━ V: Solo esperanza

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BELYAS FOWLER HABÍA JURADO LEALTAD AL REINADO DE JOFFREY, y por consiguiente, Lyarra Fowler también.

La joven retiró la palabra a su esposo en cuanto lo hizo, a pesar de que algo dentro de ella se negaba a culparle del todo; Belyas, al fin y al cabo, no era nada más que un muchacho desconocedor de la verdad.

Aun así, pertenecer a una casa leal a la corona otorgó ciertas libertades a la loba del desierto, tales como poder acudir a visitar a su encarcelado padre. Eddard Stark llevaba más de dos días pudriéndose en las mazmorras de la Fortaleza Roja, y después de mucha insistencia y sonrisas sugerentes, Joffrey Baratheon le había concedido el permiso.

Ned tenía un aspecto deplorable.

Olía mal desde los cinco metros de distancia, las ojeras le llegaban hasta la barbilla y su traje estaba cubierto de suciedad. Si la luz de las antorchas no hubiera sido tan tenue y la oscuridad tan intensa, Lyarra hubiera podido jurar que también tenía roña sobre las mejillas.

Lo primero que hizo fue preguntar por las otras dos hijas.

—Sansa está aquí. Y Arya... escapó. Nadie sabe dónde se encuentra.

Ned Stark se frotó los ojos, agotado, pero fue capaz de leer las intenciones en el rostro de su primogénita. La conocía demasiado bien.

—Lyarra... no cometas ninguna locura —pidió, endureciendo su tono de voz—. Arya encontrará ayuda, lo sé. No vayas tras ella.

—¿Crees que Arya puede sobrevivir a las calles de Desembarco y yo no?

—Creo que ya tengo una hija en paradero desconocido, y no quiero que sean dos. Tú estás más segura aquí. Tendrán un ojo puesto en ti, seguro, pero no eres enemiga de Joffrey. Eres más valiosa dentro de la Fortaleza que perdida en la capital.

Lyarra captó su mensaje. O quizá ese no era el mensaje que Ned quería transmitirla, pero Lyarra se dio cuenta de algo.

—Ayudaré a Sansa escapar, entonces. Eso sí que puedo hacerlo.

Ned Stark abrió los ojos como platos; también abrió la boca, mas mantuvo silencio durante unos largos segundos. Sabía que no tenía el poder de pararla los pies.

—Lyarra, me prometiste que te marcharías a Dorn...

—Padre —la voz de la joven era dura y determinada—. Voy a salvar a mi hermana. Voy a salvar a Sansa Stark.

La loba del desierto salió de las mazmorras con aquella idea en la cabeza, y dedicó el resto del día a idear el plan; sopesó la posibilidad de pedir ayuda, pero pronto adivinó que allí solo se encontraban mentirosos y más mentirosos.

No.

Tendría que hacerlo sola.

O, quizá, con el respaldo de Belyas Fowler. Aunque había jurado lealtad a la corona, Lyarra sabía que la lealtad más absoluta de Belyas yacía junto a ella.

Cuando el sol empezó a esconderse y la Fortaleza se enfrió y se volvió naranja, Lyarra tomó la decisión de sacrificarse y tragarse el orgullo. Su esposo y ella planearon una huida sencilla y a primera vista efectiva; a la mañana siguiente el juicio de Ned Stark acontecería, y entre el tumulto, la emoción y el ruido, aprovecharían para atacar y escapar silenciosamente. Ambos estaban seguros de que alguien la terminaría perdiendo de vista.

Para liberar tensiones, a la pareja le siguió una noche de vino y de intimidad que les permitió dormir con la esperanza de que todo saldría bien.


DESERT WOLF ━ Jaime Lannister.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora