estoy emocionada porque este capítulo es de lo más épico que he escrito
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La flecha acertó en la diana, a unos centímetros del centro. Lyarra Baelish suspiró. Aún tenía mucho que practicar.
Desde que se casó con Meñique ocupaba las mañanas con el arco. A penas podía dormir si él estaba cerca, así que, en silencio y bajo una capa de piel, Lyarra atravesaba el castillo cuando la noche aún no había abandonado el cielo.
Las mañanas tampoco eran muy claras, pues la niebla y las nubes eran negras y estaban cargadas de nieve: no obstante, había luz suficiente para distinguir el centro de la diana. Lyarra arrancó la flecha con fuerza y la metió en el carcaj con las demás. Le esperaba otra ronda, y otra, y luego otra más, hasta que estuviera lo suficientemente cansada para no pensar demasiado.
—Vaya, eres buena.
La voz de Jon le sobresaltó. Estaba apoyado en el viejo arciano rojizo, con media sonrisa en la cara.
—No lo suficiente. Todavía.
—¿Quién te ha enseñado a tirar con arco?
Jon se despegó del arciano y se dirigió a ella. Lyarra solía practicar en el bosque de los dioses, porque el patio de Invernalia y los alrededores del castillo estaban llenos de norteños en busca de refugio. Sansa, la única Stark que se quedaría en Invernalia cuando ellos fueran a Rocadragón, manejaba todos los hilos con precisión. Lyarra estaba orgullosa de su madurez, aunque desde que descubrió la carta de Jaime Lannister la tensión había crecido entre las hermanas.
—Cuando Belyas Fowler me traicionó acabé en un poblado saqueado por los Lannister, en los Ríos. Un anciano llamado Elthon me acogió. Me enseñó a cazar para poder comer.
Jon se cruzó de brazos. Tenía el ceño fruncido y el pelo recogido en una coleta pegada a la nuca.
—¿No había algún mercado cerca? Las Tierras de los Ríos son abundantes en... todo.
—El pueblo estaba reducido a cenizas. La gente robaba, vendían a los niños y las mujeres se prostituían. Era un ambiente desesperanzador —suspiró—. Les ayudé, o al menos lo intenté. —De pronto, media sonrisa apareció en su rostro—. El dinero por el que Belyas me había vendido favoreció a una comunidad. Estará revolviéndose rabioso bajo tierra.
A pesar de que, con toda probabilidad, el cadáver de Belyas Fowler habría sido devorado por los lobos.
Jon esbozó una sonrisa. Parecía tranquilo. El bosque de los dioses, frío y espiritual, era una puerta directa al pasado. A la infancia. A la alegría y a la familia. Lyarra tampoco había tenido la oportunidad de acercarse a Jon desde que se reencontraron: las guerras y la estrategia les tenían demasiado ocupados. También había tensión entre ellos, pues su hermano no podía ignorar que él había sido nombrado rey, aunque fuera Lyarra quien salvó a los norteños.
—Hemos perdido mucho tiempo —susurró Jon, oscilando su mirada entre la loba del desierto y su alrededor, nervioso.
—Es verdad. —Lyarra volvió a suspirar—. Si todo sale bien, quizá podamos recuperar un poco.
La joven habría pagado para detener el tiempo ahí mismo. No solo por el bosque que les rodeaba, sino por el sentimiento que le sacudía el pecho. Amor. Familiaridad. Quería a Jon y eso era innegable, pero temía salir del bosque de los dioses y ser corrompida por el juego de tronos.
Una tercera voz les interrumpió. Era Neron, el dorniense, fiel acompañante de Lyarra desde hacía ya bastante tiempo.
—Mi señora, mi rey. El carruaje está listo.
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DESERT WOLF ━ Jaime Lannister.
FanfictionLa conocida como Lyarra Stark, loba del desierto, descubrirá lo que siempre ha ansiado: aquello que se esconde bajo la piel de la sociedad que rige Poniente; el poder, las traiciones, la mentira y el amor. Una vez dentro del juego de tronos, no podr...