Capitulo 41

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Viernes 8 pm. Hora en la que nos dirigíamos a la gala benéfica en nombre de niños sin padres. Gala a la que mis padres y yo siempre hemos asistido por ser parte de la empresa en donde trabaja mi papa.

-Cielo te vez radiante. ¿Cómo es posible que tengamos una hija tan hermosa? – Papa me tomo del brazo para terminar de bajar las escaleras.

-¡Oh papa! – Sonreí.

-¡Oh Charlotte! Estás bellísima. – Mama se limpió una lágrima que se resbalaba.

-No más que tu mami.

A comparación de mi vestido, el de mi mama era de mangas largas con lentejuelas por todos lados y de color carne, en cambio el mío, era de color verde bandera con mangas caídas en los hombros, escote corazón y con abertura en la pierna derecha. Si caminaba con cuidado no se vería de más.

-Señor el auto los espera.

-Gracias Raúl, ya vamos. Mujeres de mi vida, ¿Están listas? – Papa nos encamino al auto.

-Contigo a donde sea. – Mama respondió.

Nos pusimos en marcha en donde sería la recepción este año. Por lo que nos contaba mi papa, este año la empresa había alquilado un club en donde comúnmente personas de alto nivel organizaban fiestas, este contaba con una espaciosa área verde y banquetes de todo tipo, era obvio que hoy la prensa se presentaría en el camino.

Al llegar al lugar mi padre se encargó de abrir la puerta a mi madre, mientras que el chofer abría la mía.

Lo primero que visualice fue a mucha gente caminando del brazo de sus acompañantes con elegantes vestidos largos y todos hablando cómodamente.

Mi padre me ofreció el otro brazo disponible para caminar con él y con mi mama.

-¿Están listas?

Ambas le sonreímos. Al pasar por la puerta principal un montón de camarógrafos ya se hacían presentes detrás de una línea marcada para ellos, la alfombra por donde debíamos de pasar todos ya estaba puesta y nosotros éramos los siguientes detrás de una pareja que no conocía.

Como toda pasarela los tres posamos ante las cámaras sonrientes, en diferentes ángulos a diferentes cámaras, en el transcurso de esa pasarela hicimos distintas paradas, pues había un protocolo que seguir por parte de los organizadores.

Papa y mama como verdaderos expertos de la realeza desde que se casaron ya estaban familiarizados, mientras que yo aún sentida que invadían mi privacidad, pero como buena hija de un príncipe, hice lo posible para parecer tranquila y con una sonrisa verdadera.

Al entrar en un lugar más privado y en donde se llevaría a cabo la velada. Buscamos nuestra mesa para acomodarnos en lo que papa saludaba a unos socios, como era de esperarse todo el personal importante de la empresa ocupaban las primeras mesas redondas de enfrente, mientras que los demás socios que apenas concia se situaban en dilas que estaban detrás de nosotros.

Como era habitual las mesas eran para ocho personas, nosotros al no ser una familia numerosa siempre compartíamos mesa con conocidos de papa, una ocasión solo fue con el jefe de papa, pero de ahí todos los demás apenas los conocía.

Durante el protocolo de estas fiestas siempre me tocaba ser la hija que le sonreía a los socios y se mostraba interesaba en el tema que se sumergían, y esta vez no era la excepción a nuestra mesa, así como llegaban los invitados corrían a agradecer por la invitación al jefe de papa y saludaba cortésmente en nuestra mesa, cada vez que me quería volver a sentar, un nuevo socio llegaba a nuestra mesa y mi petición quedaba en el aire. Mejor decidía ya no sentarme y los tres quedábamos parados enfrente de nuestra mesa, todos eran cortes con papa y el resto de la familia, pero no porque supieran nuestra verdadera identidad, sino porque tenían buenos lazos con papa, más de un socio me brindaba comentarios halagadores y como buena joven daba las gracias cortésmente. La situación me comenzaba a hartar.

¿Jugamos? EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora