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Como si intentara desviar la atención de lo que Fernanda acababa de descubrir, Doriat mencionó que ella estaba siendo una mala anfitriona al no ofrecer bebidas, pero de nuevo, Fer estaba muy ocupada pensando en todas las implicaciones que conllevaban la teoría de Mili y su reciente descubrimiento del verdadero nombre de Keveth. Así que fue Mili quien les preguntó si deseaban beber algo, por lo que unos cinco minutos después Doriat estaba bebiendo jugo de mango, mientras comentaba que tenía un sabor ligeramente diferente, quizás por el hecho de que era artificial. Keveth no bebía nada.

—Entonces, ¿es verdad? ¿Mili tiene razón? —Fernanda decidió preguntar por fin, caminando frente a Keveth que se mantenía de pie en la mitad de su sala de estar. Doriat se había repantigado en el sofá, con Mili a su lado. Pero ninguno de los dos contestó, de nuevo fue Mili quien le dio una idea.

—Quizás puedas hacer una prueba.

—¿Qué quieres decir? —Fer se interesó.

—Bueno, ahora que sabes cuál es su verdadero nombre, podrías obligarlo a hacer algo que sabrías que de otra forma nunca haría. Entonces sabríamos si estoy en lo cierto y el nombre verdadero tiene poder en las hadas. —Un silencio le siguió a aquella sugerencia. Doriat dejó su vaso ya vacío en la mesa frente al sofá y miró a Mili con renovado interés.

—Wow chica, me gusta tu forma de pensar. —Keveth resopló.

—Pero ese plan tiene un fallo. —Clavó sus ojos en Fernanda al tiempo que decía con una leve sonrisa engreída—. Fernanda no me conoce en lo más mínimo, por lo que no sabe qué cosas yo jamás haría salvo que estuviera obligado por algún tipo de poder. Puede pedirme hacer cualquier tontería y aun no sabría si tu teoría es correcta —añadió lanzando una rápida mirada a Mili, acto seguido clavó los ojos en Fernanda de nuevo, como si la retara a encontrar algo que supiera él jamás haría.

Algo exasperada Fer miró hacia el ventanal. El sol estaba desapareciendo y el cielo se mostraba de un azul más oscuro. Pronto se haría de noche y ella aun no lograba deshacerse de esos dos. Aunque si la teoría de Mili era cierta, quizás. Pero no pudo probarla de inmediato porque Keveth intervino, quizás considerando que Fer no tenía más opciones que soportarlo.

—Estamos perdiendo el tiempo, Fernanda. Esperaba que no fueras tan tozuda y accedieras ir con nosotros a Daha solo confiando en nuestra palabra. No quería que supieras todo lo que implica esta guerra hasta tanto no estuviéramos en Daha, pero hay otra cosa que debes saber y que quizás te sirva de incentivo. —Doriat se inclinó hacia adelante atento y Fer sintió un cosquilleo de temor, cualquier cosa que hiciera borrar la sonrisa de Doriat y lo pusiera en estado atento debía ser importante—. La reina Beth no es la única que sabe de tu existencia. No sabemos cómo, pero la corte que nos ha declarado la guerra tiene conocimiento de tu existencia y existe la posibilidad de que ellos intenten contactarte. Lo que quiere decir es que no creas que librándote de Doriat y de mí te libraras de las hadas. Y te lo aseguro Fernanda, no quieres conocer a esas otras hadas, en muchos aspectos, difieren bastante de nosotros. —Fer resopló molesta.

—¿Me estás diciendo que estoy en medio de una guerra de la que no sé nada? ¿De una guerra que ni siquiera me importa?

—Es justo lo que estoy diciendo.

—Wow —dijo Mili impresionada al tiempo que Fer soltaba un gruñido de exasperación, Fernanda se volvió hacia ella.

—No Mili, nada de Wow... sé que estas impresionada por todo el porte y la magia que traen, pero no son tan maravillosos. Para ellos los humanos somos poca cosa y les importamos bastante poco, lo que si me preguntas es bastante irónico considerando que todos ellos fueron humanos una vez. —Mili parecía ligeramente confundida, Doriat le sonrió y le dijo.

La senda de la corona [La senda #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora