Agosto

5K 413 123
                                    

15 de Agosto

Juliana

Estaba sentada en el banco con las manos dentro del pantalón. Me sudaba todo el cuerpo y las ganas de vomitar solo habían aumentado, notaba la garganta rasgarse y fundirse en los nervios que brotaban de mi piel. Habían pasado años, años en los que no sabía cómo clasificar mis sentimientos. Años en los que sabía que Guillermo y yo no podríamos llegar a nada, pero a pesar de las señales, no había podido evitar perderme mil veces en él.

Guille...

Quedaban menos de cinco segundos para que lo viera en persona. Menos de cinco segundos para oír su voz en un formato que no era a través de un teléfono móvil o de un ordenador.

Lo vi entre la gente que paseaba por esas calles vacías. Llevaba el pelo mucho más corto de lo que me imaginaba, como si se hubiese arreglado para venir a verme, una camisa blanca con los botones abiertos hasta el pecho y gafas de sol. Me levanté apresuradamente del banco pero no pude moverme, mis pies se habían estancado en el suelo.

Cuando Guillermo llegó hasta a mí se quedó de pie, delante de mí. Me pasaba, por lo menos, una cabeza entera. No tenía ni un rastro de aquella cara lampiña, su rostro ahora estaba enmarcado por una barba espesa y los labios igual de finos que la última vez que lo había visto en aquel aeropuerto llorando en sus brazos. Se me iba y pensaba que nunca iba a volver, pero ahora estaba en México sonriéndome tímidamente.

-Aquí estoy.-Dijo con la voz nítida y limpia.

Lo examiné de arriba abajo, analizando cada rastro de su ser.

-Hola.-Fue lo único que logré decir al cabo de unos segundos.

-¿Se te hace extraño?

-No.-Mentí. El corazón me latía tan rápido que en cualquier momento mi cuerpo iba a vibrar. Conté hasta diez para poder hablar con naturalidad.-He reservado en aquel restaurante para cenar.

-Claro.-Esbozó una sonrisa.-Como habíamos planeado.

-¿El hotel esta muy lejos?

-Puedo tomar el taxi, no te preocupes.-Guillermo estaba tan calmado que me ponía nerviosa.

-¿Estás contento de verme?-Pregunté mirándolo a los ojos y sonrojándome. ¿Por qué había preguntado tal estupidez?

Se rió.

-Estaré más contento cuando me des un abrazo.-Admitió.

Sonreí a medias.

-Dámelo tú, ¿no?-Le reté más tranquila.

Cuando sus manos tocaron mi hombro para atraerme hacía su pecho sentí un cosquilleo que repasó cada poro de mi piel. Dejé un largo suspiro y lo apreté hacía mi cuerpo. No te vuelvas a ir, Guillermo, no me vuelvas a dejar...Quise decirle con la voz rota. Cerré los ojos y calé el nuevo olor que traía, mucho más fuerte que el que recordaba. Nos quedamos en esa posición por lo mínimo cinco minutos, él me acariciaba con ternura el pelo y yo estaba inmóvil.

-Estás muy nerviosa.-Observó.-En realidad, yo también.

-No sé qué decirte, es todo tan extraño...

-Sabía que te ibas a quedar bloqueada cuando me vieras.-Me reí levemente y continuo.-Te conozco, Valdés.

Me separé de Guillermo y murmuré:

-Aún te queda mucho por conocer.

-Demuéstramelo en la cena.

Los dientes igual que como los recordaba, la nariz igual de puntiaguda. Guillermo sonreía y yo me desvanecía en los recuerdos de cuando éramos mucho más ingenuos y jóvenes. Recordaba la primera vez que lo había visto, con esos tenis blancos, mucho más bajito que ahora, con una pelota de baloncesto y una sonrisa amplia. Lo vi y supe que era él.

Hielo y Fuego  [Juliantina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora