LE HABÍAN APODADO LA LOBA DEL DESIERTO. Aquel nombre se ceñía mucho a su realidad, desde luego; a la realidad de una norteña abandonada en el sur, presa fácil de los escorpiones, del calor y de las explanadas infinitas de olivos secos. Habían pasado dos años desde su llegada y su piel aún reclamaba frío y nieve.
—Vuestro baño está listo, lady Fowler.
Lyarra bufó, malhumorada. La joven nunca había tenido un temperamento demasiado fuerte hasta que abandonó los muros de Invernalia. De hecho, algunos de los motivos que cautivaron a Belyas Fowler fueron su dulzura y delicadeza; pues bien, las garras afiladas del sol habían hecho que aquello desapareciera.
—Ahora voy, Margaret —Lyarra se levantó arrastrando la silla de mimbre. También había perdido la paciencia y muchos de sus buenos modales; a veces, imaginaba lo avergonzada que se sentiría Catelyn Stark si la viera—. Es la tercera vez que me lo decís, ¿no veis que estoy leyendo?
Margaret bajó la mirada, abochornada.
—Disculpadme, mi señora.
Lyarra se hubiera arrepentido si quedara algo de sensibilidad en su cuerpo.
La joven cerró la novela y se marchó hacia el interior del castillo, arrastrando por el suelo un vestido fino y azul (el color de su nueva casa) que contrastaba con su piel blanca y con el amarillo natural de Dorne. Se deshizo de él en cuanto entró a su alcoba, donde le esperaba un barreño lleno de agua perfectamente helada. Sumida en un profundo placer se dejó besar por el frío y trató de imaginar que se encontraba en Invernalia. En su hogar; en su único hogar. Se lavó los bucles pelirrojos y se rascó la arena que se había pegado a su cuerpo durante el día; Lyarra pasaba las tardes leyendo en el patio del castillo, protegida por las sombras de los árboles y disfrutando del vino sureño y del color de las flores extravagantes.
La puerta se abrió antes de que pudiera terminar de limpiarse. Belyas Fowler se paró en seco, admirando la belleza pálida de su esposa contrastada con el crepúsculo de Dorne; el sol empezaba a esconderse y el cielo se teñía de rosa, rojo y naranja. Ambos se observaron largamente y contuvieron la respiración.
—Estás preciosa, Lyarra.
—Solo lo dices porque estoy desnuda.
Una risa suave y armónica inundó la habitación. Era complicado ver a lord Fowler así, despreocupado, afable y sonriente. El mejor conocido como halcón verde (por sus ojos esmeralda) era un hombre más fiero que inteligente. Un gran guerrero admirado por el pueblo; moreno y robusto, era la contraposición de su delicada y blanquísima esposa.
—Sabes que no.
Belyas se acercó al barreño y se agachó para besarla en los labios. Lyarra se consideraba afortunada; de todos los señores violentos, puteros, borrachos, gordos y tarados, había sido casada con un muchacho bueno y enamorado de ella. Lyarra jamás le había correspondido de esa manera, pero era innegable el profundo cariño que le profesaba. Eran compañeros, un buen equipo.
—Ha llegado una carta de Invernalia, Lyarra.
Belyas la sacó de su bolsillo y ella la atrapó, mojándola con la punta de los dedos.
—... el cuervo que la ha traído ha muerto por insolación.
—No me extraña, ¿cuántos van ya? ¿Once, doce?
—Creo que llegan a la veintena.
Un intercambio de sonrisas y la loba del desierto leyó la carta. Tuvo que hacerlo dos y tres y cuatro veces para asegurarse de que era real y no una broma de Robb o de Theon. Pero, aunque intentó convencerse de que no podía ser cierto, la caligrafía era indudablemente de Ned Stark.
—¿Qué pasa, Lyarra? —A Belyas le extrañó el silencio de su esposa, que destacaba por su cada vez más lengua afilada y parlanchina.
—Se trata de mi padre —Suspiró largamente, preguntándose cuánto podía cambiar un hombre en tan solo dos años—. Ha sido nombrado mano del rey. Me parece que nos vamos a Desembarco, Belyas; nos ha invitado al torneo que organiza Robert Baratheon en su honor.
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Este capítulo es cortito, pero la intensidad y la longitud llegarán pronto. ¡Disfrutad de la introducción!
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DESERT WOLF ━ Jaime Lannister.
FanfictionLa conocida como Lyarra Stark, loba del desierto, descubrirá lo que siempre ha ansiado: aquello que se esconde bajo la piel de la sociedad que rige Poniente; el poder, las traiciones, la mentira y el amor. Una vez dentro del juego de tronos, no podr...