Capitulo VI

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29/10/1967 Océano Pacifico.

Estaba observando desde la proa del barco, solo podía observar un mar largo y azulado que le hablaba sobre su destino, un horrible destino. Le había tocado compartir habitación con su escuadra en una pequeña cabina donde no cabia nada, el resto del batallon tambien se acomodo en las cabinas, a su al lado estaba la cabina de la escuadra de Pablo Gomez.

Y si, ahora eran batallón. Hace cuatro días llegaron dos compañías más para ubicarse, y también llego su nuevo comandante, el comandante Blade. Todos se ubicaron según les conviniera y ahora compartía habitación con cuatro grandes compañeros que ya había conocido cuando se volvieron una compañía. Pero sin Frederick. Él había decidido estar en otra habitación para no levantar "sospechas". No entendía por qué le decía "sospechas", si no iban a hacer algo malo.

Se apartó de la proa y decidió volver a su habitación o a buscar a sus amigos para hacer algo, También era algo aburrido estar todos los días en un barco, Había pensado en conocer los espacios que aún no conocía, y también le iba pedir permiso a la Capitana Romero para poder salir a pescar un poco.

— Hey, amigo —Dijo Thomas Price, un compañero de la habitación de al lado— ¿Quieres uno?

Tenía un cigarro de tabaco encendido en su mano y una caja en la otra mano donde llevaba más. Solo podían fumar y beber. Erik negó y siguió su camino. Camino por el medio del barco donde estaban ayudando a arreglar la carga, paso con cuidado mientras oia a un soldado maldecir, atras de el sono el estallido de una enorme caja de cargamento, unos soldados comenzaron a pedir preacucion,  pero ya era muy tarde, a Erik se le había enterrado un trozo de vidrio por los costados de su pecho, observo el gran trozo de vidrio ensartado en él y luego levanto su cabeza, observo como todo se distorcionaba a su alrededor y cayo inconsciente. 

— Acuéstelo aquí —Dijo una voz gruesa mientras corría algo de un lugar, segui inconsciente— Necesito que se retiren todos del cuarto ya.

— Yo me quedare —Dijo una voz femenina. ¿Romero?

Escuchó que abrían una bolsa de plástico.

— Necesito saber si logro llegar a los pulmones —Volvió a decir el mismo hombre— Pero por las reacciones del soldado, pareciera que no.

Le comenzó a tocar su costilla derecha, daba toques firmes y precisos que le causaban un poco de dolor y ardor en la zona donde le había caído ese vidrio de mierda.

— Ayúdeme —Le dijo a la que parecía ser la Capitana Romero— Le sacare el vidrio.

— ¿Sin anestesia?

— Van haber más cosas importantes donde debemos colocar la anestesia, esto es solo un rasguño.

« Imbécil de mierda.»

Sintió como le apretaban el cuerpo firmemente para que no se moviera, luego, sintió el suave roce del látex sobre su herida.

— ¡Imbécil de mierda! —Grito mientras se retorcía del dolor— ¡Me duele!

— ¡Calla, Gray! —Si, era Romero.

La Capitana lo sujeto con más fuerza, y de un duro tirón, le sacaron el vidrio. Sus ojos se cerraron y no volvió a recordar nada después de esa horrible tragedia.

Despertó en medio de la noche, estaba adormecido y torpe, bajo de donde lo habían acostado y cayo, lanzo un gemido suave y se rozo su herida, estaba vendado, intento buscar algo para sujetar pero solo logro botar al suelo algunas cosas.

— ¿Qué haces, chiquillo? —Pregunto la voz del que lo curo.

— ¿Quién está ahí? ¿Quién eres? —Se puso en guardia.

El hombre que le salvo la vida encendió una lámpara y la coloco en una mesita, se acercó a Erik, intento examinarle la herida, pero lo detuvo y lo empujo.

— Necesito observarla.

— Me duele.

El muchacho de cabellos castaños, ojos marrones clarísimos, y piel blanca le quito la venda

— Eres un suertudo —Le dijo mientras la palpaba. Erik lanzo un pequeño gemido pero al parecer el muchacho no lo oyó— Hubiese podido cortar tus pulmones. —Le acerco un vaso de agua— Bebe.

Erik tomo el vaso y bebió el agua mientras el hombre lo volvía a vendar. El agua le sabía a un manjar creado por Dios, le sabía a gloria.

— Jacob —Se presentó el muchacho— Soy el paramédico del barco.

— Erik —Se presentó también— Soy un soldado en espera de la muerte.

Los dos soltaron una carcajada y Jacob arreglo la mesa donde lo había colocado cuando estaba inconsciente, Erik decidio ayudarlo también, arreglaron la mesa juntos y se quedaron observandose.

— Despertó la princesa —Dijo Romero mientras entraba a la habitacion— Vuelve a la cubierta, Tus amigos te están esperando.

Afuera estaban todos sus compañeros: Edward Jones, Gabe Adams, Steve Morris, su hermano Paul y Fred, Thomas Price, el cabo Foster... y Pablo Gómez. Todos lo abrazaron y le dieron sus condolencias y le desearon lo mejor.

— ¿Quién quiere beber para celebrar la recuperación de nuestro amigo? —Propuso Steve Morris y todos aseguraron con un grito.

Organizaron algunas bancas en una zona segura de la cubierta y comenzaron a beber cerveza, Paul tomo una sonriente, Fred dijo que pasaba y él se negó porque si bebedia alcohol, sentiría un ardor.

— Erik —Dijo su hermano Fred— Acompáñame.

Partio junto a su hermano a una zona desocupada del barco, notaba tension en su hermano y nervios, porque cada un minuto miraba a su alrededor como buscando un espía. 

— Quiero huir de aquí. Hoy mismo.

Lo que le faltaba a Erik ahora.

— Huye, no hay problema.

— Necesito tu ayuda —Dijo su hermano mas nervioso— Si quieres podemos huir los tres.

— Por más que quisiera salir de todo este infierno, no puedo, ya tengo un deber para con el pueblo. Prefiero morir como un valiente en la guerra, que como un cobarde por desertar.

— Entonces me iré con Paul.

— Paul está a mi cargo, y si te vas junto a él, me van a culpar y me asesinaran por no hablar —Se colocó las manos en la nuca desesperado— Debes partir solo, no quiero que arriesgues la vida de mi hermano.

— Necesito que me ayudes al menos a huir —Dijo un poco resentido por la decisión que Erik había tomado— Te has apegado al médico, él puede conseguir una canoa, remos, comida, agua y una brújula.

— Estas jugando con fuego — ¿Cómo se le ocurriría pedirle ayuda a un médico que había conocido hace pocos minutos?

— No, tú eres el que va a jugar con fuego en ese país de mierda. —Frederick se veia euforico— Si quieres no me ayudes, pero al menos cierra la boca.

Su hermano partió furioso, y Erik, Erik se quedó ahí, de pie, pensando en si ayudarlo. ¿Sería capaz de hacer algo así? ¿De entrometer a alguien que apenas acababa de conocer? ¿Y si Jacob era un bocón?

« A la mierda todo.» Iba a ayudar a escapar a su hermano, sin importar el costo que tenía que pagar.

Bajo rápidamente hacia el cuarto del paramédico.

— Hey —Dijo

— ¿Qué quieres? —Dijo Jacob levantándose de su cama.

— Hay algo que quiero pedirte y es de mucha confidencialidad.

— ¿Quién es? —Al parecer lo entendió al instante.

— Mi hermano.

— Tengo algunos amigos por aquí en el barco que me pueden ayudar con lo básico que cualquier desertor desea: agua, comida, mantas, brújulas...

— ¿Cuánto dinero necesitas? —Sabía que no tenía dinero, pero no todo se lo iban a regalar.

— No te voy a pedir nada, eres más que un amigo y no voy a dejarte, así, en ruinas — « Gracias Dios.» — Solo te pido una cosa: Tiempo.

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