━ XXVI: Cartas y momentos inesperados

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... hola.

Me disculpo por esta larga, larguísima pausa. He pensado en si debía dar alguna explicación pero la verdad es que no hay nada que decir :( simplemente soy una chica con muy poca capacidad para escribir si no tiene inspiración.

Este capítulo lo he disfrutado mucho. No sé si estáis en cuarentena, pero trataré de escribir y subir capítulos estos días para amenizaros y amenizarme. Enjoy.

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Observó el cuerpo de Rickon Stark con cuidado, como si por mirarlo con demasiada intensidad fuera a quebrarlo. Pero ya estaba roto. Roto por los enemigos, por Ramsay, por una flecha. Lyarra dio un paso hacia el cadáver de su hermano, y acarició su mejilla helada con los dedos temblorosos. Era de marfil y porcelana.

—Qué mayor estabas —susurró, y una sonrisa se escapó de sus labios—. Y qué guapo.

Ni si quiera podía llorar. En lo único en lo que podía fijarse era en el pequeño Rickon, tan grande, tan muerto. Le habían limpiado y cambiado de ropa, e iba a ser enterrado al anochecer.

«Está donde debe estar —pensó—. En su casa, entre los muros de su hogar».

Robb y Catelyn no habían corrido la misma suerte. Bran y Arya, tampoco. Lyarra no concebía la idea de ser enterrada en otro sitio que no fuera ese, el Norte, Invernalia. Llevaba años sin pisar el castillo, siete u ocho, y había detalles que habían desaparecido de su mente. No reconocía muchas de las habitaciones ni muchas figuras de piedra, y se había olvidado de que los pomos de las puertas eran de un metal grisáceo y feo. 

—¿Lyarra?

La voz de Jon Nieve resonó por las criptas de Invernalia. Hacía poco calor ahí dentro, pero era el lugar indicado para velar por el alma de su hermano.

—Estoy aquí.

Los pasos de Jon hicieron eco. Mientras llegaba a ella, la pelirroja trató de recomponerse, aunque de nada sirvió: su pena estaba reflejada en cada poro de piel, en cada gesto y en cada palabra. Jon se colocó a su lado y observaron el cuerpo de Rickon durante largos minutos. Lyarra volvió a alzar la mano y enrrolló entre sus dedos uno de los bucles rojizos de su hermano. Le recordaba a Robb.

Robb, que también estaba muerto.

—Solo quedamos nosotros —murmuró la joven—. Sansa, tú y yo. Solo nosotros.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal. Aquella afirmación le atemorizaba.

—Lo sé —Jon también parecía asustado—. Pero tú te irás, ¿verdad? Al Valle.

Lyarra se tensó al instante, sin saber exactamente qué decir. Sus dedos se agarrotaron y la lengua se atascó.

—¿Te lo ha contado Sansa?

—Sí. Lyarra... —Jon dejó de observar el cadáver de Rickon para mirarla a ella, directamente—. No tienes por qué casarte con él. Meñique es un embustero.

—Ganamos la batalla gracias a lord Baelish, Jon —contraatacó, elevando un poco la voz—. Si no fuera por él probablemente estarías muerto.

Su voz hizo eco por toda la oscura cripta. Lyarra no quería escuchar nada más. Había dado su palabra, así que lo haría. Era una mujer de honor. Una mujer noble. No deseaba oír otras alternativas, pues era más sencillo casarse pensando que no tenía otra opción.

—De todos modos... —añadió—. No me iré. Hemos reconquistado Invernalia, y debo ocupar mi lugar como sucesora.

Al menos, eso la tranquilizaba. Se casaría con Meñique, pero permanecerían en el Norte. Robin estaría bien en el Nido de Águilas sin ellos.

DESERT WOLF ━ Jaime Lannister.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora