Capítulo 47

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-Oye, ¿Qué te paso ayer? Ninguno de los dos te vimos cuando la fiesta termino.

-Susana, hoy no por favor, tengo muchas cosas en la cabeza. - Mi tono era molesto.

-¿Charlotte, estas bien? – Se plantó enfrente, me tomó del brazo. 

-Te estoy diciendo que no me encuentro bien, por favor déjame ir a clases. – Grité.

-Ven aquí. – Sin soltarme el brazo me miro a los ojos.

Susana me abrazo y Sebastián se unió. Debía de contener las lágrimas. Debía ser fuerte, no podía llorar en medio de un pasillo y mucho menos en el instituto.

-Pequeña, lo sentimos por dejarte sola si es por lo de ayer, prometemos que ya nunca volveremos a llevarte a lugares de perdición. – Sebastián susurró.

-No es por eso, ha sido otra cosa, me la pase bien, a pesar de terminar mal la noche. El alcohol hasta hoy me está haciendo efecto, me duele la cabeza.

Nos separamos del abrazo.

-Podemos hablarlo cuando quieras, no hay presión cielo.

-Gracias. – Los mire a la cara y me encamine a mi primera clase de economía.

Inhale profundamente y antes de cruzar la puerta de mi primera clase, me dije a mi misma que hoy sería un buen día, no lloraría y mucho menos me vería triste. La misma versión de la chica feliz debía de presentarse hoy.

En mi momento libre Julián me encontró.

-¿Estás bien? – Su cara era de preocupación.

-Sí, creo que mejor que ayer. Gracias por llevarme a casa, estaba perdida, en verdad gracias.

-No tienes nada que agradecer Charlotte, sabes que siempre contaras conmigo. – Me abrazó y me besó la coronilla. - ¿Te veo a la hora de la salida?

-No, hoy no, creo que hoy estaré ocupada en casa. ¿Te parece si yo te marco?

-Bien, no insistiré. Solo recuerda que aquí estoy.

Esta vez lo abrace yo, muy fuerte.

-Gracias.

Me beso la mejilla y se fue a su lugar de trabajo.

Estaba debatiendo conmigo misma si debía o no de ir a mi última clase, él se daría cuenta que me ha afectado y no debo de mostrarme así, analice los pros y contra, sin llegar a una conclusión correcta al final solo opte por entrar en esa aula.

Tome mi asiento detrás de mis amigos y me planee a hacer garabatos.

Su presencia ahí estaba, sus ojos me miraban, su voz no era la misma, no le tomaba importancia a la clase. Ninguno de los dos sabía que estaba haciendo.

-Señorita Reynolds, ¿me puede decir que es lo que acabo de explicar del nuevo tema?

Sin levantar la mirada de los garabatos contesté.

-Lo siento, no he prestado atención.

No replico, no insistió. Y su clase continúo. No levante la mirada, no deje de hacer garabatos. Solo contaba los minutos para que terminara.

-Señorita Reynolds se quedará después de clase, le extenderé un castigo. – Su voz se escucho muy demandante.

No replique, no hice caso.

-Clase ya se puede retirar. – Retiro a todos, como si no los conociera.

No me levante. Espere a que el salón se vaciara y él solo dijera las mentiras.

¿Jugamos? EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora