Capitulo 2: "Síntomas de una nueva vida".

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Richard Castle se levantó con lentitud de las sábanas sedosas y algo pegajosas. Hacía calor a pesar de estar en octubre.

Se dirigió con paso lento hacia el salón, esperando encontrar allí a su prometida. A pesar de haber sufrido el secuestro, y haber sido más tarde encontrado, no habían celebrado la boda.

Martha y Alexis habían pasado las dos primeras semanas ayudando a Kate en todo lo que podían para ayudar, a su vez, a Rick; no obstante, Alexis debía volver a la universidad y Martha quería dejarles algo de intimidad. Y vaya si la consiguieron.

Todas las noches disfrutaban del cuerpo del otro y pasaban una noche maravillosa. Las ventanas se empañaban y el calor aumentaba.

–Kate, ¿dónde estás? —preguntó él. 

–Aquí, preparando café —informó ella, desde la cocina.

Él se apoyó sobre la mesa y la sonrió. Se dieron un pequeño beso en los labios mientras estos susurraban un buenos días.

Ella le entregó el tazón de café y Castle emitió un ruidito.

–Y pensar que era yo el que te llevaba el café sólo para ver una sonrisa en tu cara.

Se sentaron en el sofá e intentaron despejarse.

De pronto, como todas las mañanas, del teléfono móvil de Beckett emanó un tono repetitivo. Era de la comisaría. 

–Beckett... —Su mirada se perdió en el infinito y seguidamente, afirmó con la cabeza, levemente. Se giró hacia Castle: –Tenemos un caso.

Llegaron a la escena del crimen sobre las siete y media. Lanie les esperaba allí con un informe preliminar . Una joven de treinta y pocos años, alta y de pelo castaño claro. Sin identificación.

A Katherine se le revolvieron las tripas. Se llevó la mano a la boca.

–¿Estás bien, Kate? —preguntó la doctora Parish.

–Sí, es sólo que hoy no me encuentro muy bien. 

Lanie le lanzó una mirada de preocupación, con el ceño fruncido. 

Richard llegó junto a Espósito y Ryan.

 –Tenemos un testigo que afirma haber visto a alguien huyendo a toda prisa de la escena del crimen.

–¿Descripción física? —preguntó Beckett.

–No lo llegó a ver con exactitud —respondió Ryan.

–¿Quién es el testigo?

–Aquel —Esposito elevó la mano mientras su dedo índice señalaba a un muchacho de unos veintiun años, con gafas de pasta, el pelo rizado y alborotado.

Beckett se fue a dirigir hacia él; no obstante, se paró en seco a los cuatro pasos.

Todo le daba vueltas. Sintió vértigo. Se apoyó en el hombro de Rick.

–¿Qué ocurre, Beckett?

–Nada, Castle. Llevad al testigo a comisaría. Ahora iré yo.

Los chicos se dirigieron a sus respectivos vehículos.

Lanie miró de arriba a abajo a su amiga y seguidamente dijo:

–Estás claramente embarazada.

–¡¿Qué?! ¿Resulta tan evidente, Lanie? —preguntó la inspectora, algo preocupada.

–Bueno, Kate, para mí sí.

–Ay, no. Castle no lo puede saber. 

–¿Cuándo lo percibiste, Kate? —demandó la forense.

–Hace unas tres semanas, más o menos. Se me ha retrasado este mes.

Lanie soltó una exclamación de sorpresa y le dio una serie de consejos a su amiga.

Beckett subió a su vehículo y la doctora Parish se colocó en el asiento del copiloto.

–¿Sientes aversión al olor a café?

–No —respondió la detective, lacónicamente –. Ni a ningún alimento en concreto.

–¿Tienes cambios de humor frecuentes? 

–No... Bueno —objetó –, no estoy segura... Creo que sí —resopló.

Lanie la miró de arriba abajo mientras Beckett fijaba sus ojos en la carretera. Aquella preguntó que qué ocurría:

–No veo ni que tengas hinchazón abdominal... Ni siquiera en los senos... —farfulló Lanie.

–¡Lanie! —prorrumpió Kate, ruborizada.

Entre tanto, en la comisaría, Castle estaba sentado sobre el escritorio de Beckett mientras observaba la pizarra blanca y magnética en las cuales había distinta información sobre el nuevo caso. De pronto, a Richard le vino a la mente su prometida, ¿qué la ocurría? ¿Por qué se estaba comportando tan insólitamente? Resultaba curioso verla tan alterada y descompuesta. Entonces, llegó Ryan junto a Esposito, tenían noticias.

Por todas aquellas historias que vivimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora