Después de una boda impuesta para ambos, la pareja que conformaron el Laird Eachann MacKenzie y su ahora esposa Moira, se dirigen a toda velocidad a las tierras del Laird, esperando que aun no sea demasiado tarde para su clan.
Eachann, tiene muy cla...
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Eachann ni siquiera respiraba, no se movía, solamente presionaba con fuerza a Moira contra si, no sabia si la estaba lastimando, pero en ese momento necesitaba algo que lo mantuviera apegado a su cordura, y el pequeño cuerpo de su mujer era ese asidero, el cual sentía que si lo soltaba, se volvería loco de dolor.
Caelen seguía arrodillado ante el cuerpo muy maltrecho de la muchacha de la que se enamoró desde que eran unos niños, aun recordaba como el mismo enseñó a Sheena a disparar con el arco, a montar a caballo, a cazar conejos… ella era una niña preciosa, cuando la vio la primera vez, juró que un ser celestial se había humillado a posarse sobre la tierra, desde ese día, no había nadie mas importante que la niña del castillo… contó con la ventaja de que su padre era el Tanaiste del padre de Eachann, eso hacia que convivieran casi bajo el mismo techo, para él, podría dejar de comer y hasta de respirar si se lo hubieran pedido como condición para verla, no podía despegarse de ella, llegando a colarse en su habitación sin que nadie se diera cuenta cuando una fiebre la postró en cama, ese era uno de muchos secretos que compartían juntos… en adelante, Caelen era recibido en su cámara todas las noches, donde se quedaba hasta que ella se dormía, jugaban, reían, la consolaba cuando la castigaban, se quedaban viendo a las estrellas y hablar sobre ellas, ella misma buscó una estrella de las mas brillantes y aseguró que esa estrella le pertenecía, y que en adelante se llamaría Sheena, buscó para mí otra muy brillante y me dijo que esa era mi estrella… negándose por completo recibir semejante regalo por el simple hecho de que esa estrella estaba muy lejos de la suya, así que con renovada alegría busco una junto a la de ella, no era brillante como la primera, pero la acepté como si dicho regalo fuera posible. Jamás les prohibieron la amistad que habían desarrollado, claro, nunca supieron que el la visitaba en su cámara todas las noches, porque si se hubiera hecho un enorme alboroto, pero el entones Laird MacKenzie al igual que su hijo, era un hombre justo, fuera de prejuicios de clases sociales. Así fueron creciendo, sin ningún tipo de malicia, hasta que aquella niña pecosa, se convirtió en una mujer, ni siquiera supo cuando llegó a darse ese cambio, fue algo que llegó y se instaló entre ellos, aunque aun seguían saliendo como siempre, a cazar, o simplemente a competir con los caballos o con el arco. Se convirtió en la mas hermosa de las amazonas, su padre veía con complacencia como ella era mejor que muchos de sus guerreros, pero su madre no mucho, ya que ella quería que se educara en todo aquello que correspondía a su posición, cosa que hizo para complacerla… y así aquella joven se convirtió en una dama pero también en una luchadora.
Fielmente el la visitaba por las noches en su cámara, donde ya no compartían los juegos de niños, sino que largas charlas de lo que había sido el día para ambos, o simplemente hacerse compañía leyendo un libro. Yo también crecí… de aquel niño ya no quedaba nada, ya que el entrenamiento que mi padre aplicaba sacó el cuerpo de un luchador, mi cuerpo se definió en gruesos músculos y altura, también trabó amistad que luego se convirtió en hermandad con Eachann, ambos luchaban por ser el mejor tanto en dentro del patio de lucha como entre las sabanas de las muchachas. Y a pesar de que tenia una vida intima activa, jamás miró con otros ojos a Sheena hasta esa noche en su habitación. Estaba recostado en la cama de ella agotado después de un largo interludio de cama con una de las mozas del castillo, mientras ella devoraba una de sus historias románticas sobre caballeros y damiselas en peligro que la hacían suspirar. - Caelen? Con los ojos cerrados apenas pude siquiera contestar - Ummm - Te han besado? Esa pregunta logró captar mi atención. - Emmm… porque preguntas eso muchacha? - En los libros, los caballeros siempre besan a su dama… tu has besado a alguien? - Podría decirse Sheena… pero esas no son las platicas de una dama. - Sabes que no lo soy… que si me consideras una dama es por darle gusto a madre, pero contigo soy realmente la persona que soy. A este punto su cabeza empezaba a dar alarmas de alerta. - Pero aunque no lo quieras lo eres. - Estas cambiando el tema Caelen… que se siente al besar a alguien. - Que cosas preguntas… por los dioses!! No contestaré a tus descabelladas preguntas Sheena… lo apropiado es que sea tu madre quien las responda. - Vamos Caelen!! Sabes que si le pregunto esto a madre se desmayaría de la impresión… tu eres como mi hermano o mi mejor amigo. - Quiero saber que es ser besada… bésame Caelen. Esa petición casi hace que el mismo Caelen se desmayara como una de las damiselas de los libros que leía Sheena. - Pero que dic… Fue muy tarde… ya que el estaba recostado en su cama no tenia sus reflejos tan alerta y fue muy tarde cuando ella se colocó sobre el y con su inocencia ataco su boca.
