Si pensé que los días siguientes mejorarían, que algún milagro ocurriría, estaba sumamente equivocada.
Al siguiente día, fui llamada a dirección, junto a Alonso, por la pelea que habíamos tenido. Resulta que las cámaras del colegio nos habían grabado y el director logró ver todo. Expliqué como pude lo que había sucedido, y de alguna forma u otra, logré salvarme de la expulsión, mas no de la suspensión por dos míseros días y de la gran conversación que tendría con mi mamá. Por otro lado, tras todo lo que había hecho el imbécil —o sea, Alonso—, el director decidió expulsarlo por incitar a la violencia en reiteradas ocasiones, a lo cual este decidió no alegar, porque en el fondo sabía que saldría aún más perjudicado.
Extrañamente, mi mamá no estaba tan enojada por el acto de violencia que había cometido, es más, me atrevería a decir que de alguna forma estaba orgullosa. Si, no le gustaba para nada Alonso, y siempre se había encargado de decírmelo, pero jamás le hice caso. Las madres son sabias, probablemente fue la lección mas grande que me dejó todo ese drama.
Eliminé como pude a Alonso de mi vida, y mi círculo cercano también lo hizo. Sabían que no era sano saber más de él. Ya había provocado demasiado daño como para volver a considerarlo.
Aunque sabía que no conseguiría absolutamente nada, seguí enviándole mensajes a Lara, también intenté llamarla. Hice esto prácticamente todos los días, durante uno o dos meses, aunque a las semanas de empezar con esta especie de rutina, su número ya ni siquiera estaba disponible. Ni siquiera sé por qué continuaba haciéndolo. Supongo que la esperanza nunca se pierde.
Recordé a Lara cada día, y no podía evitar sentirme triste. Con el paso del tiempo me di cuenta de que llegué a amarla. Había llegado como un torbellino de sentimientos a mi vida, me había hecho sentir especial, única, afortunada de tenerla. Y se había ido igual de rápido.
Mis amigos e incluso mi mamá trataban de distraerme, aunque esta última no entendiera nada de lo que me estaba pasando. Creo que fue una de las razones por las que, a mediados de año, decidí salir del closet al menos con ella.
—Samanta, de verdad, estos meses estás... rarísima, no tienes ganas de hacer nada. Y todos me dicen lo mismo. Ya no te puedes seguir haciendo la tonta conmigo, así que vamos a hablar —dijo, sentándome en la mesa de la cocina—. Me tienes preocupada, nunca habías estado así. Soy tu mamá, puedes confiar en mí. —no sé por qué, pero con lo último comencé a llorar desesperada. Pocos eran los momentos así que tenía con mi mamá.
—Es que no sé cómo decírtelo... —comencé a hablar, tratando de calmarme—. Lo he guardado durante tanto tiempo... Me da un miedo tremendo, el qué dirán, el... ¡no lo sé!
—Hija, hija... está bien —dijo dulcemente, abrazándome—. Creo que tengo una idea de lo que es... Y, tú eres mi tesoro, lo más lindo que puedo tener, mi mayor orgullo, tú eres mi todo... No tienes por qué tener miedo a ti misma, eres perfecta tal cual. Yo siempre estaré para ti, apoyándote. Sé que tenemos poco tiempo de calidad, pero no hay nada que ame más que a ti.
—O sea que... ¿tú ya sabes? —pregunté, mirándola a los ojos.
—Samanta... soy tu mamá. Siempre me percaté de cómo brillaban tus ojitos cuando conociste a tus primeras compañeras durante el jardín, siempre hablabas de lo lindas que eran. Cuando cumpliste como quince, supe que estabas con una chiquilla, con Sofía. Y también supe que sus papás la mandaron lejos por eso. Hija, has sufrido en silencio, pero ya no es necesario. Siempre me has tenido para ti...
Desde ese día, al menos comencé a vivir con un peso menos en el alma. Después de todo, no todo había sido tan malo.
Mi Cuarto Medio no había resultado ser como el que siempre había querido. Lara me había sacado de contexto prácticamente durante todo el año. Conocí a muchas personas, chicas, sobre todo, pero nunca dejé de pensar en ella, de amarla y de cierta forma me odiaba por eso.
Mis notas no bajaron, ni nada parecido. Continuaron igual de buenas que siempre. En el preu me iba bien. Todo apuntaba a que finalmente en la PSU tendría un buen puntaje, lo suficiente para entrar a estudiar Medicina en alguna buena universidad.
Mi crew de baile fue a la competencia internacional, y obtuvimos un tercer lugar, que de alguna forma nos dejo conformes, ya que fue una competencia complicada, y los otros dos ganadores habían estado realmente increíbles.
El resto del año se resumió en carretes, muchos carretes. Creo no haber faltado a absolutamente ninguno. Tal vez encontré en el alcohol, que de por si ya me gustaba, un método para dejar de pensar en mi ex profesora de artes. Tenía la oportunidad de darme un respiro algunas noches. Aún así, su recuerdo me perseguía como un fantasma.
Ya a finales de año, era tiempo de ponerme a prueba, sobre todo en el ámbito académico. Rendí la PSU, en la cual me fue muy bien, incluso superando mis propias expectativas. Y para suerte de todos, a mis amigos igual les había ido bastante bien. Todo apuntaba a que todos íbamos a poder estudiar lo que queríamos, en las universidades que deseábamos, que prácticamente sería la misma para todos.
Así fue, al poco tiempo de postular a la carrera de medicina en la universidad de Concepción, me llegó la notificación de que mi solicitud había sido aceptada, esto significaba que Amanda, Enrique y yo, iríamos a la misma universidad, mientras que Fernando, se iría a otra que se encontraba en la misma ciudad. Solo faltaba que Andrea pudiera entrar a la misma, el próximo año para que el grupo estuviera completo.
Después de largas despedidas familiares, otros carretes, y juntas. Los cuatro iniciamos el cambio de ciudad, habilitando el departamento donde nos quedaríamos durante, probablemente, toda nuestra época universitaria. Era un lugar adecuado, espacioso, demasiado apto para cuatro personas. Estábamos cómodos y unidos, no podíamos pedir nada más, bueno, tal vez yo si deseaba algo más, pero tenía que quitar esa idea de mi sistema.
Creo que, si pude aprender alguna lección de todo lo que había ocurrido con Lara, fue que las cosas lindas, por lo general son momentáneas, y justamente por eso, debes disfrutarlas, pero no aferrarte a ellas.
Nuestras vidas universitarias estaban a punto de comenzar. Estábamos de alguna forma emocionados, tal vez un poco emocionados, pero jamás estuve preparada para lo que ahí iba a pasar.

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¿Arte? Es amarte (LGBT) (LESBIANAS)
RomantizmCuando el amor llega, no importa quién seas ni de quién te enamores, no hay imposibles, pero... ¿qué pasa si esa persona es tu profesora? Samanta y Lara quedarán maravilladas al conocerse, ¿pero será posible dar paso a una relación amorosa?