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Por una sutil sugerencia de Keveth, la reina Beth había despachado a Walden de forma diplomática y luego trasladaron la reunión de la sala de audiencias al despacho de la reina. En vista de todo, era una mejoría. La corona descansaba sobre el escritorio de madera pulida, la reina estaba sentada tras el mismo y apoyaba las yemas de los dedos sobre la superficie. Keveth tomaba asiento en un sofá que lucía muy cómodo, el cual estaba apoyado en la pared del costado derecho de Fer, quien se mantenía de pie frente a la reina.

Antes de irse, Walden le devolvió el anillo, y Fer decidió guardarlo en el bolsillo de su pantalón de gimnasia. Se sentía tan incómoda y fuera de lugar allí de pie que quería gritar o mejor aún, golpear algo.

—Keveth, dulce —comenzó la reina con tono melodioso—. No creo ser capaz de encontrar los ánimos en mí para hablar con tu humana. —Tu humana, el calificativo se sentía tan despreciable que irritó a Fernanda aún más de lo que ya lo estaba, pero se contuvo. Las palabras de Walden seguían resonando en sus oídos

—Comprendo mi reina, puedo explicárselo yo, si gusta. Pero creo que Fernanda debería escuchar la historia completa de su voz.

—¿Me repites por qué crees eso indispensable, dulce? —Keveth miró a Fer de soslayo.

—Porque usted es la reina y creo que es bueno para Fernanda que aprenda a respetar ese hecho. —Su garganta picaba por todas las réplicas que se moría por escupir, pero aún así se mantuvo en silencio. Quizás era el silencio la única forma de protesta que le serviría en la corte de las Flores para que la dejaran en paz.

—¿Y por donde debería empezar? —inquirió la reina, ahora sí viendo a Fernanda, sus ojos verdes destellando.

—Por el principio, su alteza. Para entender el presente hay que conocer un poco de la historia pasada.

—Tienes razón. —La mirada de la reina viajó hacia Keveth, pero no se centraba en él, en cambio lo hacía sobre un cuadro que descansaba sobre el sofá en que él estaba sentado. Se apreciaba allí a un joven de aspecto hermoso, una sonrisa traviesa cruzaba su rostro y portaba la corona a de las Flores en una mano, pues la sostenía a su lado como si se tratara de un artefacto cualquiera. Daba el aire de ser alguien despreocupado, travieso y juguetón. La reina lo apuntó con un dedo—. Su nombre era Florian, era el rey de la corte de las Flores cuando llegué a esta tierra. Vivió durante muchos años y gobernó por la mayoría de ellos. Sin embargo, no estuve mucho tiempo bajo su liderazgo. Pero le conocí, y muy bien, mejor incluso que muchos de los que sirvieron en su corte. —La reina la miró—. Será mejor que tomes asiento, es una historia larga.

En efecto fue una historia larga. Fer se enteró de muchas cosas que jamás llegó si quiera a pensar. No solo existía otra corte de hadas, otra tierra de hadas, otro tipo de hadas, no, no solo eso. Aquella tierra estaba gobernada por la que en otra vida fuera la hermana gemela de la reina Beth, aquella reina sé hacía llamar Eliza y gobernaba en la corte de las Espinas, en el reino Adah.

Juntas fueron llevadas al mundo de las hadas para participar en el torneo de la corte de las Flores, el cual fue una creación del fallecido rey Florian. Pero eso no era todo. Era una historia de conspiraciones, guerra, ataques. El también fallecido rey Nicolas, de la corte de las Espinas no solo había saboteado el torneo de la corte de las Flores, sino que de paso había secuestrado a quien fuera la amante del rey Florian. La reina Beth se detuvo al llegar a este punto y luego de una pausa comentó.

—De eso están hechas las hadas de espinas. De trampas y engaños, de traiciones. Estuve con Nicolas, en cuerpo y alma, y él me dejó en medio del campo mientras se iba con mi hermana al hombro. Nunca se preocupó por buscarme.

Fer estaba sorprendida, jamás pensó que vería algún tipo de emoción real en la reina, al menos una más allá que no fuera desprecio, superioridad o grandeza. Pero parecía triste, algo molesta, quizás melancólica. Por supuesto, cómo toda hada, su cara de póker regresó tan rápido como si nunca se hubiera ido y retomó la historia.

La senda de la corona [La senda #3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora