Capitulo I

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Queridos lectores: Este libro esta escrito por fechas distintas, lo cual su cronologia no es lienal y puden haber periodos de tiempo o mas largos o mas cortos al capitulo anterior, solo pido su compresion y que lo disfruten mucho, gracias. 

14/10/1967 Washington D.C.

El viento le rozaba las mejillas, le hacía lagrimar los ojos y hacia que su largo cabello se levantara y se agitara mientras, Erik Gray, iba de camino hacia la casa de su amigo para luego partir al rio Rock Creek a celebrar su cumpleaños, estaba montado en su bicicleta amarilla yendo por la calle Pauline Dr mientras todavía recordaba como llego a su casa, saludo a todos sus hermanos y se hizo en frente de su madre.

— ¿Qué quieres? —Le había dicho su señora madre— Habla ya muchacho, tengo que ir a terminar el oficio.

— Emm...—Sentía nervios por la respuesta y que su madre no lo deje ir, así como nunca los dejaba salir frecuentemente de la casa— Pablo... Pablo me invito a, al rio.

— Ve. —Dijo su madre y Erik lanzo un suspiro de alivio— Ve y disfruta este maravilloso día.

Su madre era delgada, de piel muy blanca, ojos azules como los suyos, pómulos altos y cabello castaño claro. Siempre estaba en casa mientras su padre trabajaba, él no la dejaba salir, decía que la casa era para las mujeres y el trabajo para los hombres.

Erik Gray dejo la cicla y su mochila en el pasto verde y podado de la casa de su amigo, se acercó a la puerta y golpeo.

— Tara quiso acompañarnos, nos está esperando en Beach Dr—Le dijo su amigo Pablo en cuanto abrió— Sigue.

Siguió a la casa colorida de su amigo; sofás marrones, tapetes claros, paredes color mostaza, cuadros torcidos y muchos adornos en las mesas y en lugares donde se pudiera colocar algún adorno, esa era la decoración que le gustaba a la señora Gómez, la mama de pablo, puesto que ella decía que en su vida pasada era joven hippie y que al decorar la casa así, la hacía recordar de su pasado y de donde venía. Erik se sentó en una silla del comedor mientras Pablo le ofrecía un poco de jugo de uvas y una galleta salada.

— Come. —le dijo mientras se sentaba a su lado— Esa chica... eh... ¿Cómo se llama?

— Tara —respondió bebiendo un largo sorbo. ¿Acaso Pablo lo sabía?

— Si esa jovencita, ¿No te parece linda? —Le miró fijamente el rostro perfecto de su amigo « Diablos, lo sabe. »— Pues a mí si —Respondió su amigo cuando escucho su silencio— y pienso llevarla a mi casa esta noche. Necesito tu ayuda.

Pablo estaba cerca de cumplir los dieciocho años y ya estaba pensando como un adulto perverso que solo quiere tener relaciones con las niñas. Quería con todas las de su salón de clases, con Antonia, Margarita, María, Katherine y un montón de mujeres más por nombrar, y no solo eran las de su aula, a veces le decía que quería con menores y muy pocas veces con mayores. Y ahora quería tener a Tara, la hermosa y más educada niña de toda la escuela y del mundo, su primer amor, un amor que se merecía caricias de él y no la secreción de su amigo que es un lujurioso.

— Hare lo que más pueda. —Sonrió un poco fingido, tenía que complacer a su amigo.

Pablo pego un salto de la emoción que tenía, se veía feliz y muy entusiasmado por tener a la joven. «Si las cosas se dan, no me interpondré» pensó. Tara era la que tenía la palabra decisiva entre

—Venga —Dijo su amigo agarrando su maleta— hay una rubia que follar.

« Idiota. » Pensó furioso, Era su amigo, y lo quería, pero Tara no se merecía esto, no, no se lo merecía.

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