Los siguientes días y semanas fueron más agradables sin el recuerdo de lo sucedido con Sara, la ex pareja de Lara. Por mi parte, Catalina no había molestado demasiado una vez que hablé con ella, dejándole claro nuestros límites y lo que había sucedido entre nosotras, si bien no estaba feliz en ese momento, supo respetar mi espacio, por lo que no se volvió a acercar a mi en un sentido romántico.
Mi relación con Lara iba de maravilla, tal como ambas lo habíamos deseado desde un principio, hace dos años atrás. Esta vez nuestra relación ya estaba mucho más sólida, bien conformada, ya que la podíamos vivir y disfrutar sin miedo, y, además, íbamos dando pasos importantes en su debido tiempo, como lo fue presentar a nuestros padres, al menos en el caso de mis suegros. Lara aún no había podido conocer a mi mamá, ni a nadie de mi familia en realidad, y esperaba que pronto pudiera hacerlo, porque no era justo para ella estar oculta para mi familia.
Pensando en esto, pronto decidí que era tiempo de llevarla a mi casa, para que ambas mujeres se conozcan, y por supuesto, conozca a la pareja de mi madre, con la que era muy feliz. Queriendo ir lo más pronto posible, coincidió que mi mamá había organizado un almuerzo familiar para que yo fuera, ya que hace un mes no podía ir a mi casa, por lo que rápidamente organizamos todo con Lara para asistir y compartir con mi familia.
—Amor... ¿Cómo crees que me reciba tu mamá? —preguntó Lara mientras conducía en plena carretera, acercándonos cada vez mas a nuestro destino.
—Bien, obvio —contesté inmediatamente, ya que estaba casi segura de que así sería—. Mira, si te agarra para el hueveo, es que le caíste bien. Le encanta hacer eso —reí, porque era verdad—. El que te va a caer muy bien, va a ser el Claudio, la pareja de mi mamá. Se parecen harto, obvio el no es tan buen mozo, pero igual, se van a entender.
—Cachai que igual estoy nerviosa... Bah, ojalá no aparezca nadie como la Sara —rió, intentando bromear con eso, recibiendo una risa falsa de mi parte.
Al llegar a la casa, nos dimos cuenta de que ya todos mis familiares se encontraban ahí, ya que el estacionamiento se encontraba lleno e incluso se podía escuchar el ruido de risas dentro de la casa. Salimos del auto, yo tomando la mano de mi polola, para entrar juntas a la casa.
La entrada fue caótica, todos mis sobrinos se abalanzaron a mí, desde el más pequeño, hasta la mayor. Saludando de paso a Lara, que estaba feliz de ver a tantos niños, porque si, los adoraba. Después se acercaron mis primos, uno a uno a abrazarme, y también a saludar a Lara, mirándola y, en el caso de Lucía, guiñándome el ojo, suponiendo que tenía algo con ella. Casi al final salió mi mamá a saludar a la rápida, pero con cariño, indicando que debíamos pasar a la mesa inmediatamente, porque el almuerzo estaba listo para servirse.
Nos sentamos todos en la mesa gigante, apta para toda la familia Barros, comiendo, riendo y compartiendo, con mi mamá junto a Claudio sentados frente a nosotras. Cuando de pronto observo como mi mamá comienza a observar atentamente a Lara, que comenzó a ponerse ligeramente nerviosa.
—Sabes que te encuentro súper parecida a una profe de artes que estuvo en el colegio, cuando la Samanta estaba en Cuarto Medio... Me acuerdo de que la vi pasar en una de las reuniones... —dijo observándola, provocando que Lara se atorara con la copa de vino, provocando mi risa, probablemente por el nerviosismo, llamando la atención de todos los que estaban en la mesa.
—Bueno viejita... Lara es la mismita persona —dije, con una risita, intentando no causar revuelo con la noticia.
Claramente todos me quedaron mirando como si estuviera loca, aunque en realidad no fue una reacción tan mala, era como si a algunos les diera igual, otros no creyeran, y bueno, mi mamá no tenía expresión.
—Salió hábil para el amor la Samantita —rió Claudio, tratando de matar la tensión, a lo que todos respondieron con una carcajada.
—No lo vi venir ah, no lo vi venir —por fin habló mi mamá, bastante relajada—. Lo único que diré es que... —dirigió su mirada a Lara, pero ahora seria—. Usted es mayor, señorita, así que se supone que deberías ser mas consciente de tus actos... Así que si le llegas a hacer algo a mi hija, no te voy a reír para nada la gracia —finalizó, dejando bastante asustada a Lara—. Nah, te estoy leseando oh, si no puedo darle color porque la edad ni nada, ni que tuvieras cincuenta años... Mi hija es adulta, yo no le puedo decir con quien estar —agregó, tranquilizándonos—. Así que ya escucharon mocosos, los que se quedaron viendo mucho rato a mi nuera, olvídense —bromeó.
—Ay mamá... —reclamé, provocando la risa de todos, incluyendo la de mi polola.
Después de eso, toda la tarde se pasó entre broma y broma, risas y juegos. Volver a mi hogar siempre era grato y sumamente relajante, pero el hecho de estar en aquel lugar junto a Lara lo convertía en algo simplemente mágico.
Al caer la noche, mis primos solteros o sin hijos se organizaron para salir a carretear a algún lugar dentro de la ciudad. La invitación para nosotras no tardó en llegar, es más, yo fui la encargada de organizar a donde saldríamos y todo. Nos separamos en los autos, y nos dirigimos a una reconocida discotheque de buen ambiente.
El lugar era bueno, con buena música, lleno de luces, una excelente barra, y por supuesto, llenísimo de gente. Con Lara nos dirigimos a bailar prácticamente en cuanto llegamos al lugar, mientras mis primos comenzaban a pedir los tragos. Otra de las cosas que adoraba de mi mujer, aparte de todo, era ver como su cuerpo encajaba perfectamente con el mío mientras hacíamos el amor, o en este caso, bailábamos, además de tener una perfecta sincronía en nuestros pasos, una razón más para suponer que Lara Faúndez era el amor de mi vida.
Aunque estábamos ligeramente sudadas, no dejamos de bailar en un buen rato, entre cantos, besos, sonrisas y una que otra caricia atrevida, disfrutamos las canciones que iban y venían. Hasta que uno de mis primos nos fue a buscar para que vayamos a compartir con ellos.
—Cachai que soy de esta ciudad, y nunca había venido para acá hueona —habló Lucía, mi prima, encantada con el lugar—. Es la raja esta hueá.
—Cabros, cabros, mina acercándose —habló uno de mis primos, mirando discretamente a una mujer que se acercaba con una sonrisa a la mesa donde nos encontrábamos—. Viene para acá hueón —agregó.
Mientras abrazaba a Lara, miré hacia la chica que se acercaba, pudiendo apreciar a medida que los segundos pasaban de quién se trataba.
—¿Samanta? —preguntó, aparentemente contenta la mujer.
—¿Profe Fuentes? —la reconocí, levantándome para saludarla—. ¡Tanto tiempo! ¿Cómo ha estado? —saludé amable.
Mientras Lara observaba la pequeña conversación, Verónica Fuentes se dedicaba a responder y preguntar unas cuantas cosas acerca de lo que había sucedido con nuestras vidas después del colegio, aunque ella seguía trabajando en el mismo establecimiento educativo.
—¿Y qué anda haciendo por acá, señorita? —preguntó con ese toque coqueto que aún no había perdido.
—Nada po, vine un rato a carretear con mis primos y mi polola —respondí inmediatamente, señalando a la mesa donde me encontraba y dejando ver por fin a Lara, que saludó de lejos.
—¿Tu polola? ¿Pero esa no es Lara? —preguntó, claramente confundida, mirando a Faúndez, escuchando un "Hola Vero, tanto tiempo" de la misma—. Espera, no me digas que ella era la mujer en la que estabas interesada...
![](https://img.wattpad.com/cover/157300790-288-k167680.jpg)
ESTÁS LEYENDO
¿Arte? Es amarte (LGBT) (LESBIANAS)
RomanceCuando el amor llega, no importa quién seas ni de quién te enamores, no hay imposibles, pero... ¿qué pasa si esa persona es tu profesora? Samanta y Lara quedarán maravilladas al conocerse, ¿pero será posible dar paso a una relación amorosa?