CAPÍTULO XXIX: EL ANTAGONISTA ATACA (SEMIFINAL)

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La vuelta a casa fue mas lenta que de costumbre. La caña había cobrado sus víctimas, sobre todo en los mas adultos, mas bien, sólo en nuestro profesor tutor, quien estaba realmente de muerte. Nos demoramos una hora mas para volver, lo cual fue ligeramente desesperante, porque, aunque la semana hubiera sido sumamente relajante y divertida, todos extrañaban a sus familias, parejas, amigos, a todo su círculo. Yo, en particular, no podía esperar a ver a la mujer que me tenía enamorada hasta las patas.

La primera parada que teníamos que hacer al llegar, era pasar por el colegio, donde nos esperarían con una bienvenida organizada por la directora en persona. Después tendríamos que rellenar una pequeña encuesta que proporcionaba la empresa que nos llevó, para saber que tan satisfechos estábamos con el servicio. Después de todo esto, podríamos volver a nuestros hogares.

Estaba muerta, ya era de noche y apenas nos habían dejado retirarnos a nuestras casas. Mi mamá esperaba fuera del colegio, con su pareja conduciendo el auto. Bajó a recibirme con un fuerte abrazo, al igual que Claudio, su pololo.

En realidad, era un hombre muy agradable, jovial, responsable, y amable. Definitivamente hacían una linda pareja junto a mi mamá, hacían mucho sentido. Lo más importante es que mi madre estaba feliz, radiante, con eso, no necesitaba mas pruebas de que estaba con la persona correcta.

En casa, me esperaban con una rica cena, y la ducha igual esperaba por mí. Una vez satisfecha y aseada, tras un largo baño, por fin pude descansar en mi reino, que en realidad estaba compuesto por mi cama.

Estaba impaciente por poder ver a Lara, y con esa ilusión, hice que pasara rápidamente el domingo, entre estudios, mensajeo con mi profesora y muchas, pero muchas horas de sueño, el lunes llegó por fin.

Todos estaban radiantes, felices. Mis amigos ya lucían descansados, los otros estaban conversando animados, como de costumbre, incluso el profesor tutor había vuelto con un semblante más amable, como si de pronto ya no lo odiara tanto. Todo apuntaba a que sería un excelente retorno a la realidad.

Lo primero que hice, fue buscar a Lara, completamente desesperada. Ni siquiera me tomé el tiempo de saludar a mis compañeros, simplemente llegué, observé e inmediatamente fui tras mi profesora, que al parecer estaba instalada en la sala de artes para dar clases.

—Dime que no estás hablando con acento argentino... —dijo, mientras corría hacia mi—. Te extrañé tanto, amor.

—Estás loca —dije besándola, acariciándola—. Acento argentino, jamás, ¿cachai? —contesté, riendo con la última palabra, que confirmaba que seguía hablando como una chilena de tomo y lomo.

Lara no tardó nada en comenzar su ronda de preguntas con respecto a la gira. En poco tiempo se enteró de todo, incluso de las chicas que según ella podría haber conocida, las cuales claramente no existían.

No quise contarle aún sobre lo ocurrido con la profesora de historia, Verónica, no quería exaltarla en absoluto, prefería hablar con la persona en cuestión antes de conversarlo con mi amante.

Lamentablemente, apenas tuvimos veinte minutos para ser felices, juntas. El desagradable ruido del timbre que anunciaba la entrada a clases nos obligó a separarnos, tomando cada una las responsabilidades de cada clase que nos tocaba.

Filosofía me estaba matando, adoraba la asignatura, pero volver a clases e inmediatamente pasar contenidos tan densos, era algo sumamente agotador, para nada aconsejable, todo eso sumado al hecho de que había descansado muy poco el fin de semana.

Algo que me inquietó ligeramente durante la clase, fue que Alonso no dejaba de verme, de reojo, para que no me diera cuenta. Estaba claro que estaba atento a cada cosa que hacía, lo cual era un poco escalofriante. Traté de tranquilizarme, asociando las miradas al probable rencor por lo ocurrido durante la gira.

¿Arte? Es amarte (LGBT) (LESBIANAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora