Capítulo 48

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Me desperté por un dolor horrible en la cabeza, lo primero que visualicé fueron los rayos de sol que se colaban por la ventana del cuarto, todo me daba vueltas y apenas y podía ver con claridad. Me senté en la cama para evitar el vomito que se acercaba a mi garganta. Cerré los ojos por unos segundos, inhalé y exhalé para controlarme.

Volví a abrir los ojos y me di cuenta de que esta no era mi habitación y mucho menos la de Susana o alguna que yo hubiese conocido antes, traté de recordar que había hecho antes, pero nada llegaba a mi memoria, simplemente no encontraba respuesta de donde me encontraba. Miré mi ropa y lo que traía puesto encima del bralette era una camiseta de hombre que me quedaba grande, la olí, no, no era el perfume que yo conocía. Con pisadas leves me levanté de la cama, vi mis tacones al pie de la cama con mi falda corta de la noche anterior.

"Dios, por favor que no... por favor" rezaba por mi vida.

Tomé una pequeña escultura que encontré encima de uno de los cajones de la habitación y abrí la puerta lentamente por si había hecho una estupidez la noche anterior, el querer ser otra persona bien que me había salido, ya que hasta estaba en casa de un desconocido. Al abrir la puerta visualicé la espalda de un hombre al desnudo del torso, preparando algo en la pequeña cocina, levanté la escultura y la tomé con ambas manos con fuerza, sabia defenderme, aunque estuviera pequeña.

Con pasos leves acorte la distancia del cuarto a la cocina pequeña. El hombre se volteó.

-Vaya, ya ha despertado la bella durmiente. – Una parte de mí se alivió. - ¿Qué haces con eso?

Rápidamente miré mis manos. Dejé la escultura en la mesa del comedor.

-No recuerdo como llegué aquí, pensé que estaba en casa de un desconocido.

-Bien, no te preocupes, estas en mi humilde hogar, aquí es mi casa señorita Reynolds. ¿Estás hambrienta? Vamos, siéntate he cocinado para los dos.

Me senté en la mesa sin protestar, pues apenas y me mantenía de pie. Rápidamente Julián llego a mesa con dos platos de huevo con jamón acompañados de tocino crujiente, en el centro de la mesa dejo una jarra con jugo de naranja, un plato de tostadas, mantequilla en otro y dos pequeños platos con futas.

-Lo siento por darte tantas molestias. – Pronuncie cunado trajo los cubiertos y se sentó de una vez para desayunar.

Sin perder el tiempo Julián, se metió el primer bocado.

-No sabia que te gustaba, pero tampoco había mucho en el refrigerador. – Se encogió de hombros - ¿Acaso no te ha gustado?

Lo miré confundida. Me señalo el plato delante de mí.

-Oh no, no es eso, solo que me duele la cabeza por todo el alcohol de ayer.

-Que tonto de mi parte, espera, tengo unas pastillas en el baño. – Rápidamente se puso de pie y fue a la puerta continua de la habitación, después de unos momentos el estaba situado de nuevo en la mesa con dos ibuprofenos. – Tómatelos, hará sentirte mejor.

Sin rezongar le hice caso, me los bebí con el delicioso jugo de naranja y me puse manos a la obra con el desayuno.

-¿Has dormido bien? – Julián se encontraba platicador.

-Creo que sí, solo he pensado que me han raptado al levantarme.

Julián rio.

-¿No recuerdas como llegaste aquí?

Negué con la cabeza.

-No me digas que tú y yo.... – Deje las palabras en el aire, no quería continuar con la frase.

¿Jugamos? EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora