo entre su gente, y esa preocupación de no saber que les había pasado lo tenia medio loco.
Sonrió abiertamente porque también sabia que lo hacia para no quedar como un débil ante ella… Humanos!! Acaso no les entraba en su necia cabeza que ellas eran diferentes? Que las debilidades de un Tuatha De no eran igual a la de su raza? No es que no sintieran cansancio, hambre, sed o cosas así, sino que ellos las soportaban mas, sus cuerpos, aunque muy parecidos, eran diferentes.
Bueno, si el quería desfallecer a lomos de su montura ella no tendría problemas, porque, la verdad sea dicha, era un deleite verlo cabalgar, estos escoceses eran muy diferentes al resto de los hombres, y aun mas los llamados highlanders, sin duda eran hombres muy posesivos y de un orgullo enorme, para ellos el honor era una forma de vida, y a ella le encantaba eso, la llenaba de una seguridad que no sabia si hacia bien en sentir, sin contar con lo apuestos que eran, y mucho mas su esposo, un hombre de una estatura considerable, muy bien construido, con unas piernas poderosas y unos brazos que invitaban a encerrarse en ellos, su rostro era muy varonil, pero extremadamente guapo, si… la verdad es que se sentía muy atraída por el, y deseaba muy fervientemente que pudiera manejar esa atracción, porque después de hablar con su madre con respecto a lo que era el amor, habían cambiado muchas cosas en su manera de pensar.
Tampoco tenia dudas de que el se sentía atraído por ella, ese beso se lo demostró y la forma en que la veía, sabia que no le era indiferente.
Casi no habían cruzado palabra, mas que lo necesario, pero podía discernir que era un hombre de fuerte personalidad, acostumbrado a mandar y que sus ordenes sean obedecidas, su rostro reflejaba el peso de la responsabilidad que llevaba a cuestas, de mirada astuta y siempre atento a lo que pasaba a su alrededor.
Tan ensimismada estaba en sus pensamientos que no puso atención al camino, que era un sendero rocoso en una montaña, y su yegua, acostumbrada a seguir las ordenes de su jinete no dudo en seguir de frente aunque lo que había era un risco que terminaba en una hondonada con picos filosos en su fondo.
Cuidado Moira!!! Un grito que mas sonó como un bramido, cuando sintió que era rodeada por unos brazos ya muy familiares para ella, con una fuerza sorprendente la levanto de su montura y la paso a la de el, y haciendo alarde de su habilidad se hizo de la brida de su yegua y la detuvo de una inminente caída, que aunque no hubiera sido mortal para ella, si hubiese sido muy dolorosa, pero a la yegua que Nuada le regalo si la hubiera matado semejante golpe.
Se detuvo y la bajo de su caballo, estaba fuera de si, revisando que no se hubiera hecho daño
- Por los dioses muchacha!! En que andabas pensando? He muerto cien veces cuando vi que ibas directo a la hondonada!!
Una Moira muy avergonzada por cometer un error tan infantil, no podía despegar su vista de los ojos profundamente oscuros de el, realmente se le veía enfadado, pero mas que eso, preocupado.
- Lo siento, me distraje por unos segundos - susurro ella
- Oh muchacha!! Perdóname a mi, he sido una bestia!! te he sometido a casi tres días de agotador viaje sin darte tregua para descansar, ruego me disculpes.
- Lastimosamente no puedo parar muchacha, la vida de nuestro clan depende de que lleguemos lo mas pronto posible.
- Se lo que haremos, claro, si estas de acuerdo – le dijo viéndola a los ojos
- Mi montura esta agotada, pero tu yegua parece que no, así que viajaremos en ella, así descansaras mientras yo cabalgo… estas de acuerdo?
Ella ahora sonreía abiertamente, no podía decirle que ella no estaba cansada y que el casi accidente paso porque venia pensando en el, así como tampoco le diría que estaba sumamente complacida de que se dirigiera a su clan, ahora como “nuestro” no sabia si el lo dijo conscientemente, pero le gusto sentirse parte de algo, y no se dijera saber que el se preocupaba por ella, esas acciones tocaban su corazón.
- Esta bien Laird, la verdad es que si me siento cansada.
Eachann estaba perdido en las profundidades verdes de Moira, en su sonrojado rostro y en esa pecaminosa boca que sonreía dejando entrever unos dientes perfectamente blancos, sentía la necesidad de tumbarla y saquear ese manjar de sus labios, pero no podía dejarse llevar de su instinto animal, porque era así como se sentía, como un animal en celo, y no quería asustarla.
Así que cuando ella estuvo de acuerdo, la tomo por su esbelta cintura, a lo que ella respondió sujetándose de sus hombros y se quedaron así por un momento, gozando del tacto del otro y el calor que la cercanía producía, sorprendentemente ella se acerco a el y deposito un casto beso que hizo estremecer al highlander hasta los huesos, y susurrándole al oído.
- Gracias Laird.
Tomo toda su fuerza de voluntad separarla para subirla al caballo, y de un salto, el se monto atrás de ella, y con toda la confianza del mundo ella se apoyo en su pecho, el olor a mar de sus cabellos llego a las fosas nasales de Eachann quien aspiro con deleite su aroma.
- Dime Eachann muchacha… por favor.
- Esta bien… Eachann.
Y así emprendieron la marcha, al poco rato ella se durmió en su pecho y Eachann se hacia miles de preguntas de que hacer para no volverse loco este año, y viendo su rostro relajado por el sueño tuvo la certeza de que no había visto nada mas hermoso en toda su existencia, soltando un suspiro que provenía desde el fondo de su alma, susurro:
- No puedo volverme loco… porque… ya lo estoy.Y le damos inicio oficialmente a esta historia!!!
Como siempre, me encantan sus comentarios así que no dejen de hacerlos, y agradezco de corazón sus votos.
Les reitero que esta historia es para ustedes mis lectores, y espero les guste, porque va con todo mi amor!!
Así que regresemos a Escocia, al hogar de Eachann MacKenzie y ahora de Moira y veamos que sucederá con nuestros chicos.
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Amor en las aguas MacKenzie
Historical FictionDespués de una boda impuesta para ambos, la pareja que conformaron el Laird Eachann MacKenzie y su ahora esposa Moira, se dirigen a toda velocidad a las tierras del Laird, esperando que aun no sea demasiado tarde para su clan. Eachann, tiene muy cla...