EL COMPROMISO SE HABÍA OFICIALIZADO. Las damas y los caballeros que días antes susurraban traidora cuando la loba pasaba frente a sus narices, se acercaban a ella y la felicitaban con una amplia sonrisa.
Lyarra Stark (Stark por el momento) se dedicaba a entrecerrar los ojos negros, mirarles de forma condescendiente e inclinar la cabeza. Con un poco de suerte, después de casarse no volvería a pisar Desembarco del Rey.
Aquella mañana Lavea no estaba en su habitación peinándola y acicalándola como de costumbre; era extraño, pues no había permanecido ni una sola mañana lejos de ella desde que llegó a la Fortaleza Roja. Además, ese día era especial. La segunda parte del juicio de Tyrion Lannister estaba a punto de comenzar y concluir. Lyarra, para qué negarlo, se sentía profundamente emocionada.
Dos toques en la puerta la sacaron de su ensimismamiento. Lyarra se alisó las arrugas del vestido dorado antes de levantarse; un vestido que, combinado con su pelo rojo, le hacía parecer una hoguera. O una leona. Llevaba el pelo suelto como hacía tiempo que no lo lucía, tan solo sujetado por dos trenzas en la coronilla. No era muy virtuosa en el arte del cabello.
Cuando abrió la puerta, Jaime Lannister le recorrió con la mirada. Lo hizo inconscientemente, y cuando se percató de su desvío carraspeó y se movió, incómodo.
—¿Nos vamos?
—Por supuesto.
El león tendió su brazo y Lyarra Stark se agarró a él. Ambos caminaron en silencio, siendo una vez más el tema de conversación de las doncellas. La loba entró al salón del trono relajada, entrecruzando su mirada con la de Tywin Lannister al instante, queriendo transmitirle a través de las pupilas que nunca, jamás en la vida, sería suya. Un intento inútil, pues Lyarra no tenía la posibilidad de revelarse.
Jaime Lannister y su futura esposa se sentaron juntos y en silencio. Lyarra continuaba en una posición defensiva frente a cada palabra que él le dirigía y, aunque se sentía injusta, no podía hacer otra cosa. Él era su enemigo, y se lo repetía a sí misma una y otra y otra vez para no caer en la sensibilidad.
A su derecha, los Tyrell les saludaron; Olenna y Margaery ya no parecían interesadas en ella. Por otro lado, Tyrion Lannister había llegado al palco frente al trono de hierro, encadenado y con un aspecto deplorable. Compartió una significativa mirada con Jaime, y, poco a poco, los jueces de aquel espectáculo terminaron por ocupar sus asientos. Tywin esperó pacientemente a que el silencio se hiciera en el salón y solo se escuchase el fuego de las crepitantes antorchas de las paredes. Los habitantes más nobles de Desembarco del Rey observaban la escena, hambrientos, deseando una nueva desgracia. Bajo todas esas joyas que intentaban imitar el oro de los Lannister, solo había personas desesperadas e insignificantes.
—Que pase el siguiente testigo.
Para la sorpresa de Lyarra Stark, una palidísima Lavea apareció de la nada. Antes de hablar, pidió disculpas a la loba con la mirada. No tardaron ni dos segundos en comenzar a asaltar a la pequeña rubia con preguntas y más preguntas.
—... antes de servir a lady Lyarra, serví a lady Sansa —tragó saliva, aturdida—. No dejaba de repetir lo mucho que odiaba a Joffrey y confesó que no había consumado el matrimonio con Tyrion Lannister. Aseguraba que él era un buen esposo porque hacía lo que ella deseaba y, entre otras cosas, su mayor deseo era hacer desaparecer al rey Joffrey.
Murmullos de espanto cruzaron el salón. Tyrion, lejos de enfadarse, miró con profunda pena a la joven de no más de quince años. Después de un par de cuestiones más donde Lavea dejó claro que Sansa y Tyrion conspiraron juntos, llamaron al siguiente testigo.
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DESERT WOLF ━ Jaime Lannister.
FanfictionLa conocida como Lyarra Stark, loba del desierto, descubrirá lo que siempre ha ansiado: aquello que se esconde bajo la piel de la sociedad que rige Poniente; el poder, las traiciones, la mentira y el amor. Una vez dentro del juego de tronos, no podr...