━ XVIII: Llega la muerte

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          LYARRA STARK JAMÁS HUBIERA PENSADO QUE AQUEL DESMADRE SUCEDERÍA. Cuando se anunció que Oberyn Martell sería el campeón de Tyrion Lannister, no lo creyó. No quiso creerlo. La Víbora Roja era magnífica en el arte de la lucha, mas no podía entender qué podría llevarle a enfrentarse cara a cara con la Montaña que Cabalga. Aquel combate era un riesgo innecesario que Oberyn no tenía que asumir.

          Luego, después de no mucha reflexión, llegó a la conclusión de que Clegane, ese mounstro por fuera y por dentro, había destrozado a Elia Martell y a sus hijos. Esa realidad no era un secreto para nadie, aunque había que tener verdadera valentía para decirlo en voz alta.

          He hecho algo imprudente, había dicho Oberyn días atrás. Lyarra jamás pensó que sería algo tan imprudente.

          —¿Estáis nerviosa?

          Jaime Lannister se sentó a su lado y preguntó. Lyarra había sido de las primeras en llegar a la arena donde el duelo se llevaría a cabo, y desde que se acomodó en el palco real (ahí debía estar por ser la prometida del león) no había dejado de mover una pierna, ansiosa. El calor no ayudaba a que la presión en el pecho disminuyera; es más, la hacía tan intensa que la loba temía que su corazón explotara y saliera del pecho. Gotas gordas de sudor se le escurrían por la frente y por la nuca, y el vestido áspero le picaba en la piel como si le estuvieran restregando un ramo de ortigas.

          —No —mintió descaradamente, pues no quería sumar una preocupación a la mente del león, que estaba a punto de conocer el destino de su hermano.

          Jaime frunció el ceño, y Lyarra se obligó a despegar la vista de la arena y a observar a su futuro esposo; después, trató de esbozar una sonrisa que disimulara su nerviosismo. Semanas atrás aquella mueca hubiera sido suficiente, pero después de los últimos días entrenando bajo el sol, con movimientos tan rápidos que no les permitían pensar en guardar las apariencias y modales, Lyarra supo que Jaime descifraría la falsedad en su cara.

          —Estáis nerviosa.

          —No —repitió, tratando de averiguar hasta donde podía alargar la mentira.

          —Era una afirmación, no una pregunta.

          Esa vez, la sonrisa de Lyarra fue real, pero intentó que no la viera demasiado y volvió a clavar su mirada en la arena.

          —Lo estoy, pero no mucho.

          Jaime chasqueó la lengua y guardó silencio durante largos segundos. A Lyarra no le importó. En el intento de tragarse el orgullo y ganarse la confianza del Lannister, la loba había empezado a sentirse cómoda a su lado.

          —¿No confiáis en que Oberyn pueda hacerlo?

          Lyarra tomó una bocanada de aire. Las personas comenzaban a llegar, entre ellas Ellaria Arena y sus doncellas. El tiempo corría. Tic, tac, tic, tac.

          —Confío en él —por un momento, la voz de la loba sonó emocionada—. Es un gran señor y mejor guerrero.

          —Sí... —Jaime resopló y Lyarra vio, de reojo, que se movía sobre el asiento, incómodo, frunciendo el ceño—. Se nota que le guardáis afecto. Os he visto con él varias veces.

         La loba se giró hacia él con brusquedad. Ambos compartieron una mirada y, de pronto, la cara de Lyarra se iluminó como una vela. 

          —¿Estáis celoso?

         El Lannister se mostró casi ofendido. Negó con la cabeza y dejó escapar una especie de risa nerviosa. Él también sudaba.

          —¿Yo? Por supuesto que no.

DESERT WOLF ━ Jaime Lannister.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora