Capitulo 26

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Acaricié mis dedos casi acalambrados, hacía tanto tiempo que no tocaba por más de media hora un piano que estaba desacostumbrada. 

Salí del salón y caminé hacia mi casillero donde guardé mi cuaderno de partituras y tomé la bolsa de mi almuerzo. Miré el interior e hice una mueca el ver que lo único que había conseguido tomar esa mañana era un emparedado de mermelada y crema de maní. 

Caminé hacia la cafetería y con la mirada busqué a Chaz el cual estaba sentado en una de las últimas mesas junto con varios de sus amigos.

-¡______! –su voz me era más que conocida. Ese tono alegre y pintoresco que siempre podía levantarme el humor.

-¡Talia! –exclamé intentando imitar su tono de voz. Ambas reímos y luego comenzamos a caminar-. ¿Quieres almorzar conmigo? –pregunté dándome cuenta de que no había pronunciado otra palabra.

-No, tengo miedo –negó con la cabeza sin levantar la mirada del suelo.

Apoyé mi mano en su hombro y luego le dije en el tono más dulce que pude:

-Chaz no muerde, tampoco sus amigos.

Ella soltó una risita y luego asintió. Llegamos a la mesa y nos sentamos como si nada. Chaz me miró y luego a Talia y sonrió.

-Soy Chaz –dijo amable- ¿y tú eres?

-Me llamo Talia –dijo un poco nerviosa.

-Bueno, ellos son Ryan, Christian, Chad y Lorenzo –dijo señalando a cada uno de sus amigos mientras los nombraba.

-¿Ayer por qué no almorzaste con nosotros? –me preguntó Lorenzo sonriendo.

-Porque almorcé con mi nueva amiga –dije sonriendo.

Saqué el sándwich de la bolsa de cartón y luego de un pequeño recipiente transparente. Le di un leve mordiscón y luego continué hablando con mis amigos.

-¿Quieres? –me preguntó Chaz entregándome su botella de agua. Asentí y luego llevé la botella a mis labios.

Talia y Chaz habían tenido buena química, empezaron a hablar como si se conocieran de toda la vida y, sinceramente, eso me encantó no sólo porque era buena como Cupido sino también porque Chaz dejó de insistirme para que le contara lo que había sucedido con Justin.

El resto del día transcurrió más que aburrido para mí ya que en el resto de mis clases no estaba con ninguno de mis amigos y, por lo tanto, no pude conversar con nadie.

Cuando el timbre sonó recogí mis cosas rápidamente y caminé hacia mi casillero. Guardé mis libros dejando afuera mi cuaderno de cálculos ya que debía hacer tarea para la próxima clase. Tomé mis libros de Historia y con una torpe sonrisa caminé hacia la biblioteca donde debía encontrarme con Justin para nuestras clases particulares.

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