Capitulo 21

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Acuné el agua en mis manos y la llevé repetidas veces hacia mi rostro. Sequé mi rostro con una toalla y volví a maquillar mi rostro.

-¿Te encuentras bien? –preguntó una chica a mis espaldas. La observé por el espejo, su cabello era negro con mechas fucsias, llevaba un pircing en la nariz y vestía de cuero.

-Sí, no te preocupes –contesté en un susurro.

-Pues no parece, cuéntame no le diré a nadie. Puedes confiar en mí –dijo sentándose en el mármol del lavamanos.

-¿Debo confiar en una chica que jamás había visto y que conocí en el baño de la escuela cuando debería estar en clases? –pregunté irónica.

-Okay, muchos no lo harían. No te culpa –rió. Su risa parecía la de una niña, divertía y fresca-. Te invito a almorzar, ¿quieres?

-Suena lindo –asentí con una leve sonrisa.

Salimos del instituto y nos dirigimos a un restobar al que suelo ir con Chaz después de la escuela. Nos sentamos en una mesa alejada de la entrada y tras pedir nuestra comida nos quedamos en silencio. Por mi parte, no sabía que decir y apuesto mi mesada a que ella no sabía tampoco.

-¿Cómo te llamas? –me preguntó rompiendo el hielo.

-_____ (tn) ¿y tú?

-Talia –sonrió-. Eres amiga de Chaz Somers, ¿verdad?

-Sí –reí-. ¿Por?

-Por nada, curiosidad –dijo desviando su mirada.

-¿Te gusta? –pregunté con una sonrisa pirata.

-Sí, mucho –contestó sonrojada.

-Él es un buen chico –dije orgullosa de mi mejor amigo.

-¿Es cierto que sale contigo? –me miró avergonzada.

-No, claro que no. Está ayudándome por lo cual fingimos salir –sonreí.

-Desearía que él supiera que existo –hizo una mueca.

-Lo hará, yo te ayudaré –dije con entusiasmo.

Las novias de Chaz nunca habían sido de mi agrado ya que la mayoría eran plásticas que lo único que buscaban era popularidad, en cambio, Talia es perfecta para mi amigo.

-¿De verdad? –posó su mirada en mí y en su rostro se formó una amplia sonrisa.

-Por supuesto –reí.

-Te amo –exclamó sin borrar su sonrisa.

Almorzamos mientras hablábamos de Chaz. Talia esperaba que le contara lo que sucedió conmigo esa tarde pero no estaba dispuesta a contárselo aún ya que con solo pensarlo los ojos me ardían amenazando con librar un torrente de lágrimas.

Deseo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora