Hasta que la muerte nos una♥© (Malerivals×Ayano)

3.- Mujo Kina: La marca

Inmediatamente empujó a la chica con el rostro aterrorizado.
Taeko la miró sorprendida.

─¿Qué sucede?─Preguntó extrañada.

─¿Muerta? ¿Por qué?─Ayano estaba sintiendo temor ante unas simples palabras, pero no conocía la razón de su fuerte sensibilidad.
Lo que si podía asegurar, era que no se trataba de una simple coincidencia, ni de su paranoia.

─S-solo es una expresión, no lo decía enserio─rió avergonzada.
Luego de unos segundos dio un largo suspiro.
─Lo siento, no volveré a usar esas palabras─Sonrió con sinceridad.
La pelinegra no podia evitar inmutarse.

─Dime Taeko, ¿Por qué has decidido hablarme?─Ella la miro con el seño fruncido.

─¿Hablarte?, supongo que quería ser amable contigo, pero al final no pude impedir el que nos volvieramos amigas.─Alzo los hombros.

─¿Desde cuándo?─Insistió, ¿cómo era posible que fueran amigas y ella no lo recordaba?.

─¿Por qué preguntas eso?, tu ya debes saberlo─Cruzó los brazos indignada.

─Es solo que no puedo recordarlo─ La miro con gestos suaves.
─Puedo ver imágenes de chicos en mi mente, a quienes no logró reconocer─Su pecho dolía con tan solo intentar enfocarse en esas personas.
─También estan esos ojos, de aquel chico que me tope antes de quedar inconsciente, estoy segura que no perdí la memoria de una forma natural o accidentalmente─La azabache la escuchaba atentamente sin saber cómo responder. Al ver los ojos de la chica, sabía que no estaba mintiendo.
─Y también veo cuerpos, cuerpos muertos─Una punzada llegó a su cabeza cuando las imágenes comenzaban a hacerse más visibles.
─Un chico─Miró en dirección hacia Taeko pudiendo notar el gran parecido que tenía con él.
─Muy parecido a ti. Taro Yamada─Su nombre resonó por su cabeza, como si una fuerza invisible tratará de devolverle sus recuerdos.
Taeko la miró sorpendida, sin embargo se quedó sumisa en sus pensamientos tratando de recordar algo.

─Espera─musitó un poco.
─¿Acaso tú?─Se acercó a la pelinegra para inspeccionarla.
Tomó una de sus manos y su rostro se mantuvo impactado.
─Imposible. La marca que tienes en el brazo─Ayano dirigió su mirada en la muñeca de su mano y era verdad, en el se encontraba una extraña marca negra que antes no había notado.

─¿Qué demonios?

─He visto este símbolo en alguna parte─Colocó su mano en el mentón en modo pensativo.

Aquel joven hombre estaba siendo espectador de la conversación de ambas chicas.

─¿Sucede algo?─las miró con preocupación.

─Nada─Taeko forzó una sonrisa intentando ocultar todo rastro de su descubrimiento.
Pero el hombre se había percatado antes.

─Esa marca─frunció el seño
─También la he visto antes─¿También? ¿Las había escuchado?.
Sin embargo la intriga y confusión no le dejaban pensar en otras cosas.
Aquella marca que se encontraba en su muñeca, era simplemete descomunal.
¿Tenía algo que ver con sus vagos recuerdos?

─Estoy seguro─Choco su puño con su mano misma.
─Era un libro que leí en mi infancia. Lo recuerdo─Se quedó pensativo.

─¿Así? ¿De qué trataba?─preguntó Taeko.

─Sobre una maldición─Advirtió.
─Todo aquel que fuera maldecido por la marca de un demonio conocido como "Fun-girl", estaría sumerso en una condescendiente pesadilla.
Aquello que tanto odias pero anhelas, siendote arrebatado.

La chica lo miró perpleja ¿Cómo era posible que una maldición así existiese?

─Esto es extraño─miró nuevamente la mancha en su mano.

─¿Acaso tu......─sostuvo una mirada dudosa pero enseguida negó con la cabeza.
─No creo que sea real, despues de todo solo es una historia fantasiosa.

─¿Cuáles son los síntomas?─preguntó ignorando la última frase pronunciada.

─No lo se─asegura el pelirosa
─Lo que sí se es que, una persona que invoque la maldición del demonio, suele dar un alma de alguien cercano, ya sea de su familia o su mejor amigo seguidamente de el alma de un asesino. Cual sea. Nunca entendí esa parte─se toma el mentón.

─¿Almas de alguien cercano y un asesino?.─Asiente varias veces el chico.

─¿Ayano, tiene algo que ver con lo que recuerdas?─Taeko la miro intrigada.

─No lo se.

(...)

Ya había pasando una semana, la pelinegra trataba de llevar su vida con lo poco que recordaba.
En algunas ocasiones, Mujo, Taeko y Ayano, se reunían para recopilar mas información acerca de su pequeño problema.

Sin decir que los acercamientos del chico y la pelinegra se hacian cada vez mas cercanos.

Sin embargo, los constantes dolores en la cabeza golpeaban con más fuerza.

Avanzó hasta la enfermería para pedirle al pelirosa, algún medicamento para los dolores de cabeza. Al entrar a la blanca habitación se encontró con un rostro encantador y amable.

─¿Sucede algo Ayano?─se dirigió a ella con una ligera preocupación.

─Solo, tengo un fuerte dolor─se sobó el sien.

─Oh ¿Sientes algo más?─Acercó su mano a su frente. Pero con tan solo un tacto, la chica se tornó roja.
─¿Tienes fiebre?─cuestionó exaltado. Rápidamente negó.

─P-para nada─su cercanía de alguna forma le hacían estar nerviosa.

El hombre tomó algunos medicamentos del pequeño armario. Le tendió algunas cápsulas insinuadole a tomárselo.

─Gracias─sonrío agradecida.

─Ven cuando quieras─Le acarició sutilmente el cabello. De alguna forma eso la hizo sentirse bien, deseando que no se detuviera.

Bajó la mirada avergonzada mientras se dejaba mimar por sus caricias.

Su mano recorrió hasta su mejilla acariciandola con ternura. La chica volvió su mirada a él con un severo rubor.
Sus miradas se encontraron y el pudo notar esos orbes grisáceos llenos de misterio e igenuidad.

Ella por tanto parecía estar bajo un hechizo al mirar sus bellos ojos.

Involuntariamente fue acercandose a sus labios sin siquiera tener noción de sus acciones, simplemente aquella chica que yacía frente a él, era completamente especial.

Ayano se estremeció al notar su acercamiento, sin embargo no lo apartó o hizo algún movimiento para alejarse.

Justo cuando estaba por suceder algo más, una azabache los interrumpió.

─¿Chicos?─Llamó haciéndoles volver a la realidad. Ambos giraron sus rostros apenados hacia la chica.
─Necesito mostrarles algo─comentó segura de sí.

Ambos se miraron entre si, con interés y a la vez avergonzados de lo que ocurrió.

─Esta bien─contestaron al unísono.

ia volvi de nuevo;-;