—Sam, ¿qué haces aquí? —preguntó, ligeramente preocupada, tomándome por los brazos para intentar sostenerme, probablemente creyendo que estaba muerta de borracha.
—Tranqui —dije tocando sus manos que estaban en mis brazos—. La Andrea me dejó acá, dijo que iba a comprar —reí, no sé por qué, tal vez si estaba un poco borracha.
—Espera... ¿La Andrea? —preguntó, pensando algo al parecer—. Ya entiendo... —dijo, rodando los ojos—. ¿Vas a entrar?
—¿A dónde? —pregunté, sin tener idea de lo que me estaba preguntando.
—A mi casa po, Samanta —soltó, obvia—. Te estás cagando de frío acá afuera, curada, y no quiero que te enfermes —dijo, empujándome suavemente hacia dentro de la propiedad.
—Nooo —me negué en un arrebato de estupidez, lista para volver a reírme—. Vas a abusar de mí —dije, provocando una tierna risita por parte de Lara—. Aunque no sería abuso, porque tendrías mi consentimiento... —pensé en voz alta.
—Parece que el copete te suelta especialmente la lengua —bromeó.
—Uf, si supieras las maravillas que hago cuando suelto la lengua —dije, insinuante, recibiendo una extraña mirada por parte de Lara, que ya me estaba llevando hacia lo que era probablemente un dormitorio—. Parece que eso es precisamente lo que quieres... —dije, pensando en el objetivo de llevarme hasta ese lugar.
—¡No seas tonta! —alzó levemente la voz, nerviosa—. Confío en que no tomaste demasiado como para vomitar... Así que, sácate la ropa y duerme aquí —dijo, intentando salir del lugar.
—Ñooo... —me quejé como un bebé, tirándome de espaldas en la cómoda cama—. Sácamela tú —jugueteé, pensando en que Lara no se atrevería.
—No creas que haré algo mientras estas curada, yo no soy así —dijo quitándome los jeans negros que utilizaba esa noche, pasando inmediatamente a mi polera—. Además, se supone que estás enojada... pero en este estado dudo que te acuerdes siquiera... Mañana probablemente te enojes mas que la chucha con medio mundo por esto... —finalizó, acomodándome tiernamente en la cama.
—No estoy enojada... —respondí, cuando estaba saliendo de la habitación—. Aún te amo... —agregué, sin saber si me había escuchado.
Desperté a quién sabe qué hora, completamente desorientada y con un dolor de cabeza terrible, ya saben, la típica resaca. Inmediatamente traté de recapitular lo de la noche anterior, disparando un montón de imágenes en mi mente, muy claras. No, no me había emborrachado tanto como para olvidar todo lo que había pasado.
Estaba en casa de Lara, porque seguramente Andrea había planeado esto cuando decidió dejarme fuera de la propiedad. Esta, para que no me pasara nada, me había hecho pasar para quedarme a dormir, hasta que se me pasara la borrachera probablemente. Le había dicho un montón de estupideces, me había quitado la ropa, y cuando se iba, se me había ocurrido la brillante idea de decirle que aún la amaba.
Cómo perder la dignidad con Samanta Echeverría en un paso.
Rápidamente me levanté, agarré mi ropa y me vestí, aun impregnada con el olor de todo lo que había tomado, asqueroso. Todo para intentar salir sin que Lara me viera y, así, evitar alguna conversación incómoda que en ese momento no quería tener. Nada de esto funcionó, porque en cuanto puse un pie fuera del dormitorio, Lara ya se había percatado de que ya me encontraba completamente resucitada.
—Que bueno que no estás tan mal —comenzó a hablar con toda normalidad, aliviada. Bien, tal vez no escuchó lo que le había dicho anoche, menos mal—. No te quedes parada ahí, ven a comer algo... Y después de eso, deberías ducharte —agregó, claramente refiriéndose a mi olor de carrete.
No tenía mas remedio, la verdad es que tenía todas las ganas de quedarme un rato más con ella, ojalá indefinidamente. Era lo que quería, quería olvidar todo lo malo que había sucedido, de verdad quería perdonarla. De cierta forma la entendía, y eso es lo que me impulsaba a nuevamente querer intentarlo con ella, pero no tenía la valentía necesaria para decírselo, al menos, no después del drama que había armado el otro día.
El café era perfecto para mi estado, eso sumado a todas las cosas que tenía para desayunar, hicieron que recobrara energías rápidamente. Lista para iniciar el día como correspondía.
No sabía que decirle, y al parecer ella tampoco, ya que durante gran parte del desayuno no habíamos cruzado palabras, es decir, nada más allá de "¿más café?, o "¿quieres algo más?" que no daban espacio para ningún tema más. Esto fue así, hasta que una de las dos decidió hablar.
—No creas que no escuché lo que dijiste anoche... —soltó Lara, provocando que casi me atorara con el sorbo de café que tenía en mi boca—. Tenemos que hablar, ahora mismo, ¿no crees?
Si, tenía toda la razón. Debíamos hablar en ese momento, sin rodeos.
—Quiero que me contestes con la verdad, Samanta, ¿Me sigues queriendo? ¿Sí o no? —preguntó con suavidad, pero muy directa.
Este era uno de esos momentos que pueden marcar un antes y después. Claramente a partir de esto podría volver a tener a mi ex profesora de artes, o cortar cualquier tipo de oportunidad que estuviera naciendo. No era tan estúpida como para cagar todo nuevamente. Tal vez merecíamos ser felices juntas, después de todo.
—Después de estos dos años... No hay día en el que te haya podido sacar de mi mente, ni persona que me haya hecho sentir siquiera una parte de lo que sentí contigo en tan poco tiempo —confesé, mirándola directamente a los ojos—. Ambas la hemos cagado. Probablemente hemos sido las únicas que de verdad nos han dañado... Pero aún así, yo sé que jamás voy a poder tener a alguien tan especial como tú. Es como si al pensar en mi futuro, no hubiera ningún escenario que luciera mejor sin ti acompañándome —Noté que los ojos de Lara estaban ligeramente llorosos. No, si lloraba, yo también lo haría— Lo que quiero decir con todo esto... es que... Yo de verdad quiero intentarlo de nuevo, porque si, aún te amo, a pesar de que jamás pude decírtelo cuando estuvimos juntas.
Silencio, eso era todo lo que había en el ambiente. Lara estaba emocionada al parecer, un poco temblorosa, y un poco más cerca de mí, pero en absoluto silencio, lo cual me hacía temer lo peor.
—Perdóname... —dijo antes de, repentinamente, sellar nuestros labios en un beso que expresaba todo lo que nos extrañábamos.
Volver a sentir los labios de Lara fue un choque de sensaciones, era algo nuevo. Era como si todo siguiera igual, pero a la vez fuera completamente diferente. Estaba probando la libertad de poder amarnos a medida que el beso se intensificaba, mientras las lágrimas que habían resbalado sutilmente por las mejillas de Lara dejaban presente todo el dolor por lo que había pasado en momentos anteriores. Simplemente, el beso relataba nuestra historia sin necesidad de agregar palabras.
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¿Arte? Es amarte (LGBT) (LESBIANAS)
Любовные романыCuando el amor llega, no importa quién seas ni de quién te enamores, no hay imposibles, pero... ¿qué pasa si esa persona es tu profesora? Samanta y Lara quedarán maravilladas al conocerse, ¿pero será posible dar paso a una relación amorosa?