Salvajemente y profundamente

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5 de Junio

—Ya te he permitido hacer Bellas Artes, a pesar de que sabía que no era lo que más te gustaba.—Me replicó mi madre, cruzándose de brazos.

—Ya lo sé, pero...

—No, Valentina.

—Ni si quiera me has dejado acabar lo que te quería decir. ¿Eres consciente?—Mi tono de voz se elevó ligeramente.

El cabello de mi madre, teñido, estaba intacto y llevaba unas gafas colgadas en la camisa blanca. Parecía americana, sacada de ensueño, millonaria. Ya a distancia se podía observar la frialdad que se traía encima y ahora aún más, mientras se apoyaba a la encimera de la cocina.

—Bien. Acaba.—Aceptó dura.

—Vivo de la música, literalmente. Necesito la música, el arte en mi vida tanto como el aire.

—Que intensa eres, Valentina, te pones insoportable.

Yo sonreí porque me hizo gracia que justamente ella me dijera eso.

—Otra razón para ser artista, ¿no?—Bromeé intentando suavizar el momento.

Ella abrió un cajón y sacó una copa, para servirse vino, supuse. Fruncí el ceño un poco molesta, últimamente no dejaba de beber a todas horas y a pesar de que me molestaba no sabía cómo comentarle lo que había estado observando de ella.

—O sea, digamos que quieres ¿Especializarte en música?

Asentí, colocándome las manos detrás de mi espalda y poniéndome de puntillas, impaciente.

—Sé que es mucho pedir, pero este verano me pondré a trabajar como nadie para poder pagarme más de la mitad de mis gastos.

—Eso no hace falta.—Murmuró desganada mientras bebía un sorbo ante mi mirada escrupulosa.—Dinero no falta.

Le regalé una especie de mueca un tanto molesta.

—Me gustaría ayudar.

—Ayudarías más si estudiaras algo que te diera un futuro, ¿no?—Sus palabras llegaron a mi como cuchillos afilados sin ningún tipo de compasión, pero su mirada se escondía en el licor que contenía la preciosa copa glaseada.

—Quiero ser feliz...—Dije bajito.

—¿Y no ser como yo?—Ahora su mirada se incrustó en la mía.—¿A eso te refieres?

Me quedé muda.

—Muy bien, Valentina, pues sin tu madre desgraciada tú no tendrías un techo en el que vivir, estudios carísimos que se te antojaron, ni tampoco tendrías esos pantalones tan bonitos.

—No he dicho que no esté agradecida.—Me defendí con la voz temblando.—Al contrario...Tengo tanta suerte de estar donde estoy y tener toda la ayuda que me han...Qué me has brindando.—Corregí a último momento.

Se acabó la copa de vino en aproximadamente tres minutos, degustando sabiamente el alcohol hasta darle el tiempo necesario para intoxicar sus venas y divagando en sus pensamientos para saber que decirme.

—Yo soy feliz.—Parecía que se lo estaba diciendo más a ella que a mi.—Soy muy feliz.

—Me alegro.—Dije más en forma de pregunta que en afirmación.

—Soy feliz.

—Yo quiero serlo, haciendo algo que sé que me va a llenar.

Me observó detenidamente y asintió con delicadeza. A pesar de tener tanto poderío a su alrededor ahora parecía tan frágil que sentía que si respiraba cerca, se iba a romper. Cuando su mano se dirigió a la botella, yo se la aparte.

Hielo y Fuego  [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora