Capitulo 22

1K 31 0
                                    

Llegué a casa pasada las siete de la tarde y, tal y como lo esperaba, mi padre no estaba allí. Solté un suspiro, normalmente me pone muy triste no ver a mi padre en todo el día pero ese día estaba aliviada. No iba a poder mirarlo y decirle a la cara que me encontraba bien cuando no lo estaba.

Subí a mi habitación lentamente, cerré la puerta a mis espaldas y me dirigí hacia mi cama. Me senté en ella y miré a través de la ventana, a la nada.

Mi celular vibró en el bolsillo, lo tomé y contesté con pocos ánimos.

-¿Si? –pregunté deseando que nadie contestara para poder cortar.

-Ve a la oficina de tu padre –dijo una voz que me era extraña pero a la vez familiar.

-¿Quién habla? –pregunté preocupada pero en vez de conseguir una respuesta cortaron la llamada.

Tragué en gordo y me puse de pie. Había visto muchas películas y, por ello, estaba muerta de miedo. La chica se encuentra sola en su casa en una noche nublada, recibe una llamada o siente ruidos raros en otra habitación y minutos más tarde la mata un asesino en serie.

Caminé por el pasillo ignorando el crujir de las tablas bajo mis pies. La puerta de la oficina de mi padre estaba abierta y de allí provenía una tenue luz.

-Debo dejar de ver películas –susurré mientras abría la puerta de vidrio.

Observé la silueta de un chico, ese mismo chico que me encantaba pero que odiaba. Ese chico de ojos color miel que me volvía loca y al que, torpemente, amaba.

-¿Qué haces aquí? –dije cruzando los brazos sobre mi pecho.

-Debemos hablar –dijo con una leve sonrisa.

-No tengo… -el dedo índice de Justin se posó en mis labios dando un descarga eléctrica a mi cuerpo.

-Yo si tengo que hablar contigo –tomó mi rostro entre sus manos y apoyó su frente contra la mía. Cerré los ojos disfrutando del hermoso momento aunque algo en mi ser me decía que debía separarme de Justin aunque me costara la vida.

-Eres bipolar –exclamé sin rodeos. La risa de Justin acarició mis labios y me fue imposible no pensar en sus dulces besos.

-No lo era hasta que te conocí –dijo divertido.

-No me eches la culpa –dije abriendo los ojos para luego fruncir el ceño.

-Me estas volviendo loco –sonrió de lado ignorando mi comentario-. Me siento como en la secundaria. No sé qué hacer, si elegir entre lo correcto o lo que mi corazón manda.

-Puedo darte un consejo –dije sonriendo ampliamente.

-No me digas “sigue a tu corazón”, te aseguro que no es sencillo –bromeó.

-No era eso –solté una leve risita-. No te preocupes por lo que los demás piensen.

-Te deseo, ____. Diablos, te deseo tanto –acarició mi rostro de manera posesiva algo que hizo que mi cuerpo se estremeciera una y otra vez.

-También te deseo –susurré contra sus labios-. Pero sigo enfadada contigo.

-Lo sé, y lo siento mucho –sus labios se posaron en los míos por unos segundos y luego volvió a mirarme tiernamente-. La verdad, no tanto. Dicen que las mujeres se ven más hermosas cuando están enfadadas y acabo de comprobar lo cierto que es –dijo divertido.

-Eres un tonto –reí para luego separarme de él.

-¿_____? –dijo sonriendo.

-¿Si? –sonreí torpemente.

-Déjame hacerte el amor… -susurró con sus ojos encendidos en lujuria.

Sus palabras me dejaron atónita pero subieron la temperatura de todo mi ser. Lo observé detenidamente, era jodidamente sexy. 

¿Dónde has estado toda mi vida, Justin Bieber?, me pregunté antes de cerrar mis labios en torno a los suyos.

Deseo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora