Tres meses no siendo valiente

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22 de Abril

Su mano estaba en mi muslo y todo mi interior estaba reluciente, brillando, caliente. Moví la pierna por debajo de la mesa y le paré la mano. Me giré levemente para mirarle a la cara con ojos de: "Juliana estamos en un maldito bar con nuestros amigos, por favor, aquí no", pero sólo incrementó el hecho de que apretara los dedos sobre el interior de mi muslo sin mucho cuidado. Ella estaba despreocupada, apoyándose a la silla metálica mientras el aire del anochecer le iluminaba el pelo, que lo llevaba recogido con una coleta. De verdad que en ese momento la mente se me fue a cualquier otra parte menos a la conversación que estaban estableciendo todos.

Nos habíamos reunido en un bar que lo llamaban Taberna, donde casi todos los jóvenes o adolescentes se reunían por las noches a beber cerveza, dentro tenía un rollo viejo y ponían música de todo tipo. Me encantaba ese bar desde la primera vez que me había ido a vivir sola, fue el primer sitio donde me sentí independiente y siempre que podía insistía para reunirnos ahí. Era como el sitio donde me lo acababa pasando mejor que en una discoteca, muchísimo mejor. Cosa con la que chocaba bastante con Juliana, ya que ella era más de fiestas.

-Vamos, que se yo algo distinto, algooooo.-Dijo Naye mientras se comenzaba a reír y provocaba una risa a todos en la mesa, incluida Juliana. La cabrona estaba igual de atenta en intentar meterse en mi falda tejana que en reírse de los chistes de los demás, mientras yo no sabía de qué hablaban. Y no podía negar que me había puesto esa falda porque sabía lo loca que la volvía.

Después de aquella noche en la que le canté la canción no habíamos parado de acostarnos de todas las maneras posibles, en todos los sitios posibles y todas las veces que uno se pueda imaginar. Me tenía completamente a sus pies, tanto metafóricamente como literalmente. Me echaba una mirada y ya sentía como mi piel ardía, suspiraba cerca de mi oído y no tardaba ni tres segundos en levantarla para irme a besarme con ella a cualquier sitio, lejos de nuestros amigos. Me tenía loca porque no podía dejar de pensar en ella, en cómo me recorría con sus labios, con sus manos y en lo poco que pensaba ella en mi. Lo segundo era lo que más me jodía, porque yo, a pesar de todo pronóstico, sentía que empezaba a estar hasta las trancas por ella, que me había calado hasta los huesos y se había tatuado sin permiso en mis venas. Maldita Juliana Valdés y sus pestañas.

Estaba molesta. Me levanté, sin una pizca de disimulo para dirigirme al interior del bar. No tardé más de cinco segundos en notar la mano de Juliana apretando mi cintura. Mientras las luces violetas nos bañaban, ella me movía con impaciencia hasta el sanitario. Cerró la puerta y me miró.

-¿Qué haces?-Repliqué molesta cruzándome de brazos.- Juliana, Lucho nos podría haber visto.

-No, no soy tan tonta.-Frunció el ceño un tanto sorprendida.-Pensé que habíamos venido aquí a quitarnos la calentura.-Soltó sin mucho prejuicio, acomodándose el pelo.

-En ningún momento he dicho eso.

Sonrió de lado, torcido, jugando conmigo en el contacto visual.

-No hacía falta, ya se te notaba que te morías de ganas porque entrara en tus...-Se acercó a mi y me dio un toque en la barbilla.-¿Por qué te haces la difícil cuando podrías estar gimiendo mi nombre?

-¿Qué? ¿Decepcionada de que sea una persona y no esté todo el día pensando en coger?

-No.-Se encogió de hombros, apoyándose en la pared con los brazos cruzados.-¿Algo más que decir?

-Eras tu la que no querías que nadie se enterara, ¿no?-Ataqué bastante molesta.-Fue nuestra primera norma.

-Y nadie lo sabe, ¿me equivoco?

Hielo y Fuego  [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora