Capitulo 27

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Lo divisé a lo lejos como si su cuerpo fuera una clase de imán para mi mirada. Solté un largo suspiro y caminé hacia el pupitre donde mi sexy profesor estaba sentado.

-Buen día –dije sentándome a su lado.

-Hola hermosa –dijo acercándose a mí. Rodeó su mi cuello con una de sus manos y acercó sus labios a los míos.

-Espera, Justin –dije soltando una leve risa mientras me separaba de él-. Pueden vernos…

-Tienes razón –hizo una mueca de desagrado-. Mañana estudiaremos en mi casa, ¿te parece?

-Me parece perfecto –sonreí ampliamente.

Nuestras clases empezaron con un poco de la Revolución Industrial, luego seguimos con la Francesa y por último, con la segunda Revolución Industrial.

-Estás mejorando mucho –dijo sonriendo mientras cerraba un libro.

-Tengo el mejor profesor del mundo –le correspondí la sonrisa.

-Te invito un helado –dijo cambiando de tema rotundamente.

-Me encanta la idea –dije riendo.

Cerré mis libros y los guardé en mi bolso. Estaba cansada de estudiar pero la verdad no me importaba mucho si Justin era mi profesor.

Caminamos hacia el automóvil de Justin, él abrió la puerta para mí con esa hermosa y perfecta sonrisa que sólo él poseía. Luego de rodear el auto, subió él y emprendimos nuestro camino a… en verdad no lo sabía pero no me preocupaba.

Llegamos a una linda heladería que jamás había visto. Él bajó rápidamente y antes de que yo pudiera desatar mi cinturón de seguridad él ya estaba abriéndome la puerta.

Bajé dejando mi bolso en el vehículo ya que sabía que no lo necesitaría. Justin tomó mi mano y la acarició tiernamente. Caminamos hacia el mostrador donde él compró dos helados de tramontana y otro de chocolate.

-Nunca había venido aquí –dije sentándome frente a una mesa que tenía vista a la calle.

-Lo imaginé, está bastante alejado de tu casa –sonrió.

-¿Tu vives por aquí? –pregunté sorprendida.

-Viví, cuando era pequeño. Siempre he adorado este lugar.

-¿Crees que alguien nos encontrará? –dije encogiéndome de hombros.

-No, por eso te traje aquí. Muy pocas personas de la ciudad conocen este lugar.

-Cuéntame sobre tu niñez, Justin –le imploré poniendo mi mejor cara de cachorro.

El resto de la tarde estuvimos sentados allí hablando sobre nuestras vidas, demostrándonos nuestro cariño y riendo como niños a los cuáles nada les importaba. Era tan hermoso estar así con él, quería estar así por toda la eternidad.

Deseo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora