━ XXII: Resurgimos y reinamos

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Primera parte

Aquel día, Dorne amaneció tristemente nublado. Lyarra pensó que el clima era bondadoso, pues simpatizaba con ella y el león que dormía a su lado.

—Jaime. —La loba, con delicadeza, le tocó el hombro para que despertara. No habían dormido ni dos horas—. Tengo que irme.

No hicieron falta más palabras. Ciertamente, su corazón sangraba, así que decidió que lo mejor sería levantarse con rapidez y desaparecer hacia el interior de los desiertos antes de que pudiera arrepentirse. Aun así, Jaime se lo impidió. Le agarró la muñeca con su única mano.

—Espera. —El Lannister la miraba con melancolía, como si ya se hubiera marchado. Sus ojos verdes chispeaban—. Ven aquí.

Y, con ternura, la atrajo hacia él una última vez.

Una hora más tarde los dos se alzaban frente a las puertas de Lanza del Sol. Doran Martell, Ellaria Arena y otras cuantas serpientes les esperaban. Ninguno pareció preguntarse por qué venían juntos, aunque Bronn, detrás de todos ellos, les regaló una sonrisa llena de picardía.

—Nuestras mejores costureras han cosido los nuevos estandartes esta noche —dijo el príncipe, sentado en su silla—. El fénix de plata.

Lyarra sonrió cuando vio cómo el pájaro ondeaba en el cielo; con esos colores tan fríos, desentonaba completamente en un tierra donde solo había calor. Se sentía orgullosa del estandarte, aunque las dudas invadían su mente, ¿me aceptarán otra vez? Si es así ¿Pasaré el resto de mi vida en Dorne? ¿Qué sucederá con Invernalia?

Aquel momento no era el idóneo para meditarlo.

—Gracias, príncipe Doran. —Lyarra sonrió con afecto, quitándose del rostro el fino velo que impedía el paso de la arena a sus ojos—. Tenemos suficiente abastecimiento para los próximos años. Creceremos rápido.

Ellaria bufó, algo malhumorada, pues frente a ellos comenzaba a avanzar una hilera de carromatos con semillas y comida, así como bueyes y otros animales que servirían para arar la tierra del Dominio del Cielo. Carromatos y animales que los Martell perdían, pero era lo justo. Los sureños pagaban sus deudas tanto como los Lannister.

—Espero que recuperéis la prosperidad. —El príncipe inclinó la cabeza—. Ser Neron os acompañará; está en la vanguardia, dirigiendo a los hombres. Es un hombre sabio y os ayudará.

Y os contará lo que hago, ¿verdad, Doran? Os dirá si os traiciono, por suerte, Lyarra no pretendía traicionar a los Martell. Ser Neron no supondría un problema para ella.

—Sois muy amable por cederme a uno de vuestros mejores hombres.

—Es un placer. También mandarán un maestre de la Ciudadela en poco tiempo; he enviado un cuervo.

Lyarra, una vez más, agachó la cabeza, aunque cuando la levantó se dedicó a observar la larga hilera que la pertenecía. Era grande, pero estaba llegando a su fin; la loba tenía que unirse a ellos para no quedarse atrás. Con una suave sonrisa, se despidió de Ellaria, Myrcella, Trystan y Doran. Luego, hizo un gesto con la cabeza dedicada a Bronn. Al final, con el corazón en un puño, avanzó hacia Jaime, que vestía de amarillo como un auténtico dorniense.

—Lord Jaime.

—Lady Lyarra.

La joven tomó una bocanada de aire. Después, alzó la mano hacia él. En un gesto frívolo y cordial, Jaime la atrapó con la suya y la estrechó. Lyarra tuvo que ejercer mucha fuerza de voluntad para no sonreír, ni llorar, ni besar. Aún sentía los labios ajenos en su cuerpo.

DESERT WOLF ━ Jaime Lannister.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora